Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.
Como es de público conocimiento el caudal de votos de la alianza que fabricó el gobierno anterior, si bien consolidó la fórmula para ser electa en la primera vuelta, no les ha alcanzado para “ir por todo” con la facilidad que se proponían. La coalición electoral de la administración del momento ha conseguido un apoyo que permite establecer en el futuro cercano una oposición de peso en ambas Cámaras si bien resulta mucho más notoria en Diputados que en Senadores.
Pero lo primero que estimo debe marcarse es que esperemos que el gobierno hoy en ejercicio no interprete que las marchas y actos proselitistas han sido en apoyo de su gestión sino en su enorme mayoría como manifestaciones de defensa del sistema republicano, concretamente respecto a la imperiosa necesidad de salvaguardar la libertad de prensa y lo que queda de la Justicia. En cualquier país normal, estos dos pilares se dan por sentados pero no en el nuestro donde las amenazas han sido reiteradas y no entre líneas sino que se estamparon desde distintos ángulos en las líneas, bien visibles y con tipografía destacada.
Tampoco debe interpretarse que el antes referido parto de la nueva oposición vía el apoyo electoral ha sido consecuencia de que la gente suscribe los ejes centrales de lo realizado por la administración que viene operando desde hace casi cuatro años. Se debe a la preocupación y ocupación de salvaguardar los valores medulares de la forma republicana.
A esta altura es pertinente recordar que el sistema republicano se basa en cinco columnas fundamentales en el contexto del reaseguro de la libertad de expresión, sin límite de ninguna naturaleza. Estas cinco bases son la igualdad ante la ley anclada en la Justicia como “dar a cada uno lo suyo”, la responsabilidad de los gobernantes ante la ciudadanía por lo realizado, la nítida división de poderes, la transparencia de los actos de gobierno y la alternancia en el poder a través de elecciones confiables.
Esto es lo que debe defender a capa y espada la nueva oposición durante la próxima gestión gubernamental para lo cual, desde luego, resulta primordial poner en claro que la gestión hoy en funciones ha fracasado rotundamente en cuanto a lo más acuciante, es decir, a la incapacidad para reducir el tamaño elefantiásico de un Leviatán desbocado. De esta situación se sigue la mayor presión tributaria, la deuda exponencial, el adiposo déficit total y el haber generado una inflación mensual equivalente a la anual en naciones civilizadas.
No caben pretextos y el relato de anécdotas irrelevantes, solo importan los resultados. Está en juego la supervivencia de la República, antes de que se promulgue una “ley de medios” como subterfugio para amordazar la libertad de expresión, antes de reformas constitucionales nefastas, de modificaciones en el esquema judicial y de revocar, frenar y revertir fallos que quitan sustento a la corrupción administrativa.
El comienzo del actual gobierno estuvo adornado con el bailecito del presidente en la Casa Rosada con la banda presidencial, lo cual dista mucho de un gesto republicano. La primera medida en el plano económico fue la irrupción de nuevos ministerios y la primera media en el terreno institucional fue la pretensión de designar por decreto a dos ministros de la Corte Suprema. Las forzadas alianzas con distintas manifestaciones de la corporación sindical fascista y la financiación de piquetes han contribuido a empeorar las cosas.
Los fiascos apuntados y otros son en alguna medida respuesta por las indiscriminadas aprobaciones de los obcecados -aplaudidores incondicionales ellos con justificaciones inauditas- que contribuyeron a hundir a un gobierno que tuvo la oportunidad de rectificar lo que venía sucediendo. Asesores propusieron confrontar con miembros del gobierno anterior que facilitó en grado sumo su puesta en escena.
Es perentorio consolidar la nueva oposición alejada de los personajes que contribuyeron al referido fracaso. Sería del todo impropio que pretendan constituirse en referentes de la oposición a partir de la asunción del gobierno recién electo aquellos que cargan las pesadas mochilas de la deplorable administración que, entre muchas otras cosas, termina con cepos cambiarios y otras múltiples regulaciones dignas del estatismo más exacerbado.
