El capitalismo y los monopolios

Foto Ivan Carrino
Director en Iván Carrino y Asoc. | Website

Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.

El 3 de diciembre del año pasado, la filósofa argentina Roxana Kreimer publicó en su canal de YouTube un video con una serie de críticas al liberalismo económico. Un amigo me hizo llegar el video, que a mi juicio estaba cargado de acusaciones injustificadas, motivo por el cual decidí subir una respuesta, también en YouTube.

Esa respuesta, a su vez, recibió una nueva respuesta, en donde -entre otras cosas- Roxana sostuvo que el liberalismo llevaba a los monopolios y a la desigualdad económica que posteriormente llevaba a la violencia.

En esta oportunidad, decidí abordar estos temas en dos videos separados. Por un lado, responder sobre esta supuesta tendencia a la concentración que genera el capitalismo, y por el otro sobre el tema de la desigualdad y la violencia.

La filósofa, muy conocida por sus críticas al feminismo de izquierda, no dejó el tema pasar, y volvió a grabar sobre la cuestión de los monopolios.

A continuación, entonces, me gustaría dejar algunas aclaraciones y dudas sobre los argumentos por ella expuestos.

Empresarios altruistas

Antes que nada creo que es necesaria una aclaración. Se desprende de lo que dice Roxana que para los liberales los empresarios son altruistas en el sentido de que obran preocupándose directamente por el bienestar de los demás, como si se tratara del Ejército de Salvación.

Nada está más lejos de la realidad. Ya Adam Smith sostenía que rara vez “los comerciantes del mismo gremio se reúnen sin que la reunión termine en una conspiración contra el público o en un acuerdo para subir los precios”.

Es decir, que hasta el padre del liberalismo reconocía en su obra magna la aversión de cualquier empresario por la competencia. Los liberales, entonces, no creemos que el deseo del empresario sea simplemente beneficiar a la comunidad, sino que –dado que opera en un contexto de mercado, es decir, en una economía donde se respetan los derechos de propiedad- no le queda otra alternativa que, si quiere enriquecerse él, satisfacer las necesidades de los demás.

Adam Smith también decía que no es por la benevolencia del carnicero que tenemos carne, sino por la atención que él da a su propio interés. Ahora lo interesante del sistema liberal es que, persiguiendo el propio interés, persigue el de la comunidad. He ahí la “magia” de la mano invisible.

Ferrocarriles del estado y Google

Con el tema de los monopolios mis argumentos son bastante sencillos. O bien el monopolio es producto de la libre competencia, en consecuencia su gran presencia en el mercado es el resultado de que los consumidores lo eligen por mejor calidad o precio, o bien se trata de un monopolio legal, producto del privilegio estatal, en cuyo caso hay ineficiencias.

En este sentido me llamó la atención que cuando Roxana quiso coincidir conmigo en que había casos de monopolios “no negativos”, eligió los ferrocarriles europeos en posesión del estado, pero poco después sostuvo que “no comparto que no sea problemático Google encarne un monopolio (…) Youtube ofrece un montón de ventajas pero que, también, al ser un monopolio, nos limita en la cantidad de temas…”. A esto sumó otras críticas a Google relacionadas con su último libro sobre el patriarcado.

Una primera diferencia es que los ferrocarriles del estado le costaban (y aún cuestan) millones a los contribuyentes. Google no les cuesta un solo peso, y al que no le gusta, no usa la plataforma y se acabó.

A raíz de esto hice un comentario en Twitter donde decía que para Roxana los monopolios eran buenos si eran del estado, pero eran malos si se trataba de Google. Luego ella me respondió que eso era desfigurar su posición. Que ni Google era 100% malo, ni todos los monopolios del estado son buenos.

Ok, queda aclarada esa cuestión.

Pedir un estándar de comparación no es maniqueísmo

Roxana Kreimer me acusa de maniqueísmo porque en una parte de mi video yo digo que cuando se acusa al capitalismo de “crear monopolios” uno debe decir contra qué está comparando. Por ejemplo, si compara contra el sistema comunista es mucho más claro que es ahí donde hay más monopolios y “acá” donde hay más competencia.

