Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.
Analista Económico en Libertad y Progreso.
ÁMBITO FINANCIERO – Desde enero de este año que la evolución de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) crece a un mayor ritmo que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en términos interanuales. Este dato es importante ya que, la CBA es el umbral que determina la línea indigencia. Dentro de la CBA se encuentran los alimentos más básicos como el pan, frutas, carnes, huevos, leche, entre otros. Sin embargo, analizando el margen, los datos muestran una preocupación adicional, que la brecha entre ambos índices se amplía.
Entre enero y septiembre, la CBA superó al IPC en 2,4 puntos porcentuales en promedio. En cambio, en octubre y noviembre, esta brecha se amplió a 8,6 y 7,1 puntos porcentuales respectivamente, mostrando un cambio de tendencia en la CBA. Mientras que, en noviembre, el IPC arrojó una variación del 35,8% interanual, la CBA avanzó en un 42,9% en los mismos términos. En otras palabras, la inflación que sufren los más vulnerables es mucho más alta.
Estos números por sí sólo muestran un fracaso en la dirigencia, no necesariamente por malas intenciones (de hecho, probablemente eran buenas) pero sí de malas políticas adoptadas. Ejemplos hay varios, entre éstas, podemos destacar: precios cuidados, ley de góndolas, precios máximos, etc. Lo cierto es que, el ABC de la economía nos enseña que cuando intervenimos precios, éstos luego ajustan repentinamente y en grandes magnitudes. Mantener los precios artificialmente bajos nunca solucionará de fondo los problemas de inflación. Y esto quedó evidenciado a partir de octubre cuando los precios cuidados aumentaron en promedio un 5% en un solo mes, y vemos que los empresarios siguen reclamando un ajuste de precios porque sino se incrementará el riesgo de escasez.
Si mantener los precios no es una solución, mucho menos lo es exigir cómo ubicar los productos en las góndolas. Como en cualquier negocio privado, es imposible que el Estado pueda elegir la forma más eficiente de llevar a cabo la actividad. Estas intromisiones traen consecuencias ya que, al final de los días, las personas en situación de vulnerabilidad podrían verse más afectadas no sólo por el incremento de precios, sino también por problemas de escasez. Los datos muestran esto ya que, como hemos mencionado, la CBA avanzó un 42,9% interanual, superando el 35,8% de la inflación.
Es de vital importancia que esta tendencia se corrija, ya que la pobreza alcanzó el 44,2% para el cuatrimestre comprendido entre julio y octubre, y 6 de cada 10 chicos la padecen según el Observatorio de Deuda Social de la UCA. En cuanto a la indigencia, ésta se ubica en el 10,1% y en el 16% en los niños y adolescentes. Tanto las personas en situación de pobreza e indigencia están más atentas a la CBA que al IPC, y preocupa sobremanera la evolución de la CBA en los últimos dos meses.
Si realmente se quiere solucionar el problema de la inflación, es necesario pensar en los desequilibrios macroeconómicos y no en medida ineficientes como la ley de góndolas. En tanto y en cuanto continúe existiendo el déficit fiscal, la necesidad para un financiamiento monetario continuará vigente, generando cada vez mayor presión inflacionaria. Además, el 2021 presentará un desafío adicional y es que, no se estará atravesando una recesión tan fuerte como la del 2020 que generaba una presión a la baja de los precios.
Asimismo, es de esperar que en el próximo año la demanda de dinero vuelva a caer agravando aún más la situación. En definitiva, si no se solucionan los problemas estructurales, Argentina deberá continuar conviviendo con elevados niveles de inflación.