EL ECONOMISTA – Por Diego Piccardo Analista de la Fundación Libertad y Progreso
En 2016, Argentina anunció la implementación de una política monetaria que tuvo muchos éxitos en otros países, pero aquí no funcionó: hablamos de las metas de inflación. En este artículo vamos a comparar brevemente las experiencias de Argentina y Paraguay (uno de los varios casos exitosos) utilizando a las metas de inflación.
Este esquema monetario es más profundo que el establecimiento de objetivos de inflación, sino que consiste en una estructura en la cual el banco central tiene que desenvolverse.
1- Esta estructura se basa en que el banco tiene que ser independiente, resistiendo presiones provenientes, principalmente, del Tesoro y los políticos y debe tener como principal objetivo el de reducir la inflación.
2- Segundo, la autoridad monetaria no debe tener como un objetivo secundario al tipo de cambio, dado que probablemente termine funcionando como ancla inflacionaria, aprecie el tipo de cambio y empeore la cuenta corriente.
3- Tercero, el banco debe tener una política de comunicación muy transparente y fluida con el público general para que se conozcan las metas y se sepa cuáles van a ser las herramientas que se van a utilizar para poder cumplirlas.
4- Por último, hace falta tener un sistema financiero saludable en donde los bancos no requieran ningún tipo de salvataje por parte del banco central que genere una gran expansión monetaria. Estas cuatro condiciones le brindan credibilidad al banco central para poder anclar las expectativas de los agentes a las metas de inflación.
Paraguay implementó metas de inflación a partir de mayo de 2011, con una inflación interanual que rondaba el 10%, mientras que 8 años después el mismo dato marca que la inflación es del 2,43%.
La pregunta que nos hacemos es por qué en Argentina las metas de inflación fueron un fracaso.
Recordemos que Argentina implementó a las metas de inflación formalmente en 2017 con una inflación del 40% anual, con la idea de llevar la inflación a un dígito en 2019, objetivo que claramente quedó en el olvido.
La primera diferencia a remarcar es dentro del ámbito fiscal, ya que por un lado Argentina tenía un déficit fiscal primario del 4,6% del PIB y no había intenciones en ese momento de corregirlo rápidamente, sino de una manera gradual, mientras que Paraguay sancionó la Ley de Responsabilidad Fiscal que, entre otras cosas, limitaba el déficit fiscal primario a 1,5% del PIB, disminuyendo el riesgo de una monetización del déficit presupuestario.
Otra diferencia entre ambos países fue el punto inicial del cual arrancaron las metas. Mientras que Argentina estaba atravesando una inflación del 40%, con muchos ajustes de precios relativos (tarifas de servicios públicos y tipo de cambio, por ejemplo), Paraguay, como mencionamos anteriormente, partió de un nivel más bajo de 10%.
Vale la pena recordar el episodio del 28 de diciembre del 2017 en el cuál se realizó la conferencia de prensa del Presidente del BCRA, junto al jefe de Gabinete y el Ministro de Hacienda, para modificar la meta de inflación del 2018, que pasó del rango 8-12% a 15%, generando un relajamiento de la política monetaria en vista de un mayor crecimiento económico. En otras palabras, se dinamitó la credibilidad del BCRA que se había construido, aspecto fundamental para el propósito de anclar las expectativas de inflación.
Para finalizar, podemos afirmar que las metas de inflación son una herramienta muy útil y que tuvo un gran éxito en muchos países para encauzar la inflación a niveles “normales”, pero que en Argentina no estaban dadas las condiciones para su aplicación, dado el déficit fiscal alto y la elevada tasa de inflación.