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El aumento de las posibilidades de que la Argentina llegue a un acuerdo con un porcentaje importante de los acreedores hizo que subieran con cautela los bonos de la deuda. Los inversores ahora analizan la letra chica de lo que puede suceder y por eso no se apresuraron a tomar posiciones. Por caso, ven un obstáculo en la negociación de bonos de más largo plazo ideados por Roberto Lavagna y emitidos por Néstor Kirchner en 2005 para salir de otro default.
Si bien una aceptación de más de 50% se considera un triunfo, está la posibilidad de que haya demasiados holdouts (deudores que no entren al canje) que significaría juicios contra el país en los tribunales de Nueva York. A partir de allí, comienza otra fase de negociación de la deuda, para captar a aquellos holdouts con alguna mejora a la oferta, que deberá hacerse extensiva a los que entraron al canje. Pero si la masa crítica llega a 60%, se capta al grueso de los acreedores y el efecto contagio es importante para seducir a los rebeldes.
El tema con los bonos largos es que se diferencian de los demás porque necesitan una masa crítica de aceptación de 85% de los acreedores para que no haya juicios. Los bonos tienen a su favor que empiezan a pagar el capital a partir de 2024 y vencen entre 2033 y 2038. Pero el obstáculo es que el cupón de intereses está por encima de 8% y el gobierno lo juzga demasiado elevado y se plantearía una situación de desigualdad con el rendimiento de los nuevos títulos.
De todas maneras, prevaleció el optimismo en los inversores a partir de la mitad de la rueda a medida que se conocieron detalles de lo que puede ser la propuesta argentina. Los bonos de ley local que están en default, pero que tendrían las mismas condiciones que los bonos de ley extranjera si se llega a un acuerdo, tuvieron alzas de 0,83% cuando se trató del Bonar 2020 y de 1,50% en el caso del Bonar 2024, los dos más representativos.
Los bonos largos, el capítulo más arduo de las negociaciones, tuvieron comportamientos dispares. El Discount quedó sin cambios, mientras el Par subió 6% y traccionó la baja del riesgo país en 58 unidades (-2,4%) a 2.486 puntos básicos. Lo mejor de la caída es que volvió a ubicarse por debajo de los 2.500 puntos.
Donde le fue bien al país fue en la licitación de bonos en pesos. Es importante que mantenga esta fuente de financiación.
Las acciones no reaccionaron a la caída del viernes. El S&P Merval, el índice de las acciones líderes, perdió 0,69% con el volumen más bajo de los últimos tiempos ya que se operaron apenas $ 717 millones, 20% menos que el día anterior y la cuarta parte de lo que se negociaba hace tres semanas.
La mayor caída fue la de Ternium (-5,01%) seguidas por Telecom (-3,12%). Pero a pesar de que el principal indicador dio negativo, el panel mostró mayoría de alzas. Lo que sucede es que los papeles que mejoraron tienen menor incidencia en la confección del índice y sus aumentos fueron leves con excepción de Grupo Financiero Valores que avanzó 4,95%.
En Wall Street, los ADR’s argentinos -certificados de tenencia de acciones que cotizan en dólares- tuvieron mejor suerte. Lo mejor fue Edenor (+4,79%), seguido por Ternium (+2,87%) e YPF (+2,63%). Las caídas alcanzaron a solo cinco ADR’s.
Los dólares alternativos continuaron en baja y se acercaron al valor del dólar solidario. El dólar Bolsa bajó $ 2,08 (-2%) a $ 100,39 y solo $ 4,84 lo separan del dólar solidario, es decir que la brecha es de apenas 5%. El contado con liquidación, casi sin operaciones, bajó $ 1,63 (-1,5%) a $ 104,07. El que se mantiene firme es el dólar libre en $ 129 pero con escaso movimiento.
Pero estos números son irrelevantes comparados con los del sector productivo, donde crece el desempleo y la actividad económica se derrumbó 26,4% en abril. Esta es la economía que importa. Y es la que no funciona. Una prueba de ello está en el mercado mayorista donde solo se negociaron USD 200 millones por la ausencia de exportadores.
En la plaza oficial, el dólar en bancos y casas de cambio aumentó 31 centavos a $ 73,86. En la plaza mayorista, el dólar subió 18 centavos (+0,30%) $70,40. Con esta suba, que triplicó la de las tres ruedas anteriores, mantuvo el promedio de devaluación diaria de 0,10% en las últimas cuatro ruedas. El Banco Central cambió su algoritmo de devaluar 9 centavos por día y ahora hace tres devaluaciones consecutivas de 6 centavos y una cuarta de 18 centavos, con lo que deja todo como era antes. Cuando este algoritmo sea previsible, probablemente lo cambie, si no hay una devaluación antes.
De todas maneras, en lo que va del mes el dólar mayorista se depreció 2,7% contra una inflación que la fundación Libertad y Progreso estima en 1,9%.
Pero estos números son irrelevantes comparados con los del sector productivo, donde crece el desempleo y la actividad económica se derrumbó 26,4% en abril. Esta es la economía que importa. Y es la que no funciona. Una prueba de ello está en el mercado mayorista donde solo se negociaron USD 200 millones por la ausencia de exportadores. Las reservas, en este contexto, subieron apenas USD 2 millones a 43.203 millones. La cuarentena sigue, pero se complicas frenar la desobediencia civil. Se exigió demasiado para conseguir tan poco en la lucha contra el Covid-19.