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La situación crediticia de empresas y particulares entró en eclosión en los últimos meses. Incluso, muchas marcas ya debieron cerrar sus persianas.
La crisis económica derivada de la pandemia de coronavirus y las ásperas renegociaciones de deuda externa con los acreedores golpearon a toda la cadena que cuenta con pasivos, por la falta de posibilidades de generar caja para cumplir sus obligaciones.
Sobre todo a los que deben a proveedores del exterior, y que también sufrieron el golpe de la devaluación.
Con un riesgo país en torno a los 2.500 puntos, Argentina tiene los mercados de deuda en dólares cerrados, donde le es imposible obtener financiamiento a tasas razonables.
“Estando en default y en el medio de un proceso de renegociación con los bonistas, la primera cuestión a abordar es si hay un problema de solvencia o liquidez“, define a iProfesional Roberto Geretto, economista jefe de Banco CMF.
Así las cosas, este experto sostiene que para vislumbrar un posible problema de solvencia, el análisis usual es ver determinados ratios como los de intereses respecto al PBI, o deuda/PBI, o bien reservas en relación al PBI.
Además, se deben considerar las variables fiscales, en especial, el resultado primario y financiero.
“Tomando números de fines de 2019, se puede apreciar como Argentina tenía una relación de deuda bruta en base al PBI del 72%, lo cual, a priori, puede lucir alto. Sin embargo, descartando la deuda intrasector público, dicho porcentaje baja al 43% del PBI, un número aceptable para los estándares globales”, resume Geretto.
Asimismo, este economista aclara que el aumento en esta relación se vio afectada por el tipo de cambio real, ya que el incremento del mismo hizo que “gane peso respecto al PBI”, debido a que un alto porcentaje de la deuda de Argentina está nominada en dólares.
En cuanto a los intereses de la deuda en base al PBI, “el año pasado cerraron en torno al 3,4% del PBI, lo cual no es una cifra inmanejable”, indica Geretto.
Por el lado de las variables fiscales, el Tesoro cerró casi en equilibrio primario, mientras que el déficit financiero fue del 3,8% del PBI, “gracias a los esfuerzos fiscales realizados hasta el 2019”.
Claro, ahora, con la pandemia y la consecuente cuarentena, la actividad económica ingresó en una era de hielo.
“Descartado un problema de solvencia, queda por analizar la liquidez. Viendo solamente dos variables que perjudican en la situación crediticia del país, como la evolución de las reservas y el bajo nivel de exportaciones“, subraya Geretto.
Para el primer caso, salvo por algún mes concreto donde se acreditaban los desembolsos del FMI, las reservas del Banco Central “han venido cayendo sistemáticamente”.
De hecho, “ni siquiera el cepo ha podido parar la caída de estas. Así, actualmente, el stock de reservas brutas de encuentran en torno a los u$s43 mil millones (menos del 10% del PBI), en tanto que las reservas netas están en torno a los u$s10 mil millones“, resume Geretto a iProfesional.Te puede interesar
“Hoy el crédito de la Argentina es escaso. Como el Gobierno absorbió todo el crédito interno hace años, lo que provocó una suba de la tasa de interés, para financiar sus gastos, en vez de intentar reducirlo, tuvo que endeudarse afuera”, indica Natalia Motyl, analista económica de la Fundación Libertad y Progreso.
Y aclara que, sin embargo, “el Gobierno tampoco logró aprovechar el tiempo que le daba la deuda para resolver sus problemas estructurales. Lo que desembocó en una crisis de confianza que provocó una suba del riesgo país, y a nosotros nos costó más sostener éste modelo implosivo de endeudamiento que requería siempre de más deuda para pagar compromisos tomados previamente”.
Así, Motyl resume que la crisis en nuestro país es de “confianza“.
Es por ello que “la situación crediticia se encuentra tan atrofiada. Los mercados descuentan que el modelo económico argentino, basado en seis décadas de déficit fiscal persistente, no es sostenible”.