Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.
EL ECONOMISTA – Hace pocas semanas, en el Seminario de Educación UCEMA 2019, presenté siete propuestas que he elaborado durante los últimos años, las cuales a mi entender contribuirían a enfrentar la crisis educativa que vive Argentina. Les comparto hoy la última de ellas.
En nuestro país, miles de jóvenes, muchos de los cuales han terminado la educación secundaria, no estudian ni trabajan. Otros tantos pierden valiosos años de sus vidas cursando estudios universitarios que nunca habrán de concluir. Propongo enfrentar este hecho mediante el llamado sistema de educación dual, proveniente de Alemania.
Recordemos en qué consiste el sistema dual. Como bien lo define la página web de la Fundación Bertelsmann: “La formación profesional dual es una modalidad de formación (…) en la que el centro educativo y la empresa se corresponsabilizan de la formación del aprendiz. La formación se realiza en régimen de alternancia entre el centro educativo y la empresa. La formación dual va más allá de los planes de prácticas tradicionales ya que, por un lado, las empresas imparten contenido formativo con valor curricular y, por otro lado, pueden adaptar el currículum académico a sus necesidades. En general, el centro educativo impartirá los conocimientos teóricos mínimos e imprescindibles y la empresa completará el resto de contenidos; el estudiante, ahora aprendiz de una empresa, adquirirá conocimientos principalmente mediante el trabajo”.
En la práctica, el estudiante pasará muchas horas de su tiempo adquiriendo experiencia laboral en una empresa, antes de su graduación de la escuela secundaria. Conforme van pasando los años, el estudiante incrementará el tiempo en la empresa y reducirá el tiempo en la escuela. El resultado de ello es que luego se habrá de incorporar a la empresa no tan sólo con conocimientos técnicos específicos, sino también habiendo adquirido las habilidades sociales necesarias para desenvolverse exitosamente en dicho ámbito.
En mayo de 2018, invitado por la Fundación Friedrich Naumann, he tenido la oportunidad de visitar Alemania y comprobar in situ las virtudes del sistema para aquellos jóvenes que se encuentran cursando estudios secundarios y no desean o no califican para proseguir estudios universitarios. Existen alrededor de 350 profesiones con una duración de 2 a 3,5 años. El sistema se encuentra reglamentado por la Ley de Formación Profesional y cuenta con el apoyo de los sindicatos. Alrededor de 1,3 millones de jóvenes alemanes participan de esta clase de programas. Austria, Luxemburgo, Suiza y Bélgica utilizan también esquemas similares. En virtud de esta modalidad de formación profesional, Alemania cuenta con la tasa de desempleo juvenil más baja de toda la Unión Europea.
Por cierto, en 2018 el desempleo de los jóvenes menores de 25 alcanzó en la Unión Europea el 15%, superando el doble de la media general. Casi uno de cada tres jóvenes estaba desempleado en Grecia (38,5%), España (32,7%) e Italia (31,9%). Varios de los países afectados buscaron mejorar la transición desde la escuela secundaria al mundo profesional centrando su atención en el sistema dual. Ejemplos de ello lo constituyen Grecia, España, Italia, Eslovaquia, Letonia y Portugal.
Como bien resalta Dieter Euler, en su trabajo “El Sistema Dual en Alemania. ¿Es Posible Transferir el Modelo al Extranjero?” (2013), “no se trata de transferir al pie de la letra el sistema de formación alemán. La experiencia demuestra que la formación dual en Alemania puede servir de modelo, pero no de patrón. Quien desee transferir a su país un sistema de formación extranjero debe tomar en consideración las condiciones generales existentes y orientar la formación profesional dual de acuerdo con sus propios objetivos educativos, sociales y económicos. La cuestión radica, por tanto, en una transferencia inteligente de elementos adaptados y no en una réplica exacta de una implantación de otro país”.
¿Por qué no pensar en una adaptación del sistema dual a nuestra realidad, la cual se caracteriza por una alta deserción de la escuela secundaria, por el hecho que miles de jóvenes, muchos de los cuales han terminado su educación obligatoria, no estudian ni trabajan y por otros tantos que transcurren valiosos años de sus vidas cursando estudios universitarios que nunca habrán de concluir?
Es claro que vale la pena considerarlo. De llevarse a cabo, me animo a predecir, la foto que acabo de describir probablemente se atenuaría radicalmente en pocos años.