Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.
LA PRENSA – El Gobierno necesita transitar un sendero decreciente en materia de déficit fiscal, asegura el economista jefe de Libertad y Progreso. La presión fiscal y la legislación laboral, dos lastres para las empresas. El acuerdo con la Unión Europea abre una ventana de posibilidades.
En la Argentina que carga sobre sus hombros un 40,9% de pobreza, según datos del primer semestre del año, el mero diagnóstico ya no alcanza. El gran desafío para la clase política, no sólo para el actual gobierno sino para éste y para los que vendrán, pasa por el cómo. Cómo vamos a hacer para salir de semejante escenario crítico que hunde a casi 12 millones de personas en una situación desesperante.
Primero es el cómo y después tendrá que venir el qué. Es decir, qué tipo de políticas deberían ser implementadas para que finalmente la Argentina eche a andar y se ponga, con el tiempo, a la altura del potencial que le aseguran sus recursos.
En una economía devastada por la cuarentena, con lastimosos índices de actividad, alto desempleo, mucho trabajo irregular y un proceso inflacionario que parece estar contenido como un resorte a punto de saltar, toda labor por emprender será ardua. La recuperación deberá estar cimentada en la confianza, ese bien etéreo que parece haberse desvanecido.
“Queda claro que la confianza está quebrada y hay que recuperarla. Cómo, esa es la gran incógnita, el desafío. No es nada sencillo -destaca Iván Cachanosky, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso-. Podríamos decir lo que de movida ya se sabe, que deben implementarse las reformas estructurales, que son los cambios en las normativas laborales, la reforma del Estado, impositiva, jubilatoria. Pero llevarlas a cabo es muy complicado. Acá lo que sería más pragmático dentro de esa agenda que lleva tiempo, y que no necesariamente será de shock, sería generar un sendero de déficit fiscal decreciente que resulte creíble. Mostrar que se va saneando lentamente la economía, achicando el gasto, y así se puede recuperar la confianza paulatinamente. El tema es que a medida que pasa el tiempo, y los déficit estructurales y macroeconómicos vienen de muchos años atrás, hay menos margen de acción. Se debe acelerar entonces el proceso. Para que esta estrategia funcione no alcanzan las variables económicas como están, con alta inflación y un bajo nivel de actividad. La Argentina vive una situación particularmente grave. Con lo cual, en este contexto no se puede ensayar un hipergradualismo.
-Recortar el déficit ya era una tarea ardua antes de la pandemia. ¿Cómo se hace ahora? Muchas de las medidas de emergencia finalmente quedarán establecidas.
-Está claro que hay mucho gasto por la ayuda social en el contexto de la pandemia. Debería ser algo transitorio, pero acá esas medidas suelen transformarse en permanentes. Además, no se hacen reformas. El foco hay que ponerlo en cómo lograr que las empresas, pero especialmente las pymes, puedan tener un escenario un poco más amigable para contratar gente. Desde 2011 que el sector privado no contrata gente. Algo no está funcionando. Desde hace dos gobiernos que ocurre esto, no sólo con el anterior. En toda esta cuenta de 8 millones de personas que pagan impuestos en el sector privado para que 20 millones se beneficien cobrando cheques, muchos de estos podrían migrar al sector privado si se dieran las condiciones. Aunque ahora no resulte competitivo. La pesada carga tributaria y los juicios laborales son dos contras muy importantes. Cuando uno conversa con algunos empresarios pymes, dicen: “Quiero contratar gente, pero me castigan con los impuestos y tengo problemas laborales. Con estas reglas no se trata de contratar, lo tengo que adoptar de por vida. Entonces no lo contrato”. Si lograran que cada empresa pyme, teniendo en cuenta que en el país hay aproximadamente 500.000, contratara una persona por año, en dos años habría 2 millones de personas más trabajando en el sector privado. Por ahí se daría entonces una migración desde el sector público o desde aquellos que reciben planes sociales.
