Argentina y el FMI fracasan de nuevo

Foto de Ian Vasquez

Ha publicado artículos en diarios de Estados Unidos y de América Latina y ha aparecido en las cadenas televisivas.

Es miembro de la Mont Pèlerin Society y del Council on Foreign Relations.

Recibió su BA en Northwestern University y su Maestría en la Escuela de Estudios Internacionales de Johns Hopkins University.

Trabajó en asuntos interamericanos en el Center for Strategic and International Studies y en Caribbean/Latin American Action.

CATO – Argentina, en pocos meses, podría incumplir el pago de su deuda pública. Sería el noveno impago en la historia del país. La última vez, en el 2001, fue el default soberano más grande en la historia del mundo.

El nuevo gobierno peronista dice que no puede pagar la deuda y quiere reestructurarla con el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero hace tan solo poco más de un año, el FMI otorgó el rescate financiero más grande de su historia a Argentina precisamente para evitar una crisis económica. No funcionó. Logró aumentar la deuda pública sin que la economía argentina se recupere.

No fue la primera vez que fracasa el FMI en Argentina. Tiene una larga y enfermiza relación con ese país. Hace 20 años el FMI también aprobó un rescate masivo de US$40 mil millones para sanar la economía, pero el resultado fue una crisis y el default.Economía argentina y el FMI

Demoró 15 años hasta que Argentina, bajo el gobierno del centroderechista Mauricio Macri, se reincorpore al sistema financiero internacional. Pero ese mismo gobierno llevó al país a la recesión económica y hacia la crisis que ahora enfrenta.

Con el apoyo moral del Papa argentino, los peronistas en el poder dicen que la economía de mercado perjudica a los más necesitados. Agrega el ministro de Economía argentino: “La arquitectura financiera internacional para la resolución de crisis de deuda soberana es altamente deficiente”.

Tiene razón el ministro, pero el Papa y los peronistas yerran en su análisis. Lejos de formar parte de un mercado libre o de promover la economía liberal, el FMI atrasa o desalienta reformas de mercado a la hora de otorgar préstamos. Es una organización estatal internacional que destina dineros públicos a gobiernos que típicamente han sido irresponsables en el manejo económico de sus países.

Esa intervención en el mercado crea incentivos perversos. Por ser una agencia pública multilateral, el incentivo del FMI es dar préstamos. Por eso, las condiciones que “impone” a Argentina han sido poco creíbles o insuficientes. Por su parte, los gobiernos saben que el FMI puede rescatarlos, reduciendo así el incentivo de ser más responsables a la hora de hacer política. Los inversionistas internacionales, por su parte, se benefician del dinero público que concede el FMI, pues se usa para repagarles sus inversiones. De esa manera, reduce el incentivo de ser más cauteloso a la hora de financiar gobiernos irresponsables.

El resultado en casos como el argentino es que el FMI sirve para rescatar a la clase política y a los inversionistas, y no a los ciudadanos comunes y corrientes en cuyo nombre se realizan los préstamos y quienes tendrán que pagar esa deuda. Por más que diga promover algunas políticas liberales, en la práctica, el FMI crea dependencia y pospone reformas de mercado. Antes de su último default, por ejemplo, Argentina dependió de créditos del FMI durante más de tres décadas. No es evidencia del éxito ni de Argentina ni del FMI.

Mucho mejor serían soluciones de mercado. Si la deuda pública es realmente impagable, entonces que se renegocie con los acreedores privados. No se necesita un FMI de intermediario. La posibilidad de una inyección de dinero público solo distorsiona esa negociación.

Como cualquier inversión, el sector privado tiene que asumir el riesgo de financiar la deuda soberana. No hay por qué rescatarlo si sale mal. Sin préstamos del FMI, el sector privado no prestaría tan fácilmente a gobiernos irresponsables. Y la deuda sería renegociada solo si las promesas de reforma por parte del gobierno prestatario fueran más creíbles. Todo lo contrario de lo que ocurre hoy con Argentina, cuya economía sigue estando entre las menos libres de América Latina y el mundo.

Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 11 de febrero de 2020.

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