El autor es Associate Professor of Economics de la Metropolitan State University of Denver, PHD en Economía y Editor de Punto de Vista Económico.
PUNTO DE VISTA ECONÓMICO – A medida que en Argentina aumenta los días de cuarentena, también se incrementa las voces críticas pidiendo una flexibilización de la misma. Parece haber una división infranqueable entre quienes defienden la cuarentena del gobierno y quienes piden mayor flexibilidad. Haciendo uso de la típica estrategia de falsas dicotomías, se presenta a quienes piden una cuarentena más flexible como insensibles a quienes no les interesan la vida de terceros.
Ese, por supuesto, no es el caso. Las dos medidas posibles para lidiar con la pandemia no son todo o nada, existen puntos intermedios así como cambios en el margen. Existen, también, otros costos aparte de las infecciones del Covid-19. Las alternativas posiciones respecto a que tan fuerte debe ser la cuarentena se pueden representar como diferentes ponderaciones en los costos de este tipo de medidas. Por un lado se encuentra el costo obvio de salvar vidas al reducir las infecciones del Covid-19. Pero, también existen otros costos, por ejemplo:
- Muertes por Covid-19
- Suicidios por depresión
- Muertes por enfermedades y/o cirugías no tratadas
- Muertes futuras por diagnósticos no realizados
- Costo económico (menores ingresos que llevan a mayor pobreza, que a su vez llevan a problemas de salud por falta de buena alimentación y cuidados de salud)
- Perdidas de libertades individuales
Podemos representar al costo de la cuarentena de la siguiente manera:
Donde las representan los seis costos arriba mencionados y las funciones transforman dichos costos en una valoración. Y los representan la ponderación subjetiva de cada costo.
Los defensores acérrimos de la cuarentena en su versión K asignan un valor muy alto a salvar vidas del Covid-19 y una ponderación muy baja a los otros costos .
Quienes piden revisar la cuarentena K asignan una ponderación más “equilibrada” entre los distintos costos de una cuarentena. Sin embargo, también es el caso que se puede asignar una ponderación de al costo económico y a la pérdida de libertades individuales y al mismo tiempo pedir una flexibilización de la cuarentena K. Esto sucede cuando no es infinito (Covid-19 es lo único que importa) y es lo suficientemente superior a cero (otras vidas también importan) (ver este articulo de Edgardo Zablotzky).
Otra diferencia surge cuando se considera que si bien es importante salvar vidas, esto no se puede hacer a costa de sacrificar libertades individuals más allá de cierto límite aceptable . O, en una versión más extrema, que las libertades individuales son intocables incluso en pandemia .
Como regla general, difícilmente se llegue a un resultado óptimo al minimizar una función de costos con varias variables mirando sólo una de ellas.
El incómodo problema de elegir vidas
Una cuarentena basada en asignar sólo valor a las vidas afectadas por el Covid-19 se enfrenta al incómodo problema de tener que elegir vidas. Salvar vidas del Covid-19 es más importante que salvar vidas por depresión, suspension de tratamiento medico, etc. En su extremo, propuestas como la del Diputado Lipovetzky (Pro), imponiendo la obligatoriedad de donar plasma a recuperados del Covid-19 [luego Lipovetzky aclara que se presume donante a quien no explicite lo contrario]. No fue un lapsus, Lipovetzky mismo habla de donaciones obligatorias.
No estaríamos muy lejos, por ejemplo, de obligar a personas (quizás elegidas al azar) a que se sometan a pruebas experimentales de una vacuna contra el Covid-19. Si estamos dispuestos a dejar que personas mueran por temas distintos al Covid-19 con tal de minimizar la probabilidad de nuevos contagios, ¿qué nos impide obligar a esas mismas personas a someterse a vacunas experimentales?
El problema de asignar un al Covid-19 es que las personas (y sus cuerpos), pasan a ser de facto propiedad del Estado.
Comparaciones difíciles
Es difícil aún evaluar si las medidas de cuarentena son las adecuadas. Aún no tenemos la película completa. Supongamos, para simplificar, que sólo miramos (Covid-19) y que las dos alternativas son cuarentena o no cuarentena (sin casos intermedios).
En este caso, la comparación válida no es el número de infectados (y fallecidos) que hay con y sin cuarentena, sino el número de infectados (y fallecidos) que hay durante y luego de la cuarentena. Una cuarentena larga que reduce recursos disponibles y debilita el sistema inmunológico de las personas puede generar un mayor número de casos una vez que se libera la cuarentena con el virus esperando afuera. Que se diga que Argentina tiene hoy menos casos que otros países no es suficiente, dado que aún tenemos que ver cuál va a ser la situación post-cuarentena. La idea no es achatar la curva para que la misma se dispare el día después de la cuarentena, de lo contrario se corre el riesgo de estar en cuarentena in eternum.
Otra comparación difícil es contrastar las muertes por Covid-19 con las de otras enfermedades. La primera dificultad es no olvidarse de comparar las tasas de contagio de cada enfermedad. La otra dificultad es que se están comparando casos de Covid-19 con el mundo entero en cuarentena con casos sin cuarentena. El caso relevante es cuál sería la situación del Covid-19 sin cuarentenas. Dada la novedad del virus, es un escenario obviamente difícil de estimar (y ya sabemos que las estimaciones que han hecho -Imperial College- no han sido muy precisas).