Acreedores: les piden buena fe o ¿un acto de fe?

Director Ejecutivo en 
ÁMBITO FINANCIERO – El ministro de Economía, Martín Guzmán, les reclama a los acreedores “buena fe”; pero, en realidad, les está pidiendo un “acto de fe”. Supongamos que un pequeño empresario amigo nos debe plata y, una vez más, viene a pedir mayores plazos para pagarlo. Si se sabe que esto le pasa porque maneja mal su negocio, se le preguntará qué cambios de gestión va a hacer. Imaginémonos que dice que eso no es un problema y que lo decidirá luego, sabiendo que lo más probable es que siga manejándose igual. Esa es la situación de los acreedores argentinos hoy.economía argentina políticas

Sin hacer las reformas estructurales pendientes, no hay crecimiento sostenido posible y volveremos a defaultear los nuevos bonos que emitamos para esta reestructuración. No hay que ser adivino para hacer esta afirmación. De hecho, muchos de los bonos que se quieren renegociar fueron emitidos para pagar lo de 2005, 2010 y 2016 surgidos de la cesación de pagos de 2001. Una buena parte de los que se dejaron de pagar entonces tuvieron origen en el Plan Brady de los 90 y con el que se salió del default de los 80.

¿Cuáles son esas soluciones de fondo?

1-Reforma del Estado: Por décadas, hemos dejado que los políticos construyan un Estado que le sirve a la política y se sirve de los argentinos; pero lo peor es que no lo podemos pagar. Eso que la presión tributaria es atroz. Una persona que trabaja en blanco pero no alcanza a pagar Impuesto a las Ganancias trabaja alrededor de la mitad del mes para el Estado. Entre 190 países del mundo, estamos en el puesto 21 entre los que más exprimen con impuestos a sus empresas. Aun así, no alcanza; por lo que hubo que endeudarse hasta caer en default o financiarse con el BCRA hasta quebrarlo y vivir una crisis monetaria.

El proyecto de Libertad y Progreso contempla hacer esta reforma en un par de años y con los amortiguadores sociales adecuados para que nadie se quede sin ingresos. Para ello hay que usar la Ley de Empleo Público, que permite, ante una modificación del organigrama del sector que suprima cargos que no son útiles o implican poner un sello que complica la vida a la gente, poner en “disponibilidad” a quienes se queden sin un puesto. O sea, pagarles por quedarse en su casa; mientras se los capacita y se ofrecen subsidios a empresarios que los tomen.

2-Modernizar la legislación laboral: Si tomamos cualquiera de los últimos 20 años, más del 40% (e incluso, del 50%) de los argentinos estaba desocupado o en la informalidad o tenía un seguro de desempleo disfrazado de cargo o subsidio estatal. Eso que en dicho período gobernaron todo tipo de políticos como Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Cambiemos e, incluso, hubo períodos de fuerte crecimiento. O sea, lo común fue la normativa laboral que desincentiva la generación de empleo productivo. Hay que ir a un esquema en el que una negociación laboral de menor nivel prime sobre una más abarcadora. Nadie mejor que los empleados y el empresario para poder saber cómo hacer prosperar la empresa para que pague mejores salarios y de más ganancias. Además, hay que pasar a un seguro de desempleo, respetando los derechos adquiridos hasta entonces por indemnización; ya que, cuanto más difícil es despedir, menos incentivos hay a contratar.

3-Desregulación: Hay más de 69.000 regulaciones que asfixian a emprendedores y pymes. La mayoría son absurdas e innecesarias y sólo buscan generar puestos para la política o dar rienda suelta al vicio controlador de los burócratas. Hay que gestar una norma que tenga las regulaciones que son necesarias, razonables y cumplibles, derogando todas las anteriores que no se encuentren allí. Los países que en los últimos 40 años hicieron estas reformas, en los siguientes 20 triplicaron el poder adquisitivo de los salarios, bajaron el desempleo, la pobreza y la inflación a mínimos. Para saber cómo les fue a los que no las hicieron, los argentinos sólo tenemos que mirar nuestra historia. ¿Alguna vez aprenderemos?

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