Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.
UNIVERSIDAD DEL CEMA – Este paper constituye una versión editada y extendida de la disertación que he realizado el lunes 14 de diciembre en la Academia Nacional de Educación. Alemania, Inglaterra, Francia, Irlanda, Italia y tantos otros países. ¿Puede el mundo entero estar equivocado? ¿Puede ser que mantener las escuelas abiertas, hasta el último día que las condiciones lo permitan, aún en el pico de la segunda ola de contagios en Europa, muestre irresponsabilidad o impericia de tantos gobiernos en forma independiente? ¿Puede tamaño error haber sido cometido por tantos países? ¿Por qué no han esperado estas naciones la vacuna para reabrir las escuelas y exponen a alumnos y docentes al contagio? ¿Podemos considerar que Angela Merkel, Emmanuel Macron, Boris Johnson y tantos otros gobernantes han cometido errores tan severos?
Sin duda, algo está muy mal en el análisis. En educación, los costos de la política seguida por nuestro país frente a la pandemia serán inmensos, vivimos una tragedia educativa cuya magnitud se pierde en la cuenta
cotidiana de nuevos contagios y muertes. ¿Cómo no admitir, por ejemplo, que la vida de aquellos chicos de las familias más desfavorecidas económicamente está siendo irremediablemente afectada por no estar
recibiendo clases presenciales, o que muchos jóvenes de nivel secundario han abandonado sus estudios, convirtiéndose, probablemente, en los desempleados de mañana? Por ello, volver a la presencialidad en
marzo 2021 es imprescindible, pero el cómo hacerlo es la pregunta relevante pues de lo contrario puede terminar siendo tan sólo una expresión de deseos que quede en el olvido, como tantas otras en nuestra
historia. Este paper identifica el principal obstáculo para el retorno a la presencialidad, propone cómo enfrentarlo y cómo dictar clases presenciales cada día que ello sea posible, pero respetando las diversas
posiciones de las familias frente al riesgo de contagio. Para ello, es necesaria la voluntad de nuestros legisladores, los maestros ya están haciendo todo lo que pueden.
