Por Manuel Solanet (h)
INFOBAE – Hace un tiempo el presidente Fernández descartó ciertas ideas que brotaron de su coalición bajo el calificativo de “ideas locas”. Muy poco tiempo después, otra idea loca está surgiendo del gobierno, esta vez directamente de la boca del presidente y algunos de sus ministros. A esta nueva propuesta se la llamó ingreso o salario universal.
Si eliminar la pobreza fuera algo tan fácil como repartir dinero, el problema habría desaparecido de la Tierra desde la creación del papel moneda. Evidentemente no es así.
Pensando en la implementación del salario universal surge la pregunta de cómo se financiará este “salario para todos”. Como nuestro país no tiene ninguna fuente de financiación genuina, el dinero del salario universal no saldrá de otro lado que de la emisión monetaria. Es increíble, pero parece que el Estado, que no puede dar un servicio de salud razonable, ni educación de calidad, ni seguridad a sus ciudadanos, ni rutas en buenas condiciones (sólo por enumerar algunas de las funciones básicas de estado), piensa que es posible repartir dinero (¿universalmente?) sin consecuencias de ningún tipo.
Todos sabemos que imprimir billetes no es lo mismo que generar riqueza. La emisión monetaria no es otra cosa que aumentar la carga impositiva por vía indirecta, ya que el dinero en posesión de la gente se depreciará (en Argentina más a la corta que a la larga) en la misma proporción que la emisión. Es decir que por un lado le dan dinero a la gente (el ingreso universal) y por el otro se lo sacan (inflación), una estafa disfrazada de generosidad. Además, ojalá este fuera un juego de suma cero, ya que sería neutro. Pero la inflación es dañina para la productividad de la economía que es, al fin de cuentas, lo que brinda bienestar a las personas. Si la emisión monetaria eliminara la pobreza y creara riqueza, seríamos uno de los países más ricos del mundo junto con Venezuela y Zimbabue.
Sólo el trabajo y la inversión rentable generan riqueza y fomentarlos debería estar entre los objetivos del Gobierno. Los subsidios, que pueden entenderse en coyunturas y limitados en el tiempo, desincentivan el trabajo. A modo de ejemplo, en este momento se está dando el caso que mucha gente recibe más plata sin estar trabajando que la que ganaba cuando estaba trabajando. Con el ingreso universal, estos desincentivos al trabajo se incrementarían agregándose a los impuestos y regulaciones laborales.
La salida de la cuarentena y el esperado despegue de Argentina, desde el punto de vista económico, será sólo a través del trabajo y la eficiencia. Buscar soluciones a través de la emisión sería, yendo al absurdo, como legislar el curso legal de las fotocopias de billetes.