Además de lo aludido en cuanto al gobierno fallido que es lo principal para descartar la idea de mantener la misma dirección, como una nota a pie de página debe tomarse en cuenta que es probable que la actual cabeza del Ejecutivo esté obligada a tramitar en Tribunales en varias causas, que por más que resulten injustas debilitan y desgastan la capacidad de maniobra de un referente en la oposición.
Se requiere la suficiente cintura y reflejos políticos para proceder sin demora en el sentido señalado. A nuestro juicio quienes podrían asumir las nuevas responsabilidades son políticos de la Unión Cívica Radical más cercanos a la tradición inaugurada por su fundador, Leandro Alem, desviada a partir de la Declaración de Avellaneda de 1945. Esto no solo debido al extraordinario ideario en su tramo original que ilustramos más abajo, sino debido a que se trata de una expresión de lo que hasta ahora ha sido una coalición electoral que debiera apuntar a ser en el futuro una coalición de gobierno que recoja la mencionada tradición original.
Esto es así para asegurar el progreso moral y material que se merece nuestro país en línea con el proyecto alberdiano que desde la Constitución de 1853/60 hasta el golpe del 30 y mucho más a partir del golpe del 43 convirtió a la Argentina en uno de los países más prósperos del planeta. Recordemos que en ese período de esplendor los salarios e ingresos en términos reales del peón rural y del obrero de la incipiente industria eran superiores a los de Suiza, Alemania, Francia, Italia y España. La población se duplicaba cada diez años debido a las suculentas oleadas inmigratorias que se recibían en estas costas y que solo competían con las de Estados Unidos.
En este contexto debe tenerse muy presentes pensamientos de gran trascendencia de Alem. En el debate sobre la Federalización de Buenos Aires, en 1880, expresó “Más el poder es fuerte, más la corrupción es fácil. Para asegurar el poder legítimo, es necesario impedir a todo trance que él exagere sus facultades, y es indispensable buscarle el contrapeso que prevenga lo arbitrario” y “en economía como en política, estrechamente ligadas, porque no hay progreso económico si no hay buena política, una política liberal que deje el vuelo necesario a todas las fuerzas y a todas las actividades” y concluía al afirmar que “gobernad lo menos posible porque mientras menos gobierno extraño tenga el hombre, más avanza la libertad, más gobierno propio tiene y más fortalece su iniciativa y se desenvuelve su actividad”.
En igual línea argumental Alem, a contracorriente de la sandez de “vivir con lo nuestro”, patrocinaba la completa apertura de las fronteras al comercio en “El Argentino”, en 1894, en un texto titulado “El proteccionismo y el pueblo” y en 1891 en el “Manifiesto Radical” se refiere a los peligros de la inflación monetaria que firma Alem como presidente y lo secundan Joaquín Castellanos, Carlos Estrada, Daniel Tedín y Abel Pardo. Allí se lee que “Es un axioma ante la conciencia argentina que el mal se ha producido por exceso de oficialismo y que los bancos oficiales han sido el agente activo de la ruina de la fortuna pública y privada y de la depresión del carácter nacional. El banco oficial constituye un peligro permanente porque siempre será un medio político sujeto a la influencia de las pasiones partidistas. Trabajar, entonces, contra este género de establecimientos es hacer obra de cordura y de patriotismo.”
