Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
LA NACIÓN – En una polémica anticipada de la transición política, el Gobierno y el peronismo no se ponen de acuerdo sobre la herencia. El candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, estima que al presidente Mauricio Macri le faltarán $200.000 millones para cerrar las cuentas de 2019. La Casa Rosada asegura que cumplirá la meta fiscal.
Los equipos técnicos de Fernández proyectan además que la deuda flotante será en diciembre de casi $90.000 millones. Esa deuda se contrae cuando el Estado devenga (autoriza) gastos que no paga y queda obligado a cumplirlos.
Los voceros del ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, afirmaron a LA NACION que la deuda flotante es de $51.000 millones en septiembre y está en los mínimos históricos. La Casa Rosada niega problemas fiscales. “Sin duda, vamos a cumplir la meta fiscal. Y no vamos a dejar una deuda flotante alta. En absoluto”, señalaron en Hacienda. “No tienen buena información”, agregaron.
El sector público nacional tuvo superávit fiscal de 13.800 millones en agosto. En la Casa Rosada aseguran que el reperfilamiento de todas las deudas y las restricciones cambiarias permitirán no perder reservas del Banco Central y postergar los pagos de la deuda sin default.
Los economistas kirchneristas, que hablan con Lacunza, opinan lo contrario. Uno de ellos dijo a LA NACION: “Nos preocupa la situación fiscal que vamos a heredar. Se acumulan libramientos impagos y en diciembre van a necesitar $200.000 millones para estar equilibrados”. Y agregó: “La deuda flotante la estimamos en $85 o 90.000 millones”.
Economistas privados estiman que el déficit fiscal del año cerrará en $111.000 millones, dentro de la meta con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El faltante para pagar vencimientos de capital e intereses de deuda antes de fin de año es de 2500 millones de dólares.
Si el FMI librara el desembolso de 5400 millones de dólares, eso estaría cubierto. De lo contrario, podría agravarse la situación. El Fondo espera a negociar con el ganador de las elecciones del 27 de octubre las condiciones del desembolso.
Los economistas de Fernández piensan en la reestructuración de la deuda para tener un frente fiscal holgado. “Pero para una reestructuración amigable con el FMI y los bancos vos tenés que pagar todos los cupones que venzan hasta cerrar la negociación, unos cuatro meses, y no caer en default”, señalaron cerca del candidato.
Lacunza construyó una red con los economistas peronistas Matías Kulfas y Guillermo Nielsen, entre otros; con el candidato a presidente de Consenso Federal, Roberto Lavagna, y con otros profesionales privados para bajar los decibeles de las declaraciones públicas.
“Hay que enfocarse en mantener la estabilidad y la tranquilidad cambiaria y financiera, para afrontar la campaña y la transición con la oposición”, dicen a su lado. “Todo está atado con alambre”, agregan. Descuentan que si gana Fernández habrá una transición civilizada.
Lacunza se reunirá mañana con el FMI en Washington. “No tiene certeza de que llegue el desembolso. Las metas de junio y las proyecciones de septiembre se cumplen”, dicen cerca del ministro. Pero no plantean el apocalipsis si no llega el giro del FMI.
Lavagna dijo a LA NACION que “antes de las elecciones se tornó difícil el desembolso, y si hay un entendimiento entre el Gobierno y el ganador es posible que llegue”. Y completó: “Hablé personalmente con los representantes de EE.UU. y China en el FMI tratando de que el desembolso se produzca, no porque vaya a resolver la cuestión de fondo, sino para dar tiempo al nuevo gobierno de que formulen su propio programa y no quedar en default desde antes de asumir. Tomaron nota”.
El economista Agustín Etchebarne, de la Fundación Libertad y Progreso, señaló que “si no llegara el desembolso podría haber una nueva corrida, un proceso hiperinflacionario, se profundizarían los cepos o los tipos de cambio múltiples”.
Pero Macri no prevé un salto devaluatorio posterior al 27 de octubre ni una salida mayor de depósitos en dólares. “El cimbronazo ya pasó”, dicen a su lado, porque el mercado anticipó el ajuste y ahora descuenta el triunfo de Fernández.
Juan Luis Bour, de FIEL, aseguró a LA NACION que “todo se focalizó en el tipo de cambio y el proceso no está terminado”, que “si el tipo de cambio se sigue deslizando hacia arriba, puede haber más restricciones”. Agregó que si sigue el “goteo de depósitos” se “caen las reservas del Banco Central”.
Para Lavagna, “estamos en una economía en recesión y alta inflación, y nunca el frente fiscal puede estar bien en recesión: la recaudación va cayendo detrás del aumento de la inflación, por la economía parada: nada se revierte si no se vuelve a poner en marcha la actividad”.
La economista María Castiglioni Cotter, directora de C&T, señaló que “los tomadores de decisiones están obligados a pensar en lo que puede hacer el gobierno que viene”. Afirmó que “el tipo de cambio es muy alto, pero no necesariamente eso implica que el dólar no vaya a seguir subiendo. En los próximos meses es difícil saberlo y dependerá de la demanda. Vemos que el tipo de cambio podría mantenerse más o menos estable”.