Por Francisco Solanet
Habitualmente se ve al empleador o “empresario” como un hombre mal intencionado, sin corazón, siendo uno de sus objetivos principales el ganar dinero a toda costa, utilizando como herramienta favorita el despido de personal.
En una economía fluctuante como la Argentina, las empresas, especialmente las Pymes, necesitan de estructuras flexibles para acompañar los vaivenes de la actividad. Por esto, cuando el objetivo es proteger a las empresas, y, en consecuencia, proteger el empleo, hace falta que exista un marco legal que le brinde flexibilidad para girar el volante en los tiempos difíciles.
Ante lo inevitable, algunas de las posibles medidas que un empresario puede tomar frente a una recesión son:
- Aplazar las inversiones (frenando el crecimiento de la compañía y la nueva generación de empleo)
- Reducir gastos de producción (disminuyendo la calidad)
- Reducir el personal.
Pero ¿qué pasa cuando al empleador NO se le permite despedir? Una vez que se redujeron los costos no esenciales, tendría que conseguir una forma para sostener los gastos recurrentes que aún siguen en la empresa (pago de salarios, alquileres, servicios, etc). El mismo, con la necesidad de cubrir estos gastos, puede optar por reducir los ahorros de la empresa, pedir préstamos de la casa matriz, tomar deuda (postergando problemas para el futuro), o, en el peor de los casos, gastar los ahorros de su bolsillo.
Si la demanda se recuperara antes de la quiebra, la empresa habría mantenido el 100% de la nómina, pero probablemente, no contaría con el capital de trabajo suficiente para poder volver a operar, o al menos no en la velocidad requerida, y, en el caso de haber tomado deuda, quedaría endeudado en exceso teniendo un problema adicional con sus prestamistas.
Si la demanda no se recuperara a tiempo, los ahorros podrían agotarse, y ante esa situación no quedaría más alternativa que el cierre total de la empresa, generando así la pérdida de la totalidad de los puestos de trabajo.
Por otro lado ¿Qué pasaría si el empleador SI pudiera despedir? Una vez que se redujeron los gastos no esenciales, se procedería al despido del personal excedente, hasta alcanzar así, una nómina acorde al nuevo nivel de actividad. Esto alargaría el tiempo de supervivencia de la empresa pudiendo, en el mejor de los casos, extenderlo indefinidamente. Así, cuando la demanda se recupere, la empresa se encontrará en condiciones de volver a operar y, recontratar a los empleados despedidos previamente.
En las empresas chicas, los ahorros son escasos, dejando poco margen para esperar la recuperación de la demanda, acelerando así el proceso de cierre. En la Argentina, se estima que las PyMES brindan más del 50% del trabajo total, siendo una pieza fundamental para el empleo argentino. Sin embargo, el gobierno tomó la decisión de limitar los despidos sin causa justificada. Esta medida, si bien suena como políticamente correcta, es un gran error a la hora de pensar en el bienestar de largo plazo de las empresas y de los trabajadores.
Para mantener la actividad productiva, y en consecuencia los puestos de trabajo, se deben generar incentivos, no trabas. De esta manera el marco legal bajo el cual actuarán las compañías serias más atractivo para futuras inversiones.