LA PRENSA – El director de la Fundación Libertad y Progreso, Aldo Abram, anticipó que la recuperación incipiente que se observó en los últimos meses de este año podría continuar “a los sumo un año más”, pero recalcó que el país no tiene futuro “”si no se encaran profundas reformas que permitan recuperar la confianza perdida en la Argentina””.
En diálogo con La Prensa, Abram fue categórico al recalcó que la pandemia, si bien tuvo un efecto drástico sobre la economía, ha servido de pretexto para tapar los errores cometidos por el Poder Ejecutivo en el transcurso del año de gestión.
“El súper cepo por ejemplo fue una medida malísima que luego se tuvo que empezar a desarmar en cierta forma”, recalcó Abram, quien anticipó también que el próximo año jugará a favor de la economía argentina la firmeza de los precios internacionales de los productos de exportación del país.
-¿Qué evaluación hace de la economía en este año tan particular, con la pandemia encima?
-Bueno, la pandemia sin lugar a dudas contribuyó a empeorar las cosas. En todo caso lo que más daño hizo, teniendo en cuenta que la cuarentena estuvo mal implementada, me parece que es el diagnóstico sobre la situación del país y eso va a costarle a la Argentina un extra importante.
-¿De qué magnitud?
-Esto es como una persona que va por la calle caminando, tiene una enfermedad que lo va a llevar a la muerte, cruza la calle y lo atropella el colectivo cuarentena y lo manda a terapia intensiva. Y el médico piensa que lo único que hay curar es la dolencia que generó la embestida, y utiliza medicación en base a analgésicos, esto es como las famosas 60 medidas, como para calmar los dolores y por lo tanto el paciente se siente algo mejor, que es lo que nos está pasando ahora, recuperando algo en la economía, hasta que en algún momento lo que va a pasar es que más allá de esos cuidados paliativos del paciente y a pesar de los tratamientos, la realidad es que el paciente se va a terminar muriendo porque tenía una enfermedad previa que era terminal. Esa es un poco la situación en la que está la Argentina, porque el Gobierno entiende que lo que está viviendo ahora es un proceso de recuperación y que esa recuperación se va a transformar en crecimiento, y lo poco que tiene que hacer el Gobierno para lograr eso es cerrar un acuerdo de refinanciación de la deuda con el FMI. Ojo, también dijeron eso con la reestructuración de la deuda en el sector privado.
-¿Muchos expertos remarcan que antes de la pandemia ya había caído 4,8% la economía en el primer trimestre y hubo un aumento del déficit fiscal y de la emisión monetaria?
-Justamente a mi modo de ver las cosas insisto en que el punto central es que el diagnóstico está equivocado. Hay muchos que dicen: “Bueno, aquí lo que se necesita que el acuerdo con el Fondo incluya fondos frescos y así va a funcionar”. En primer lugar, a la Argentina no le pasó lo vivido en otros países, que venían bien, o más o menos bien, y los agarró la pandemia y se les complicó. Aquí veníamos con una crisis desde 2018, y en el primer trimestre de este año seguíamos con esa crisis, que estaba sin resolver, una crisis de credibilidad, que lo que hace que argentinos y extranjeros saquen los ahorros, que no vengan inversiones, demandando dólares en forma desesperada, y eso estaba antes de la cuarentena y la pandemia. Hoy pareciera que mágicamente se resolvió y nada que ver.
-¿Entonces, un aporte adicional del FMI sería inocuo?
– Mire, si fuera por plata, el gobierno de Cambiemos habría terminado bien. Al inicio de su gestión prometió hacer reformas estructurales y no las hizo nunca y por eso entramos en la crisis de 2018. Logró salir menos traumaticamente del cepo, resolvió el problema de los holdouts, y con eso tuvo acceso a una carrada de crédito y sin embargo terminamos en crisis. Claramente ni a palos el gobierno de Alberto Fernández va a tener esa cantidad de recursos de financiamiento que tuvo al principio de su gestión Cambiemos. Entonces, la única manera es resolver los problemas de fondo es generar credibilidad, y no la vamos a tener con un gobierno que dice que va a seguir gastando mucho más de lo que se puede. Basta con mirar como cotizan los bonos de la Argentina, con un panorama de un país que dentro de tres o cuatro años tiene otro grave peligro de quebrar.
