Editorial
El impacto de la epidemia de coronavirus se hará sentir en la economía argentina y si bien aún es prematuro establecer la intensidad del daño, los alcances podrán extenderse mucho más allá de las exportaciones a China y del precio de las materias primas, para incidir en el flujo de inversiones, el valor de las empresas y el comercio con otros países, alertan los expertos.
El crecimiento de China ha convertido al gigante asiático en apenas dos décadas en un protagonista de primer nivel internacional, al punto que todo lo que suceda en su economía tiene un inevitable correlato universal.
Esa evolución es la que transforma al coronavirus en una epidemia con efectos económicos y comerciales mucho más profundos que los del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave, según sus siglas en inglés) que afectó a China en 2003. Porque más allá de las cuestiones sanitarias, es la importancia que cobró la ahora segunda economía del mundo en términos de PBI al cambio oficial, y primero valuado por poder de compra de paridad cambiara.
Al respecto, el director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior del Siglo XXI, Miguel Ponce, recordó que con la epidemia de hace 17 años “se dijo que el impacto en la economía global había sido de USD 40.000 millones. China perdió 1 punto de su PBI y el mundo alrededor de 1,3, pero ahora la caída puede ser superior porque el mundo está más integrado que entonces”.
Con la epidemia de 2003 China perdió 1 punto de su PBI y el mundo alrededor de 1,3% del producto, pero ahora la caída puede ser superior porque el planeta está más integrado que entonces (Miguel Ponce)
Y si bien nadie arriesga por el momento una cuantificación del daño, para Ponce va a ser “el doble que en 2003”, como uno de los efectos menos deseados de la globalización. “Los envíos (de exportaciones) se están cumpliendo tal cual estaban previstos, pero a partir de ahora las nuevas órdenes de compra pueden verse afectadas”, advirtió.
Como ejemplos de la diferencia entre aquella época y la actual, Miguel Ponce precisa que en 2003 la economía china representaba el 4% del PBI mundial y hoy nada menos que el 16%, además de ser responsable de un tercio del crecimiento global. Asimismo, el crecimiento de su clase media, estimada en unas 300 millones de personas, significó que su participación en el consumo de artículos suntuarios pasara del 10% a más del 30% del total en el mismo lapso.
Menos turistas chinos
“En turismo son una potencia”, agrega. “Se calcula que anualmente movilizan unos 134 millones de turistas, cuando en 2003 eran 20 millones”, dijo Ponce a Infobae, mientras destacaba que la epidemia “llegó en el peor momento”, si se tiene en cuenta la celebración del Año Nuevo Lunar, una ocasión propicia para multiplicar los traslados dentro y fuera de un país que cuenta con el 20% de la población de la Tierra.
La incorporación de China al mercado mundial tuvo un impacto indisimulable en las economías de muchos países. “El auge del precio de las materias primas ha sido por el tamaño de la demanda china, que impulsó un incremento de la demanda mundial y en consecuencia subieron los precios. Eso ha beneficiado a los países exportadores de materias primas, principalmente las agropecuarias”, resaltó Natalia Motyl, economista de la Fundación Libertad y Progreso.
Y en el caso de la Argentina el impulso a la producción de soja y derivados de los últimos quince años no está exento a ese fenómeno. China representaba el 3,78% de todo el intercambio comercial argentino del 2000 y esa proporción ascendió al 14,29% en 2019, transformándose en el segundo mercado para el país después de Brasil y desplazando a Estados Unidos y la Unión Europea. En ese lapso, en el que las exportaciones totales argentinas aumentaron 147% y las importaciones 94%, en el caso de China los incrementos fueron de 787% y 701%, respectivamente.
Los números fundamentan la afirmación del consultor en Comercio Exterior Marcelo Elizondo cuando dice: “lo que le ocurra a China, sea lo que fuere, tendrá influencia en la Argentina”. Y lo que está ocurriendo es una epidemia que, además de sus preocupantes consecuencias en la salud de la población, derivó en la parálisis de varias actividades.
En ese sentido, Horacio Busanello, ex CEO del Grupo Los Grobo y autor del libro “China, el gran desafío”, describió que el impacto del coronavirus “ha sido dramático en la industria del turismo y se le están sumando el cierre de fábricas, comercios, restaurants, cadenas de cafés, universidades y casas de estudios”.
“No hay forma que el consumo no sufra. Esto impacta no solo a la creciente y consumista clase media que llega a los 300 millones de personas sino a todo el país”, alertó.
En el mismo sentido se expresó Ponce, quien advirtió que “en cuanto al gasto en los hogares, el impacto es muchísimo mayor ahora que en el 2003 porque el corazón del brote es Wuhan, el centro industrial por excelencia, donde se arma el 27% de todos los smartphones del mundo”, además de “muchas empresas que se instalaron pero tienen una capacidad de reacción muy limitada, porque los procesos de relocalización son carísimos”. En cuanto a la provisión de insumos chinos, considero que “no se va a notar tanto una caída, porque el 80% proviene de Guangzhou, a donde el coronavirus aún no llegó”.
“En estos momentos China se encuentra aislada del resto del mundo, no es para tomársela a la ligera”, advirtió Motyl, al recordar la decisión de Rusia de cerrar la frontera binacional.
En estos momentos China se encuentra aislada del resto del mundo, no es para tomársela a la ligera (Natalia Motyl, al recordar la decisión de Rusia de cerrar la frontera binacional)
Con sus múltiples facetas, la globalización que potencia esta crisis también podría aportar un atenuante, ya que para Ponce “quizás las compras online, el comercio electrónico que evita que la gente salga a la calle, sea lo único que pueda compensar la caída de consumo masivo”.