-Hay cambios impensados que son paridos por las circunstancias. ¿Podría darse esta flexibilización a futuro teniendo en cuenta la alta desocupación que sufrirá la economía argentina? ¿Poría haber allí una salida por el lado del pragmatismo?
-Ojalá. Aquellos países que tienen mercados laborales flexibles tienen un menor impacto en contextos como el actual. En el corto plazo el golpe es más fuerte, pero se recuperan rápidamente, como ocurre en Estados Unidos. Y en ese corto plazo el empleado cobra el seguro por desempleo. Es un esquema con amortiguadores sociales. La persona que queda desempleada cobra el seguro por un tiempo y luego el mercado la vuelve a tomar.
INVERSIONES
-¿Se puede trazar un sendero de alivio en materia de impuestos en este contexto en el cual el Estado tiene sed de recaudación?
-Se debe hacer simultáneamente, es decir bajar los impuestos y también el gasto. Sobre todo esta es una tarea que deben emprender las provincias. Mucho empleo público creció en las provincias, más que en la Nación. El gasto está hoy en niveles record. Ni el promedio histórico de la Argentina o la región era tan alto como ahora. Estamos en un 45%, aproximadamente. El promedio histórico oscilaba entre el 25% y el 30%, y aún así teníamos déficit. El gasto se disparó en el 2003.
-Además de recortar la carga impositiva, ¿de qué otra manera hay que impulsar al sector productivo?
-El problema con las empresas argentinas es que después de tantos años de cerrarnos al mundo no somos competitivos. Por eso digo que, por ejemplo, el acuerdo Mercosur-Unión Europea, con el cual no sabemos aún qué va a pasar, puede darnos una oportunidad porque es gradualista. Elimina los aranceles a largo plazo para los productos que importaría la Argentina, y de una vez para los que vendería la Argentina a Europa. Nos daría tiempo para corregir el problema de la competitividad durante 10 años. Sería bueno que se plasmara porque marca la agenda. Habrá que hacer las reformas para ser competitivos. Llevándolo al fútbol, si queremos jugar en el Barcelona vamos a tener que entrenar. No se puede jugar en esa liga por arte de magia. También hay que corregir la excesiva burocracia, muchos papeles para pagar y altos costos de importación. En la medida en que se pueda hay que ir abriendo la economía. Debemos tener una moneda estable, que va de la mano con la reducción del déficit fiscal.
-Usted publicó en Twitter un gráfico que muestra el claro descenso de la inversión extranjera en la Argentina durante las últimas décadas. ¿Hay que trabajar sobre eso?
-Ese gráfico muestra que en los “90 toda la inversión que entraba en la Argentina era equivalente a la sumatoria de las inversiones que recibían Chile, Perú y Colombia juntas. Toda la Alianza del Pacífico se igualaba con Argentina. Ahora esa proporción es mucho menor y las inversiones se fueron a los países vecinos. Esto ocurrió por los problemas de competitividad ya mencionados, que en la mayoría de los casos es menor en los países vecinos. Todo es más sencillo, ni hablar de la presión tributaria y la litigiosidad laboral. El Banco Mundial difunde un ranking que se llama Haciendo Negocios (Doing Business), en el cual Argentina ocupa el puesto 126 a nivel mundial. Eso quiere decir que hay 125 países que son mejores para establecerse con las inversiones. No digo que tenemos que estar entre los 5 primeros, pero sí deberíamos estar en el top 20 por todo el potencial que tiene el país.
-¿Falta una política de Estado que impulse las exportaciones, más allá del gobierno de turno?
-El Gobierno y la oposición coinciden en que el crecimiento de la economía tiene que venir por una mejora en las exportaciones. Si queremos crecer, la Unión Europea es el segundo socio de la Argentina, luego de Brasil. La oportunidad está. La Unión Europea maneja el 33% de la Inversión Extranjera a nivel mundial. Se podría captar parte de eso. Acá el problema es que faltan dólares. Entonces con ese acuerdo se abriría una puerta interesantísima. Y, además, nos alejaría de la tensión geopolítica entre Estados Unidos y China.
