Editorial
EL ECONOMISTA – En Chile, la crisis social parece no tener fin. No obstante, el quid clave es el origen de tal malestar y hallar o no su fundamento económico. De no encontrar razón económica se podría concluir que ciertos grupos de presión intentan desestabilizar al Gobierno de Sebastián Piñera.
En primer lugar, Chile ha sido uno de los países de la región latinoamericana que más ha crecido en los últimos años. Si tomamos su PIB per cápita, podemos ver que tuvo una tasa de crecimiento anual promedio del 3% mientras que el promedio de la región fue del 1,9%. A su vez, el Indice Gini mejoró en 3,8 puntos desde el 2003 hasta el 2015.
Además, de acuerdo al Indice de Libertad Económica, elaborado por Fraser Institute, Chile se encuentra en el ranking 18 a nivel mundial. Asimismo, está en el puesto 33 del ranking de competitividad mundial de 140 países.
En definitiva, es un país que se perfila como uno de los con mayor crecimiento y desarrollo sostenido en los últimos treinta años, gracias a las políticas promercado llevadas adelante desde 1975 por el Gobierno de Augusto Pinochet en el que primaron las ideas de Milton Friedman, todos los Chicago Boys y Friedrich Hayek.
Económicamente, el país trasandino se encuentra transitando uno de sus mejores momentos.
Uno de los supuestos motores de las protestas es la acuciante desigualdad chilena. Sin embargo, los números grafican otra realidad. El Cuadro I, denominado Matriz de Transición, muestra la movilidad desde cada uno de los diez deciles entre los años 1996 y 2006. El eje vertical indica el origen –en qué decil estaba la persona en 1996– y el eje horizontal muestra el destino –en qué decil se ubicó en 2006–. Las filas muestran la evolución de un decil entre 1996 y 2006. Es decir, cada celda muestra el porcentaje de personas del decil del eje vertical –1996 – que se movió a alguno de los 10 deciles del eje horizontal durante esos diez años.
Si analizamos la movilidad social entonces observamos (ver cuadro) que entre los años 1996 y 2006 hubo un importante traslado de personas desde los deciles más pobres a estratos de ingresos más altos. Se puede ver que el 70% del decil más pobre se trasladó a deciles de ingresos más altos y un 2% incluso llegó al decil más alto. Además, si estudiamos el último decil, el más rico, vemos que el 37% continuó en este hasta en 2006.
Por último, uno de los detonantes de la protesta fue la suba de la tarifa del metro. No obstante, la relación tarifa/sueldo goza de un mínimo histórico desde 2019. Desde 2007 a la fecha la tarifa del Metro en hora punta ha crecido en casi 98%. Durante el mismo período el salario mínimo ha aumentado en 109%. Además, si consideramos la canasta básica, en 2011 representaba cerca del 19,3% del salario mínimo. A fecha de agosto de este año, era solamente del 14,3%. De igual forma, las tarifas de electricidad: una cuenta mensual de luz en 2012 representaba el 9,8% del salario mínimo, hoy es de tan solo el 7,6%. Claramente, las protestas no poseen fundamento económico.
Económicamente, Chile se encuentra transitando uno de sus mejores momentos. Por lo tanto, se puede concluir que determinados intereses pujan por hacerse del poder y están embraveciendo las aguas para favorecerse.