La agonía del peso argentino

Analista Económico en Libertad y Progreso.

CRONISTA – Argentina tiene en su agenda dos temas que tensionan la economía. Por un lado, la pandemia y, por otro, la renegociación de la deuda. Ambos problemas dejan al desnudo las debilidades que presenta nuestro país a consecuencia de no tener una moneda sana y fuerte y eso se ve reflejado en la brecha cambiaria que llega al 80% y asusta.

El incremento que observamos en los últimos días de los dólares paralelos refleja la pérdida de valor que viene sufriendo el peso. La increíble emisión monetaria, la falta de inversiones atractivas en pesos y la tensión por la renegociación de la deuda son el combustible que prendió fuego a la divisa norteamericana.

En medio de toda esta locura por el dólar, el BCRA anunció que dentro de poco tiempo empezará a circular un nuevo billete de $5.000 dado el poco valor que tenía a esta altura el billete de $1.000. Recordemos que este último billete, cuando salió en circulación (1 de diciembre del 2017), tenía un valor de US$57,37 mientras que ahora vale solo US$8,44 (tomando como referencia al dólar Contado Con Liquidación). Esto quiere decir que perdió el 85% de su valor en dólares en poco más de dos años.

Gráfico I: Evolución del valor en dólares del billete de $1.000

Fuente: Libertad y Progreso en base a Rava Bursátil

El flamante billete de $5.000 nace con un valor inferior al que nació su predecesor. Si bien no podemos extrapolar lo sucedido con el billete del hornero al billete de los médicos, todo parece indicar que los US$42,21 que vale hoy el nuevo billete, al ritmo de emisión que se viene observando y que, si eso continúa, se va a evaporar rápido.

En el resto de nuestros países vecinos los billetes de mayor denominación suelen mantenerse estables y no están continuamente sacando nuevos diseños a la calle. En el gráfico 2 vemos que, de la región, excluyendo a Venezuela, con el nuevo billete estamos terceros en el ranking de billetes de mayor denominación de más valor en dólares. Primero está el billete de S/.200 nuevos soles de Perú que entró en circulación en el año 1991. En último lugar, cómodo, aparece nuestro billete de $1.000 que ya deja de competir en este ranking.

Gráfico II: Billetes de mayor denominación de los países de la región medidos en dólares

Fuente: Datos propios en base a Oanda

Más allá del ranking de billetes o la emisión de billetes de mayor denominación está claro que la culpa no es de los pobres papelitos. La irresponsabilidad de nuestros gobernantes hacen que la única fuente de financiamiento del continuo déficit del estado sea la impresión de dinero. De esta forma, la oferta de dinero se incrementa mientras la demanda sigue cayendo (más allá del aumento de la demanda de dinero coyuntural por la cuarentena), generando una pérdida de poder adquisitivo de nuestra moneda. No es casualidad que Perú no tenga que emitir billetes de mayor denominación desde 1991 y que siga valiendo más que los del resto de los países. Ellos aprendieron la lección de la hiperinflación que acabó con el Inti (la moneda previa al nuevo sol) y mantienen una prudencia fiscal y monetaria que les permite tener una moneda que cumpla con las tres funciones básicas: Unidad de cuenta, medio de circulación y reserva de valor. En nuestro caso, el Peso argentina cumple 1 función y media. De más está decir que la que no cumple es la de reserva de valor. La que cumple completamente es la de medio de circulación mientras que función de unidad de cuenta la cumple a medias ya que hay mercados que pactan sus valores en dólares, como es el mercado inmobiliario, y encima los valores que se pactan en pesos sufren de mucha volatilidad.

El ministro de economía siempre dice que la Argentina va a pagar la deuda cuando crezca la economía. Pero para ello necesitamos ahorro e inversiones en grandes cantidades y los proyectos que mas inversiones requieren son los de largo plazo. Con una moneda inestable como la nuestra es imposible realizar planes más allá del corto plazo y, sumado la alta presión impositiva y el constante cambio de reglas de juego en el ámbito de los negocios, nuestro país espanta a cualquiera que venga a invertir un dólar en nuestro país. Si no generamos un clima amigable para los negocios, Argentina no va a poder encauzar un crecimiento sostenido que nos saque de esta agonía de estar viviendo en una crisis permanente.

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