Busanello señaló que la aparición del coronavirus “amenaza no solo con reducir el crecimiento de la economía china por debajo del 5% en el primer trimestre de este año sino que su rápida propagación en el Lejano Oriente está afectando a las economías de países vecinos”.
Para Elizondo, representante en la Argentina de ISPI (International Society for Performance Improvement) una red internacional de estudios y consultoría sobre desempeño empresario, “obviamente podríamos tener problemas si la economía china se desacelera y deja de demandar la misma cantidad de productos agrícolas, sobre todo soja. La Argentina exporta a China unos USD 4.500 millones por año y el 75% es soja”, cuyo precio en el Mercado de Chicago cayó un 6,13% entre el 21 de enero y el 3 de febrero.
Los efectos de esta situación en la economía argentina son inevitables, aunque por el momento, difíciles de cuantificar. En primer lugar, porque nadie sabe por el momento por cuánto tiempo se va extender la epidemia, pero además por que su impacto puede ir más allá de la relación bilateral, en la medida que otros países con los que la Argentina mantiene vínculos comerciales también padecerán las consecuencias.
En ese sentido, algunos analistas consideran que la caída de las exportaciones argentinas a China podría compensarse en parte con un mayor volumen de ventas a Brasil, cuya economía crecería este año más del 2%. Pero la economía del país vecino, principal exportador de soja del mundo, también sufrirá las consecuencias del coronavirus. Y a esta relación a tres bandas se le suma una nueva incógnita: en el mercado agrícola “se pensaba que gran parte de las 750.000 toneladas de trigo las iba a comprar China”, apuntó Ponce, quien también planteó sus dudas sobre la evolución de las exportaciones de carne vacuna, justamente después del récord de ventas al exterior en 2019, pura y exclusivamente por la demanda china.
En ese sentido, recordó que “a partir de la gestión del ex embajador Diego Guelar hubo una habilitación para exportar de unos 60 frigoríficos”, que este año se debatirán entre una merma en la producción local, la baja del consumo en China y, probablemente, un impacto en el precio.
Horacio Busanello describe una situación que favoreció el año pasado al comercio cárnico de la Argentina, derivada de otro episodio sanitario como la fiebre porcina: “El consumo de carnes en China está bajando desde de 75 millones de toneladas en 2018 a 64 millones en 2020”, pero con “un gran cambio en la composición que favorece la importación de carne vacuna y aviar”. Concretamente, la baja del 31% en el consumo de carne de cerdo se contrapone con los aumentos del 39% en carne aviar y del 20% en la vacuna.
La baja del 31% en el consumo de carne de cerdo en China se contrapone con los aumentos del 39% en carne aviar y del 20% en la vacuna
Pero ese desarrollo que en principio favorece la demanda china de carne argentina empalidece ante la baja esperada en el volumen de exportación y de precios en cereales y oleaginosas: “una débil demanda de granos así como una potencial caída de precios van a impactar en las exportaciones agropecuarias argentinas que son la base del saldo favorable de la balanza comercial y principal fuente de los dólares que necesita el gobierno para hacer funcionar a la economía”, agregó Busanello. Además, subrayó que “el consumo de carnes en China va a sufrir por la falta de cadena de frío y por el cierre de restaurants y casas de comida”.
Las consecuencias, entonces, excederán al mercado agropecuario y alcanzarán a otros rubros de la economía, en un país “vulnerable a cualquier shock externo”, ávido de divisas que, ante las dificultades de acceso a los mercados financieros, sólo podrán provenir del comercio exterior, según el análisis de Motyl. Eso lleva a revisar las previsiones que desde varias consultoras anticipaban un superávit comercial del orden de los USD 15.000 milones para 2020. “Las exportaciones se van a resentir y eso va a tener cierta implicancia en la actividad económica, en la medida que ingresen menos dólares comerciales”, añadió la economista.
Marcelo Elizondo coincide en que la epidemia del coronavirus “afectará en precio y en volumen” a las exportaciones argentinas, al tiempo que advirtió que “también impactará en las cotizaciones de las empresas y el tipo de cambio”.
El petróleo, otra de las principales materias primas demandadas por los chinos, también se verá afectado con una baja en su cotización, algo que paradójicamente “impacta positivamente en Argentina donde hay un atraso relativo en el precio de los combustibles”, destacó Busanello. Aunque el alivio podría ser breve, porque, añade, “la OPEP está analizando recortar su producción para que el precio del crudo se recupere”.
Premonición histórica
La toma del poder de Mao Zedong en 1949 llegó en medio del furibundo ataque de Winston Churchill al bloque comunista, con su condena a la “cortina de hierro”. Sin embargo, el Reino Unido mantuvo sólidas relaciones con China tanto en la gestión laborista como cuando el propio Churchill retomó el poder en 1951. Al preguntársele la razón del trato diferenciado a Mao en relación con el que le propiciaba a Stalin, aseguran que el líder conservador se limitó a responder: “si cada chino nos comprase una frazada, solucionamos la crisis de la industria textil británica”.
Cierta o no, la frase condensa la actitud de los gobiernos de todo signo de los países occidentales ante un país que hace 70 años impresionaba por su población y hoy, además, por una economía que desde entonces creció 60 veces.
Desde las antípodas, la economía argentina, que en el mismo lapso creció 12 veces menos, sigue con atención la evolución de una enfermedad cuyos efectos ya se notan pero cuyos alcances son todavía difíciles de prever.