-¿Ven otro default en el futuro?
-Eso es lo que piensan los que compran nuestros bonos. Dicen: “Mirá lo que hace Argentina pretende atraer inversiones y lo único que hace es aumentar los impuestos”. Somos el país número 21 entre 190 naciones en cuanto a presión impositiva sobre la actividad privada, según el Banco Mundial. De hecho este año vamos a terminar con más de 170 impuestos en el país, incluyendo los tres niveles (nacional, provincial y municipal). Un disparate, porque justamente hay que ir en otro sentido.
-¿Y a qué conduce todo esto?
-Todo lleva a que este error de diagnóstico se mantenga en el tiempo hasta que sea insostenible, como le pasó a Cambiemos, y tengamos una crisis como la de 2018.
MIRANDO A 2023
-¿Qué puede pasar de aquí a tres años cuando empiecen los vencimientos de deuda?
-Hay que considerar que la perspectiva de crecimiento y de mejora de la Argentina es muy baja. Entonces, allí es donde se vuelve impagable la deuda en el tiempo, mucho más con el costo que ha tenido la cuarentena. Es baja incluso para aquellos que son optimistas en cuanto a la recuperación, que piensan que se va a mantener en el tiempo. Yo pienso que esta recuperación no se puede sostener más allá de un año, si no se resuelven los problemas de fondo. Y en realidad lo que uno puede ver que los problemas de fondo lejos de resolverse, se están agravando.
-¿Qué es lo más urgente para corregir?
-Nuestra presión impositiva, algo que se está agravando. Aún con la rebaja del gasto que se va hacer el año que viene por el tema del efecto cuarentena, el gasto público es tan alto que hay que remontarse a 2010, 2011 o 2012 y no es que en aquel entonces estábamos muy bien.
-¿Usted cómo evalúa las medidas restrictivas en el mercado cambiario del 15 de septiembre?
-El súper cepo fue una medida espantosa, que empeoró las cosas de una forma terrible, y menos mal que Martín Guzmán se dio cuenta y empezó a revertir las medidas. Eso hay que reconocerlo a Guzmán.
-¿Podemos, de alguna manera, captar inversiones?
-No hay experiencia en el mundo que con cepo cambiario se hayan conseguido inversiones importantes. El mejor ejemplo de eso es que cuando se implementó el cepo anterior a partir de 2011 la inversión se fue cayendo hasta que desapareció. Todo el tiempo cayó la inversión durante el cepo. Cualquier país que usted busque y que implementó el cepo tuvo dos consecuencias: caída de exportaciones y de inversión. Los cepos más recientes son los del último gobierno de Cristina y de Venezuela.
-¿Qué se puede esperar de 2021 en cuanto a la inflación, la situación fiscal y la actividad económica en general?
-La recuperación va a ser acotada, aunque el mundo nos está sonriendo de nuevo, porque los precios internacionales de nuestras exportaciones van a ser tan altos que van a compensar cierta moderación en cuanto a las cantidades exportadas. Eso es algo positivo para la economía, es como una inyección de riqueza y nos va a permitir crecer más de lo que se podía esperar. Yo creo que sí se puede crecer tranquilamente alrededor del 5,5% que está en el Presupuesto, si se mantienen estas condiciones. En cuanto a la inflación se aceleró en la medida que recuperó el nivel de actividad económica postpandemia y se va a seguir acelerando, en la medida que se vaya normalizando la economía. Y el Banco Central va a seguir emitiendo, con lo cual continuaremos con esta tónica de aumentar la base monetaria pero además con una caída de la demanda y a su vez, los últimos meses se está empezando a ver una pérdida muy fuerte en el valor del peso. Con lo cual todavía tenemos que ver en los precios todo lo que se depreció ya la moneda y aún no se trasladó. Por eso las estimaciones de la inflación para 2021 se ubican en 40 % y algunos la ubican por lo menos en un 50 %.