Otra alucinación populista: las jubilaciones a las amas de casa

VISIÓN LIBERAL – Una alucinación populista: la jubilación de las amas de casa.

El grado de delirio que existe en nuestro país llega, la mayor parte del tiempo, a límites insospechados. Nos hemos convertido en una sociedad en donde la victimización, la irresponsabilidad y la ineptocracia se han convertido en pilares morales de nuestra sociedad. Ser una persona que no asume las responsabilidades de sus propios actos se ha vuelto un modelo a seguir en la Argentina. No es sorprendente que el sector privado trabaje más de la mitad el año para pagarle a las 21 millones de personas que no trabajan y sólo se dedican a cobrar un cheque del Estado. Si todo nuestro sistema, bien popular y nacional, se encuentra constituido de tal forma que se valora más al que hace las cosas bien por sobre el que hace las cosas mal, no es de rareza alguna que nos hallemos disputando la gloria con las países africanos.Jubilaciones de ama de casas , subsidios

La jubilación a las amas de casa que no aportaron en su momento es otro de los delirios populistas de nuestro país.

Este delirio populista que comenzó de la mano de Néstor Kirchner y Sergio Massa no hace más que confirmar el nivel de demencia con el que tenemos que lidiar la mayoría de los argentinos que vamos por el carril correcto. No es necesario entrar en profundos tecnicismos para comprender de forma lógica e intuitiva lo absurdo del planteamiento populista, que por medio de la fuerza y la intolerancia quieren hacernos creer al resto que la Tierra no gira alrededor del Sol.

Supongamos que Maria y Ana son amigas de la infancia. Maria se casa con Juan y es madre de dos hijos, ambos de forma consensuada, en una relación de pareja que sólo les incumbe a ellos deciden que ella se quede en casa cuidando a sus hijos, mientras que él se va a trabajar fuera de casa. Por otra parte, Ana es madre soltera, le paga un salario a una niñera para que le cuide a sus tres hijos mientras ella sale a trabajar. Maria no aporta, conociendo de antemano que su decisión posee consecuencias, mientras que Ana si lo hace. Pues bien, cuando ambas cumplen la edad legal para retirarse, bajo el sistema de reparto, un enorme Leviatán decide que ambas cobren una jubilación similar. Maria terminará beneficiándose de su jubilación, la de Juan, pudiendo cuidar a sus hijos ella misma y Ana sólo tendrá su jubilación y los sacrificios de esos años en que dicho leviatán le robó para la seguridad social. ¿Es lógico? Por supuesto que no.

Sin embargo, en la Argentina el razonamiento lógico no funciona ya que lo político se antepone a la razón una y otra vez.

Si la mujer decide quedarse en casa no es obligación de nadie hacerse cargo de las consecuencias de sus actos. No es patriarcal, como muchos populistas intentan maquillar, hacer comprender a la sociedad que uno debe ser consciente de los resultados que podrían acarrear sus acciones. No puede ser que uno asuma el riesgo y, luego, se deba compartirlo con el resto de la sociedad. Lo único que se fomenta son individuos incapaces de responsabilizarse por sus actos, victimizándose y culpando al resto de todo lo que le sucede.

Obviamente, la “jubilación a las amas de casa” no es más que una herramienta política, al igual que los planes sociales, para juntar votos en las próximas elecciones. A determinados políticos les conviene ser apoyados por esa masa popular que es comprada ingenuamente -o no- mediante estas políticas. Y no es una cuestión de género porque con estas políticas es Ana la mayor damnificada, la que no es recompensada por sus acciones, la que debe pagar el “costo” junto a millones de argentinos más de las consecuencias de las acciones de Maria y de tantos otros que viven a costa de los que trabajan. Para poder salir de este desvarío populista es imprescindible que tomemos conciencia de la irracionalidad de este tipo de políticas del hambre.

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