Esto no quiere decir que no haya puntos medios, claro, pero lo que quiere decir es que no es suficiente decir “este país es capitalista + en este país hay ‘x’ cantidad de monopolios = el sistema capitalista crea monopolios”.

Ese razonamiento no es válido. Lo que hay que probar es cuánta mayor concentración de la producción de los mercados hay en un sistema, comparado con todos los demás.

Eso no es maniqueísmo, sino evitar caer en argumentos incompletos, porque incluso que hubiese monopolios, habría que ver si el costo que estos crean (si los crean), es mayor al beneficio de mantener el liberalismo económico o sustituirlo por alguna alternativa, aunque no sea el comunismo.

Las fuentes utilizadas

Otra cuestión que llama la atención son los autores y fuentes a las que acude Roxana para sostener su posición. Por ejemplo, el estudio que cita para probar que hay mayor concentración en Estados Unidos está publicado en “Monthly Review”, una revista autodenominada “An Independent Socialist Magazine”. Es decir, una publicación abiertamente socialista. Kreimer también referencia una nota escrita por Alonso Quijano sobre los monopolios en las telecomunicaciones, publicada en el sitio “Contrainfo: Comunicación Alternativa”, sitio que tiene como imagen principal al Che Guevara (se adjunta foto):

Otras fuentes son un artículo de la organización Open Market (una ONG específicamente dedicada a denunciar el poder de monopolio en Estados Unidos y el peligro que ello encarna para la democracia, o sea que ya hay una posición tomada ahí), y un artículo periodístico del portal The Week.

Para que quede claro: nada de esto invalida las conclusiones o investigaciones que estos autores y centros de divulgación pueden hacer. Pero es llamativo que se usen fuentes tan sesgadas ideológicamente.

Dos tipos de concentración

Es claro a esta altura que cuando se habla de monopolios, en realidad, se está hablando de un mercado más concentrado, en el sentido de que una o algunas empresas concentran la mayor cantidad de ventas. Un problema que el común de los economistas identifica aquí son las barreras de entrada. Si hay elevadas barreras de entrada para competirle a una empresa establecida, entonces la competencia será inferior que en el caso en que las barreras fueran más bajas.

Aquí, entonces, tenemos que distinguir dos casos. El primer caso es donde las barreras de entradas son “naturales” o “de mercado”. Las empresas con poder tienen una red de usuarios, tienen mayor inversión de capital, una imagen de marca, mejores conocimientos, etc… El segundo caso es donde las barreras de entrada son “legales”. Es decir, el gobierno, mediante regulaciones, impide la competencia.

A través de estos lentes es que hay que leer los datos que muestran los autores Bellamy, Chesney y Jonna que cita Kreimer.

En un cuadro del artículo en cuestión se muestra el porcentaje de ventas de las 4 compañías más grandes de retail por sectores. Ahí se ve que el porcentaje crece en todos los casos sin excepción, con lo que uno podría decir que la relevancia de las 4 empresas es mayor en cada sector, desde 1992 hasta 2007.

La pregunta importante aquí es: ¿hay alguna barrera de entrada a los sectores en cuestión que haga que otra empresa pueda salir a disputar el mercado? En el caso de las librerías, por ejemplo, probablemente la concentración ocurra porque Amazon (que nació en 1994) se convirtió en un jugador cada vez más grande en los últimos años. La segunda pregunta entonces es: ¿qué perdieron los consumidores con esta “concentración” derivada del auge de Amazon y similares? Si la respuesta es “nada” o incluso “ganaron”, es poco lo que estos datos puedan aportar.

O sea, en muchos de estos casos probablemente estemos frente a una mayor concentración producto de la competencia. Y, si esto es así, no hay nada de qué preocuparse: las cuatro firmas más importantes han ganado participación de mercado porque así lo decidieron los consumidores.

