Editorial
XINHUA — La reciente decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de restituir los aranceles a las exportaciones argentinas de acero y aluminio constituye “un juego de suma cero” en un contexto de proteccionismo que impulsa Washington, afirmó este lunes la economista Natalia Motyl.
La experta, analista de la Fundación Libertad y Progreso, dijo en entrevista con Xinhua que “Trump reacciona como siempre. Cuando comienza a perder, levanta la mano y denuncia que el otro jugador está haciendo trampa”.
“Sus argumentos son completamente absurdos, no quiere revelar que está perdiendo competitividad por el tipo de cambio y que su reacción es aplicar políticas proteccionistas”, observó la entrevistada.
El presidente Trump anunció la mañana de este lunes que decidió restituir los aranceles al acero y aluminio que Estados Unidos importa de Argentina y de Brasil, bajo el argumento de que estos países lideran una devaluación masiva de sus monedas.
“Brasil y Argentina han estado llevando adelante una devaluación masiva de sus monedas, lo cual no es bueno para nuestros agricultores. Por lo tanto, con vigencia inmediata, restableceré las tarifas de todo el acero y el aluminio que se envíe a los Estados Unidos desde esos países”, escribió el mandatario estadounidense a través de la red social Twitter.
Motyl recordó: “Naturalmente que las devaluaciones en Brasil y Argentina no fueron premeditadas para perjudicar a los agricultores norteamericanos sino que, por el contrario, fueron resultado de los problemas internos que están teniendo ambos países”.
“Sus monedas están perdiendo valor y eso tiene un beneficio para aquellos sectores que son competitivos por el tipo de cambio, justamente todo aquello relacionado con las commodities que Estados Unidos posee como un nicho en el mercado”, explicó la experta.
La economista recordó que “desde la configuración histórica del comercio exterior, Argentina y Estados Unidos siempre fueron competitivos entre sí. Es por ello que cuando Washington aplica una política más proteccionista, nuestro país termina perjudicándose”.
“Dado el tamaño de nuestra economía, nos conviene una política más volcada hacia la libertad de mercado”, subrayó la analista.
Motyl consideró que “con este tipo de medidas Trump dice a todos que su visión es cerrarse al mundo”.
“Probablemente en este nuevo capítulo de la guerra comercial iniciada contra China le esté marcando al mundo que, si Estados Unidos no gana en la cuenta corriente, no hay forma de que se logre un acuerdo comercial. Además, hay que entender que la personalidad de Trump no es conciliadora, sino que busca confrontar y generar conflicto a nivel internacional”, sostuvo la experta.
Dado esto, “es muy probable que las fichas se reconfiguren y países como Argentina comiencen a forjar alianzas comerciales y financieras con países como China y Rusia”, auguró Motyl.
La medida de Washington generó la inmediata reacción del ministro de Producción y Trabajo de Argentina, Dante Sica, quien la calificó de “inesperada” y dijo que reactivarían mecanismos institucionales para encontrar vías de diálogo que destraben la situación.
Tras la medida, las acciones en la bolsa local de la empresa Aluminios Argentinos cayeron aproximadamente 10%, mientras que las de Ternium, productora de aceros, bajaron más del 6%.
A principios de 2018, el gobierno argentino calculaba en 700 millones de dólares el mercado de exportación del aluminio y el acero argentino, siendo Estados Unidos el principal destino de venta de estos productos.
Para Motyl, las medidas de Trump constituyen “un juego de suma cero. No son más que un llamado de atención de Trump diciendo ‘me encuentro aquí’. Como con China no le está yendo bien, se impone a países menores como Argentina y Brasil. Obviamente, estos dos últimos países no tienen muchas armas. No obstante, siempre es bueno entender que si se escoge la libertad de comercio se terminará ganando”.
Al resaltar el valor del multilateralismo, la apertura y el comercio global, la entrevistada remarcó que “existen dos razones totalmente lógicas que justifican el comercio entre países. Por un lado, el principio de diferencia: los países no son iguales entre sí”.
“Esa diferencia permite que a través del comercio todos puedan beneficiarse, ya que cada uno podrá producir lo que sabe hacer relativamente mejor que el otro, para luego intercambiarlo”, dijo la analista.
Y en segundo lugar, “el desarrollo de economías de escala. Gracias a la especialización los países podrán producir bienes en grandes escalas y, asimismo, ser más eficientes”.
“El multilateralismo y la apertura comercial tienen como ventajas que se incrementa la producción mundial de cada bien por efecto de la especialización. Suben las posibilidades de consumo de cada país y, al incrementarse los bienes que satisfacen necesidades, entonces aumenta el bienestar de las personas”, añadió .
Motyl complementó diciendo que “la apertura es imprescindible si queremos progresar, vivir mejor y desarrollar de forma plena nuestras capacidades, y, a la par, generar una estructura productiva que esté a la altura de los primeros países”.