Entre los políticos más destacados cercanos a la mencionada tradición cabe destacar, por ejemplo, a Ernesto Sanz, responsable principal de haber insertado a la UCR en Cambiemos, quien me impresionó por su claridad conceptual en un seminario patrocinado por Libertad y Progreso en el que tuve el gusto de participar con él y otros colegas, el reciente gobernador de Mendoza que ha llevado a cabo una gestión que incluyó la muy poco común y meritoria faena de reducir el gasto público y también quien hoy preside el interbloque de Cambiemos en la Cámara de Diputados quien acaba de escribir que “Nos espera un desafío enorme a partir de diciembre, una parte importantísima de la sociedad argentina está esperando de nosotros que seamos capaces de cuidar su voto y no podemos dar pasos en falso.” Esto para nada quiere decir que estos políticos suscriban el conjunto de las medidas liberales que habría que adoptar, se trata de “acercar el bochín” al progreso y dejar de lado el estatismo empobrecedor que nos ha acosado y nos sigue acosando.
Más aun, lo dicho no es óbice para la necesaria tarea de trabajar en otros espacios para contribuir a la difusión y ejecución de plataformas liberales, así como también la ampliación del debate de ideas en el contexto de la misma tradición al efecto de contribuir en la batalla cultural. Pero insistimos que para que esto último tenga lugar y se amplíe su radio de acción es menester conservar los principios esenciales del sistema republicano. No es responsable poner la carreta delante de los caballos, primero asegurar lo esencial de la República para lo cual deber fortalecerse la próxima oposición debido a la oportunidad que brindaron las urnas en las elecciones del 27 de octubre. No debe confundirse el plano académico con el político pues son dos esferas sustancialmente distintas, de lo contrario si se mezclan campos se corre el riesgo de hacer algo desopilante tipo Woody Allen y no estamos para chistes.
He escrito antes sobre esas elecciones y en esta oportunidad me he explayado sobre el mismo asunto debido a la importancia del tema para la salud de nuestra nación, tan vapuleada durante las últimas siete décadas como consecuencia de aparatos estatales asfixiantes que no dan respiro a nadie, solo se aprovechan quienes hacen negocios con el poder de turno a través de repugnantes mercados cautivos especialmente en detrimento de los más necesitados.
De más está decir que sin perjuicio de ir pensando cuanto antes en lo que ahora sugerimos respecto a coordinar la oposición, la prioridad del momento estriba en lograr una transición ordenada y sin mayores sobresaltos a pesar de lo muy delicada de la situación para finiquitar el presente mandato en tiempo y forma.
Sin duda que si por el contrario a lo que dejamos consignado las bancadas legislativas se decidieran por competir a ver quien da más “planes sociales”, controles cambiarios, persecución al “agio y la especulación”, idear nuevos impuestos, mantener aplastadas las negociaciones salariales, machacar con un sistema previsional quebrado, confirmar funciones incompatibles con un elemental republicanismo, cerrar los grifos del comercio exterior para “vivir con lo nuestro” y sandeces equivalentes, para eso decimos es mejor abandonar la idea de la oposición y operar como socios de los kirchneristas y sus nuevos aliados para esquilmar mejor a la población.
No deberían participar como referentes de la nueva oposición, ni el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires ni la gobernadora de la provincia más poblada pues en ambos casos se incrementó el gasto público, los impuestos y la deuda durante las respectivas gestiones, lo demás queda como anécdotas en sus jurisdicciones. La derrota electoral en el segundo caso y la victoria en el primero no modifican el resultado negativo del balance neto de los antedichos ejes centrales de esas administraciones.
Por último, un comentario y, al margen, una reproducción periodística. Hago votos para que no se recurra a las absurdas y contraproducentes expresiones de “ajuste” o “shock” si es que se quiere liberar recursos atrapados en las pesadas telarañas estatales al efecto de engrosar los bolsillos de la gente. Ya bastantes ajustes y shocks padecen cotidianamente los argentinos desde hace mucho tiempo para soportar nuevos embates de ese calibre. Y la reproducción periodística se refiere a lo publicado en ABC de Madrid luego de las elecciones de marras: “Argentina es el primer país del mundo que pasará al libro Guinnes de los récord por tener una vicepresidenta electa con trece procesamientos, siete órdenes de detención, millones y millones de dólares y 2.200 causas por corrupción a miembros de su gobierno o vinculados al mismo”.