Ante el importante año electoral 2019 que vivimos, en un sistema de campañas permanentes que atienden más intereses de políticos que evaluar propuestas concretas y resultados hasta aquí obtenidos, los electores debemos analizar las bajas condiciones socio-económico a la que hemos descendido, y elegir caminos de corrección. Argentina potencialmente muy pudiente, no lo logra lo que es signo de largo fracaso de dirigentes y de quienes los elegimos.
El mal mayor es el monstruoso y poco productivo malgasto público, con cifras siderales de más de 45% del PBI, que ese sí debería ser tema esencial de debate, cómo bajarlo en tiempo prudencial, que resultaría en bajar impuestos que lo financian, y en mayor eficiencia y productividad eliminando burocracias. Se estimularían inversiones que pondrían en marcha el círculo virtuoso de producción, renta, inversión con creación de puestos de trabajo productivos de calidad. Entonces sí disminuiría la vergonzosa pobreza del 30% que nos agobia. Claro, es problemático que quienes deben legislar un orden de cambio y superación, en su mayoría son los mismos que ahora se privilegian con prebendas del sistema que deben corregir, lo que explica que no se realice y aún empeore. La comparación con países de parecidas condiciones y sistemas políticos y económicos, que tienen significativos mejores resultados y menores costos, demuestra el grado de perjuicio social que castiga a la población argentina y acrecienta su pobreza. Baste decir que respetada ONG argentina ha estudiado que el conjunto de todos los poderes legislativos que funcionan en argentina, tienen un costo diario promedio de 80 millones de pesos (equivalente 1.800.000 U$S), y por legislador promedio 2 millones por mes, 1.500 U$S por día. Enorme que merece mayor eficiencia y bajar impuestos.
Este círculo vicioso de decadencia, el actual gobierno debiera comenzar a corregir, so pena de convertirse en corresponsable. Defender propuestas como las de “auscultar a la gente y hacer su deseo”, es limitarse nada más que a ganar elecciones y renunciar a emprender auténtico progreso social.
Empieza con la poca altura de la estrategia política y electoral del gobierno, una de las mayores alimentar la presencia de candidata opositora con crecimiento limitado que no podría por ello ganarle al oficialismo. Los argentinos estamos para más, el desafío que tenemos muchos es el de construír un sistema con gasto público racional, promover inversiones privadas con asunción de riesgo, motorizar reformas del estado como impositiva, laboral y previsional, entre otras. En justicia no meterse, y dejar actuar un poder verdaderamente independiente y permanente, sin influjos de los de turno. En el orden legislativo negociar leyes sin perder el rumbo. Hacerlo no es fácil, y no hacerlo es peor, por acentuar el malestar y una realidad social en continua decadencia.
No es verdad que el actual gobierno se haya sobreendeudado voluntariamente. Lo hizo para pagar el gasto que los irresponsables anteriores le dejaron. Pero también es cierto que debieron empezar a corregirlo, para lo que no tuvieron diagnóstico y acciones con certeza. Pero sí hay que sostenerlo y empujarlo para que logremos encaminarnos en el rumbo del bienestar general erradicando los privilegios personales y sectoriales
Cuáles son las reformas imprescindibles.
La del estado, comencemos por no nombrar reemplazantes de agentes que se jubilen, que son alrededor de 3% anuales. Negociar el retiro de personal supernumerario manteniendo su salario por tiempo prudencial, que le permita reinserción laboral. Disminuír el gasto operativo oficial con descontrol enorme, simultáneamente hacerlo eficiente que no es incompatible. Sí se puede. Crear carrera administrativa relacionada con resultados de gestión. Todo ahorro de gasto improductivo deberá relacionarse con disminución de impuestos, basta de imputarlo a otro gasto improductivo; bajen impuestos y posibiliten un crecimiento y desarrollo cierto. Salgamos del populismo.
Reforma laboral a la medida de beneficios para los trabajadores, distintos a los de su dirigencia, que significa mayor libertad de elección y más salario de bolsillo, con la certeza de buenos resultados en los lugares donde se emplea. Alerta dirigentes gremiales, la realidad de la globalización arrasa con condiciones que beneficien a consumidores, y la dirigencia inexorablemente debe bien administrarla. El forzar prebendas hasta el último minuto, los mantendrá ricos y desagradables, a la retaguardia de las mejoras sociales.
Las reformas previsionales también son inexorables, con la idea de insertar a los auténticos jubilados y discapacitados en el mejor sistema previsible, a su servicio. No al de los administradores públicos declamadores y castigadores de beneficiarios; perdimos en Argentina la oportunidad de corregir y sostener un sistema de ahorro y creación de mercado de capitales, como lo han hecho y tienen otras sociedades al servicio ciudadano, antes que convalidar despilfarros y hasta latrocinios, con las irresponsables decisiones de las más altas autoridades del momento y con ilícitos que hoy son evidentes, sólo soslayados por los también corresponsables partícipes entonces, hoy mudos del tema.
Reforma tributaria es insoslayable, de fácil diagnóstico y compleja corrección. Es la más importante porque sin ella no se podrán bien asignar los recursos públicos, no aparecerán las necesarias inversiones para crear trabajos de calidad y productivos, y no lograremos crecimiento y desarrollo sustentable. Está encadenada a la disminución del déficit público impagable por su magnitud financiera y carácter improductivo, que nos ha hundido desde hace décadas en la decadencia y pobreza. Es tan nefasto que también afectó nuestra cultura, relegando la de la educación, trabajo, esfuerzo y responsabilidades que nos hizo ciudadanos y nación exitosa, atractiva y envidiable con pléyade de inmigrantes, por la de sólo derechos y protestas, sin propuestas, insustentables serviles a proselitismo populista y acomodo de la dirigencia.
El voto en próximas elecciones es indefectiblemente para elegir un país democrático, con instituciones y defensa de la libertad, o uno autoritario, intervencionista en vida y bienes de habitantes, con malgasto de sus recursos, sin respeto a la ley.
Casilda, Julio de 2019