Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.
El Economista – En estos días ha habido declaraciones sobre una amenaza independentista, en realidad no para ejecutarla pues ello requeriría una reforma constitucional para convertir a nuestro país en una confederación que sustituya la actual federación. Pero esas manifestaciones mendocinas no apuntan a ese objetivo sino más bien a advertir que en un sistema federal el gobierno central no puede exprimir a las provincias y castigarlas según el color político de sus gobernadores, de lo contrario se retorna a la forma unitaria que tanto dolor causó y causa a los argentinos, una actitud que viola la Carta Magna.
Debe tenerse presente que son las provincias las que constituyen la Nación y no el gobierno central. En lugar de encaminarnos al federalismo desde hace décadas se instaura el unitarismo que va de la mano con el estatismo rampante que venimos arrastrando. En verdad, sería de desear que los impuestos nacionales solo fueran para financiar la Justicia federal, la defensa y las relaciones exteriores y todos los demás tributos debieran ser provinciales y municipales en un proceso de competencia donde los incentivos sean en cada jurisdicción el atraer inversiones y no favorecer que ciudadanos se muden a otra provincia que ofrece mejores condiciones. Incluso, estrictamente considerada, la coparticipación debiera ser de las provincias al gobierno central y no al revés. Pero muy lejos de ello, resulta que nuestros gobiernos nacionales prefieren operar con la billetera y el látigo al efecto de domesticar a las provincias consideradas díscolas.
Respecto a las secesiones, tenemos que tener presente que los argentinos nos separamos de España aunque al decir de Alberdi “dejamos de ser colonia española para ser colonos de nuestros gobiernos” salvo en lo que va desde la Constitución liberal de 1853 a la revuelta fascista del 30 agudizada notablemente a partir del golpe militar del 43, una situación lamentable que hasta ahora no hemos podido revertir.
También las trece colonias estadounidenses se separaron de las garras de Jorge iii y más recientemente Panamá de Colombia, Noruega y Dinamarca del reino de Suecia, Taiwán de China, el afortunado desmembramiento de la Unión Soviética, de modo que no se trata de episodios originales. Pero volviendo al caso argentino, estimo que las referidas declaraciones públicas, solo deben tomarse como una manifestación de hartazgo por discriminaciones y manotazos del gobierno central en la esperanza de encontrar signos de razonabilidad en los gobernantes que hasta el momento han incrementado el ya muy adiposo gasto público que es financiado con impuestos insoportables, deuda colosal y una expansión monetaria exponencial que a su debido tiempo hará estragos. Todo esto en el contexto de pretendidas intimidaciones contra periodistas, proyectadas reformas judiciales inauditas y forzar el abandono de sonados casos de corrupción en medio de alabanzas al totalitarismo chavista.
Cierro esta nota con el siguiente interrogante retórico: ¿no se percibe que la inacción fruto de la pandemia no permite producir y sin embargo no hay el más mínimo síntoma de reducir la maraña de tributos que recae sobre las espaldas de la gente?
Si no se dan cuenta de la urgencia de eliminar funciones burocráticas incompatibles con un sistema republicano, por lo menos procedan en consecuencia cuando la economía está cayendo abruptamente sin miras de recuperación. Tal vez, subrayo solo tal vez, las angustiosas declaraciones que comentamos desde ámbitos mendocinos puedan servir para despertar del letargo autoritario. Hay quienes toman lo dicho a la chacota pero es un tema muy serio.