La importancia de que se cumplan las reglas de juego en economía

Analista Económico en Libertad y Progreso.

EL ECONOMISTA – Nuestro país está atravesando una de las crisis más profundas de los últimos tiempos. En medio de las dificultades desencadenadas por la pandemia y en plena reestructuración de la deuda, la economía agoniza y pide a gritos un plan económico que la coloque en un sendero que lleve a un crecimiento económico sostenido, o al menos un plan que otorgue cierto grado de previsibilidad.

De esta manera, la pregunta que debería hacerse el ministro de Economía es acerca de cómo se logra ese tan ansiado crecimiento económico para dejar atrás la “coronacrisis” y que nos posibilite salir del estancamiento económico que venimos sufriendo en la última década.

El primer paso es resolver de una vez por todas la renegociación de la deuda externa. La pequeña diferencia entre la propuesta oficial y la de los acreedores indica que no hay incentivos para ninguna de las partes a patear el tablero y seguir en default, a pesar de que las últimas conversaciones enfriaron el acuerdo. El cierre de este tema es condición necesaria pero no suficiente para una recuperación más rápida ya que permite el acceso al crédito a las empresas privadas. Sin crédito no hay inversiones de la escala que necesita Argentina.

Ahora bien, tampoco va a haber inversiones en un ambiente de negocios en donde las reglas de juego se modifican todo el tiempo. Cualquier inversión implica riesgos que pueden alterar el futuro proyectado por las empresas. Por esta razón, los empresarios de dichas empresas evalúan esos riesgos previendo de la mejor forma posible los vaivenes macroeconómicos. Lo que es imposible de anticipar son las decisiones de los funcionarios de turno que deciden de manera arbitraria intervenciones, impuestos y regulaciones.

El caso de la expropiación de Vicentin es un claro ejemplo del cambio en las reglas de juego del mercado. En vez de dejar que el “reglamento” solucione a través del concurso de acreedores el problema económico por el cual atravesaba la empresa, el Estado intervino queriendo expropiar y manejar arbitrariamente una empresa privada. Esta decisión no solo tiene costos económicos y legales para el Estado ya que el mayor costo de la decisión de expropiar Vicentin es aquel que no se ve, la inversión que no llega, el empleo no creado, el producto no vendido.

El clima de negocios en Argentina se empantana y espanta inversiones que son el motor de la recuperación y salida de esta crisis. Explícitamente lo vemos hoy con la retirada del mercado de cabotaje de Latam que se retira de nuestro país no por la pandemia, sino por el cambio de las reglas de juego que deja a 1.700 empleados en la calle. La aerolínea se cansó de lidiar con un Estado que mantiene el monopolio de la ineficiente Aerolíneas Argentinas a través de una gran masa de subsidios e impide la competencia en los cielos argentinos a costa de los consumidores. Otra vez, volar se convierte en un privilegio de pocos pagado por todos.

Lo que necesita Argentina es volver a fortalecer las instituciones que, en definitiva, son los cimientos de toda estructura económica. Sin ellas la economía tambalea constantemente. La historia argentina es un constante recordatorio de ello. Partiendo de esa base, las empresas que vengan a invertir en Argentina sabrán que su propiedad no va a ser confiscada, que no va a venir un funcionario a decirles cómo manejar su negocio, un sistema impositivo coherente y estable. Así, van a poder valuar sus proyectos de una forma más precisa minimizando los riesgos macroeconómicos y posibilitando inversiones que en caso contrario no se van a llegar a realizar. Algunas tendrán éxito y perdurarán, mientras que las que fracasen tendrán que reformular su negocio o simplemente asumir las pérdidas. El mercado está en constante movimiento y solo aquellos que saben adaptarse a la demanda de los consumidores son los que triunfan.

Para la salida de la crisis es crucial resolver la reestructuración de la deuda, pero no es suficiente para poder lograr una recuperación rápida de la economía. A diferencia de aquellos países que tienen instituciones fuertes y no están en manos del funcionario de turno van a poder salir de la crisis de una mejor manera que aquellos, como nosotros, que tenemos instituciones débiles y con un cambio constante de las reglas de juego. La confianza en las mismas lleva tiempo, cuanto antes arranquemos a recomponerla más rápido podremos mejorar las condiciones de vida de nuestro país.

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