Ganan las empresas, ganan los consumidores, y no está claro que las que tengan menos participación de mercado pierdan, puesto que si el volumen total de ventas creció en ese período (y es razonable pensar que lo hizo), entonces también ganaron las que tienen menos participación.

Explicación sencilla de lo anterior. Si Coca Cola facturó 50 (50% del mercado) y Manaos 50 en 2019, pero en 2020 Coca Cola facturó 100 (59% del mercado) y Manos 70, ahora Coca Cola tiene mucha más participación de mercado, pero Manaos mejoró su situación.

Por último, Roxana, basándose en Bellamy, cita el caso de la concentración en el mercado financiero. Pero es discutible que en ese sector rija el liberalismo económico. Tras la crisis de 2008, el gobierno de los Estados Unidos salió a rescatar a varios bancos con el lema “too big to fail”. Pero los rescates bancarios no son liberalismo.

El mercado de cerveza

Me gustaría responder todos los puntos que eleva Roxana pero el tiempo es escaso. Así que para ir cerrando quiero enfocarme en el caso de la cerveza. Para responder mi planteo de que la liberalización generó mayor competencia en dicho sector, Roxana nos remite a una nota que dice que la concentración hoy en día es muy alta.

En efecto, en el sitio “The Week”, nos explican que

A juzgar simplemente por la selección de cervezas en su supermercado local, puede parecer que estamos inundados de marcas y una gran selección de cervezas artesanales. Pero resulta que muchas de esas opciones en realidad pertenecen a la misma pequeña selección de gigantes cerveceros.

El autor luego dice que si bien en el año 2000 había 22 marcas principales, luego en 2012 este número cayó a cuatro grandes empresas: Anheuser-Busch InBev (AB InBev), SABMiller, Heineken y Carlsberg, quienes controlaban las tres cuartas partes de las ventas en los EE. UU. Y el 47% del mercado global por volumen (sin mencionar el 74% de las ganancias globales). Tras algunas fusiones, esta concentración creció aún más, lo que según el autor es señal de que no hay en este rubro nada parecido a la competencia.

Ahora bien, ¿qué efectos tuvo esta tremenda tendencia a la concentración económica? Uno podría suponer que, dado que estas empresas tienen tanto poder de mercado, entonces restringen la producción, de manera de vender lo que producen a precios más altos y así lucrar a costa de los consumidores. No obstante, eso no es lo que dicen los datos.

En primer lugar, porque la producción de cerveza, si bien viene cayendo levemente en Estados Unidos (ver gráfico aquí), no viene cayendo a nivel global (gráfico aquí), lo que puede indicar que la producción está migrando a otros países, como China, que se encuentra entre los principales productores del mundo.

En segundo lugar, porque incluso con estas tendencias en la producción local y global, los precios promedio de un paquete de seis latas de cervezas (consumo muy típico entre los estadounidenses) cayeron entre 1960 y 1990 y luego permanecieron estables por los últimos 24 años, una vez que se ajusta el dato por inflación.

Si la producción crece y los precios bajan o permanecen estables en sectores que se concentran cada vez más, ¿cuál es la objeción a dicha concentración?

Conclusión

Para cerrar, dejo dos ideas y una recomendación. La primera es que cuando se ataca el capitalismo con el mote de la concentración, debe explicarse cómo en otros sistemas habría menos concentración y por qué esto resultaría beneficioso. Roxana Kreimer no ha hecho esto.

La segunda es que si bien, como en una competencia deportiva, puede haber deportistas que por cierto período de tiempo monopolicen el triunfo en los campeonatos, lo mismo puede pasar con la competencia de un mercado. Eso, en una economía de mercado (no de regulaciones y lobbies), no es un problema para el bienestar de los consumidores.

Por último, recomiendo ver esta conferencia de Juan Ramón Rallo donde aborda el tema del monopolio de los gigantes tecnológicos como Google y Facebook. Allí concluye que lo importante no es tanto detectar el problema, sino comparar con las soluciones que se proponen y que, una vez hecho esto, la mejor solución es dejar operar al libre mercado y quitar al estado del medio.

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