DOLAR
– En lo que hace a la política monetaria, ¿era esperable este ajuste del cepo sobre la compra mensual de divisas?
-Era algo esperable, algo tenían que hacer. Lo peor es que no se solucionó el problema, siguen mermando las reservas. No me extrañaría que haya nuevos ajustes del cepo. Deben estar discutiendo qué hacer. Esto muestra una cierta debilidad de las autoridades. Las últimas medidas están mostrando que se colgaron del travesaño, pero recién van 10 minutos del primer tiempo. Aún les quedan tres años de gestión por delante. Macri también lo hizo, pero ya se estaba yendo.
-Algunos especialistas consideran que el Banco Central debería dejar de intervenir diariamente en la plaza y permitir que el dólar flote para no perder más reservas. ¿Qué opina?
-Tarde o temprano tendrán que asumir eso. Van a tener que sincerar el tipo de cambio. Ahora ocurrió una devaluación encubierta. Pero no lo quieren hacer porque esa maniobra tiene un impacto directo en los precios. La pandemia le cambió todo el gobierno. Querían mostrar que la actividad se recuperaba y que había una inflación alta, pero menor. Pero ahora la actividad se desplomó y mostrar una inflación en calma es lo único que les queda.
-Sin embargo, se especula con que podría dar un salto en 2021 si la economía muestra algún atisbo de recuperación.
-Tiene todas las fichas para dar un salto el próximo año. Cuánto, nadie lo sabe. Depende de lo que ocurra en materia de política monetaria. Ahora están absorbiendo la emisión con deuda remunerada, como las Leliqs. Gran parte del financiamiento al Tesoro se da hoy en día más vía deuda que por emisión. Claro que eso es emisión futura, que genera una fuerte presión para 2021. Si el Gobierno genera expectativas de inflación, los ahorristas querrán sus pesos para comprar dólares. Y si sacan los pesos de los depósitos, forzarán al Banco Central a emitir.
-Los últimos números muestran una caída en los depósitos en dólares. ¿Es otra señal de desconfianza hacia el futuro?
-Se están cayendo los depósitos en dólares. Acá hay cuatro puntos que son clave en esta coyuntura: depósitos en dólares, depósitos en pesos, la brecha cambiaria y el nivel de las reservas. Eso es lo que importa en la economía en el corto plazo.
¿LA HORA DEL LIBERALISMO?
-¿Qué tiene para ofrecer el liberalismo? ¿La coyuntura los puede ayudar a sumar adeptos?
-Se abre una oportunidad interesante para el liberalismo. Aclaro que no soy politólogo, pero lo que sí veo es que hay un 25% que está firme con Cristina y otro 25% que apoya a Cambiemos. Queda entonces aproximadamente un 50% que dice basta de los dos. Ahí se abre una puerta interesante. Desde la perspectiva liberal, si hay unión y no hay conflictos, se puede crecer. Deberíamos empezar por construir algo primero en Capital Federal.
-Cuando viaja y brinda charlas en el resto del país, ¿cuál es la adhesión hacia el liberalismo que encuentra en las provincias?
-La vara mas interesante es dar charlas de coyuntura y no clases. No sé si pensaban en liberalismo, pero creían en esos valores. Creen en el valor de la propiedad privada, la libertad y el trabajo. Creen mucho en el trabajo.
EL FONDO MONETARIO
-¿Qué tipo de negociaciones vislumbra con el Fondo Monetario Internacional?
-Será una negociación lenta, como ocurrió con los acreedores. Tal vez algo más dura. El Fondo nació para solucionar crisis de balanza de pagos y Macri empezó a tenerlos. La forma de solucionarlo es devaluando, tocando el tipo de cambio. El tema es que acá el traspaso a precios es mayor que en los países vecinos. Es una estrategia que acá sale cara. En Argentina el traspaso a precios es del 60%, contra el 25% de la región, aproximadamente.