Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.
Peor aún, emprendedores en situación de vulnerabilidad que trabajan en la informalidad tienen la intención de volverse formales, pero encuentran obstáculos. En el trabajo “Desregular Para Emprender”, realizado por la Fundación Libertad y Progreso, se realizaron sondeos en La Cava (San Isidro), la Villa 21-24 (Barracas) y en Barrios vulnerables de Tigre, San Fernando y San Martín. Al comparar estos tres casos de estudio con la situación de emprendedores informales pero que no se encuentran en situación de vulnerabilidad, se pueden sacar algunas conclusiones (ver cuadro).
En primer lugar, tanto el promedio de los tres casos de estudio (Columna IV) como los emprendedores no vulnerables (Columna V) tienen intenciones de pasar a la formalidad. Un 57,6% de los vulnerables, una cifra similar a la de los segundos, con un 59,2%. Otra coincidencia radica en que, para ambos casos, el principal obstáculo para pasar a la formalidad es la situación económica (crisis recurrentes), 27,7% y 25,2% respectivamente. Sin embargo, una de las diferencias más sustanciales se observa en el nivel educativo. El promedio de los casos de emprendedores vulnerables, el 56,5% no finalizó el secundario, mientras que ese número se reduce al 3,7% para el caso de los no vulnerables. Sin embargo, la mayoría (62% del total) de los emprendedores vulnerables no recibe capacitaciones ni pública ni privada. Esto no quiere decir que no les interese, sino que su contexto y su realidad a veces se lo impide. Finalmente, un punto que tampoco es menor, a muchos de los emprendedores (vulnerables o no) les toca ser emprendedores para sobrevivir en un país con desequilibrios macroeconómicos estructurales y no por vocación.
El problema es que los desequilibrios económicos son tan grandes que 8 de cada 10 emprendimientos fracasan en los primeros dos años de vida. En este marco, ¿es el emprendedurismo la mejor alternativa para salir de la pobreza? En realidad, se trata de que cada uno pueda perseguir sus sueños personales y no de emprender para sobrevivir o de capacitarse para obtener un trabajo alejado de la vocación personal. La única manera de cambiar esto es simplificado la cantidad de regulaciones que existen en el sector privado formal asfixiando la iniciativa y creatividad de la gente.
Todas las personas deben tener el derecho a buscar su propia felicidad, progresando en lo que a uno más le interesa. Argentina tiene los recursos humanos y naturales para alcanzar ese objetivo si se encaran las reformas estructurales que hace tiempo el país necesita. Si la calidad institucional mejora y la economía se ordena, se rompería el mito de que una persona que “nace pobre, muere pobre”, dándole la oportunidad de progresar desarrollando los propios sueños.