No hay duda que las cuentas fiscales distan mucho de mostrar cierta holgura. Por ello no extraña que la “caja” que le dejó el exministro Nicolás Dujovne a su sucesor, Hernán Lacunza, precisamente no se caracteriza por su margen de maniobra. Esto se vio el mismo día que Lacunza asumió oficialmente sus funciones en el Palacio de Hacienda. Es que el martes pasado vencía una operación de REPO (mediante un swap de títulos en garantía) con un grupo de bancos extranjeros por u$s2.615 millones. Esta operación se pactó meses atrás con el fin de fortalecer la posición de reservas internacionales.
Con relación al REPO el economista Aldo Abram sostiene que la cancelación del préstamo no implicó una baja de la deuda por u$s12.810 millones, como señaló el Gobierno porque se rescataron las garantías (títulos públicos) que no se contabilizan como deuda hasta que no se ejecutan y estas no se ejecutaron. “El REPO que se pagó fue la deuda que cayó. Es como pagar la última cuota del crédito de la casa y no por ello se baja toda la deuda, o sea, el valor de la casa”, explica Abram.