10 reformas para evitar una nueva Gran Depresión

El autor es Associate Professor of Economics de la Metropolitan State University of Denver, PHD en Economía y Editor de Punto de Vista Económico.

INFOBAE – La Gran Depresión de la década del 30 fue la peor crisis económica del siglo XX, con una tasa de desempleo llegando al 25%. Los impactos sociales y económicos de la Gran Depresión persisten hoy día. Una preocupación, entendible, es si la pandemia puede derivar en una Gran Depresión.

Sin embargo, la historia nos enseña que ese no tiene por qué ser el caso. Se estima que la pandemia de gripe española de 1918 produjo una caída en actividad económica del 25% entre julio de 1918 y marzo de 1919. Caída similar a los primeros cuatro años de la Gran Depresión. Es decir, la gripe española produjo una caída en actividad cuatro veces más rápida que la crisis del 30. Sin embargo, la economía española se recuperó rápidamente, creciendo alrededor de un 25% entre marzo de 1919 y enero de 1920.

Tenemos, entonces, dos crisis profundas: una de ellas de larga duración (la Gran Depresión) y otra de rápida recuperación (la gripe española). Para entender la diferencia entre ambas crisis es importante separar la magnitud de la caída en una crisis y la duración de la misma. Una economía puede caer profundamente y recuperarse inmediatamente. O también puede caer y quedarse en el fondo por un largo período de tiempo. Esto es lo que sucedió en la Gran Depresión.

El motivo por el cual la Gran Depresión fue una crisis tan larga tiene un nombre bien conocido, el famoso New Deal. El New Deal consistió una amplia política económica de control de precios, salarios mimos, prohibición de despidos, grandes obras públicas. Todas estas restricciones, que de hecho comenzaron a aplicarse antes que Roosevelt llegara a la presidencia, implican ponerle una camisa de fuerza a la economía. El mercado no tiene la flexibilidad para levantarse una vez pasado el shock que produjo la crisis. La diferencia con el caso de Estados Unidos es que España no tuvo su New Deal terminada la pandemia de gripe española. El New Deal ve su fin no gracias a la Segunda Guerra Mundial, sino a la declaración unánime de la Corte Suprema de inconstitucionalidad del New Deal. Roosevelt se arrogó la suma del poder público al (a) escribir las regulaciones económicas, (b) interpretar las mismas, y (c) decidir multas en caso de incumplimiento. ¿Suena parecido a lo que hace el gobierno actual?

La relación entre recuperación de una crisis y libertad económica se repite en 212 crisis entre 1993 y el 2010. Un estudio estadístico en el European Journal of Political Economy encuentra que aquellos países que disfrutan de mayor libertad económica tienen (a) crisis menos profundas y (b) una mayor recuperación. Los países con economías de libre mercado no tienen menos probabilidades de ser afectados por shocks que produzcan una crisis, por ejemplo una pandemia. Pero sí están condiciones de sufrir menos las crisis y recuperarse más velozmente que los países con políticas más intervencionistas y cerrados al comercio internacional.

Argentina se encuentra entre las economías menos libres del mundo y vemos a un gobierno que aumenta las intervenciones en lugar de disminuirlas. A continuación, a modo de ejemplo, 10 reformas pro-mercado que deberían ser parte de la agenda política para que Argentina esté preparada para el día después:

-Simplificación impositiva y baja de impuestos: el gobierno debe dejar de ser un salvavidas de plomo envuelto en un laberinto impositivo.

-Flexibilización laboral: para volver a crear empleo de manera rápida, es importante reducir los costos laborales.

-Reducir el tamaño del Estado: el sector privado debe usar los pocos recursos que tenga a disposición para salir de la crisis, no para mantener al insostenible estado argentino.

-Revisar las regulaciones del mercado de salud: ¿se pueden eliminar regulaciones, tasas, etcétera, que permitan a esta industria actuar de mejor manera en caso de un rebrote de la pandemia?

-Abrirse al comercio internacional: hace tiempo Argentina debería haber dejado de lado el “vivir con lo nuestro” y la sustitución de importaciones. Cerrarse al mundo es lo opuesto a maximizar las ventajas comparativas del país.

-Super-seguridad jurídica de activos financieros: dado el historial de confiscaciones y inseguridad jurídica, Argentina va a tener que ofrecer super-seguridad jurídica para ser un destino atractivo para inversores externos. El Poder Judicial tiene que ser parte de la solución, y no parte del problema al no inspirar seguridad sobre los patrimonios privados.

-Ser amigable con quien te da de comer: los empresarios, de cualquier tamaño, tienen que dejar de ser tratados como “miserables”. Es el sector privado quien invierte, genera trabajo, y paga impuestos. Es el sector privado quien paga los sueldos que el sector público no se quiere bajar mientras la economía agoniza.

-Reducir el riesgo país: quizás sea hora de cambiar la estrategia de confrontación con los acreedores, aceptar los errores propios, y reconstruir confianza en el país para bajar el riesgo país. No solo por el costo de la deuda pública, un alto riesgo país también tiene un efecto negativo sobre la actividad privada.

-Agilizar la creación de empresas: va a ser necesario crear nuevo emprendimiento. Esto tiene que ser un proceso rápido, barato, y sencillo.

-Crear un fondo anticíclico: ir a superávit financiero que permita (a) reducir el peso de la deuda y (b) crear un fondo anticíclico para hacer frente a shocks externos.

Hay dos escenarios posibles post-pandemia. Salir de la crisis con reformas pro-mercado volviendo a un escenario de estanflación. O salir de la crisis con reformas pro-mercado y entrar a un camino de crecimiento sostenible.

La pandemia no tiene por qué derivar a una Gran Depresión. La dirigencia política argentina no es responsable del COVID-19. Pero sí es responsabilidad de la política salir evitar una Gran Depresión creando las condiciones para una rápida salida de la actual crisis económica.

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