Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.
Analista Económico en Libertad y Progreso.
ÁMBITO FINANCIERO – Para lograr un crecimiento económico genuino hace falta que el sector privado tenga los incentivos necesarios para invertir en nuestro país y crear empleo. Si no mejoramos nuestra reputación haciendo cambios estructurales profundos, lamentablemente el rebote quedará solamente en eso.
La economía cayó 9,9% en el 2020, la contracción más alta desde el 2001. La cuestión que más preocupa no es que solamente sufrimos un desplome económico que hace mucho no ocurría, sino que, si uno observa a nuestros países vecinos, las caídas no son tan preponderantes como la nuestra.
El único país que se contrajo más que nosotros es Perú con un desplome del 11,1% de su economía. En cambio, en el resto de los países vecinos, el impacto fue menor: Brasil (-4,1%), Chile (-5,8%), Uruguay (-5,4%), Colombia (-6,8%) y Paraguay (-1,5%).
Esto nos hace reflexionar las causas que nos llevó a ser de los peores alumnos de la clase. Por un lado, no hay que olvidarnos que Argentina viene con la economía trastabillando desde el 2011 y cayéndose desde el 2018. Sin embargo, en el análisis de las medidas tomadas durante la pandemia, se cometieron serios errores no forzados (Vicentin, reforma judicial, telecomunicaciones, Supercepo, entre otros) que terminaron empujando la economía hacia una recesión mayor a la que se podía haber registrado.
Además, en comparación con los demás países, Argentina registró una cuarentena mucho más larga y estricta. Más allá de la discusión de sobre cuanto impacta en la parte sanitaria de la cuestión, no hay dudas que tiene un impacto económico muy fuerte.
En este sentido, si bien la economía cayó un 9,9%, no todos los sectores lo hicieron de la misma manera. Los más afectados por el aislamiento social retrocedieron en mayor magnitud. Tal es el caso del rubro Restaurantes y Hoteles, que no solo se vio afectado por la cuarentena local sino por el retroceso en el turismo global, que registró una caída acumulada desde febrero del 53,4%, mucho mayor al promedio de la economía. En esta sintonía también se encuentra la Construcción, que acumula un 26,8% de caída desde febrero, aunque recuperando en los últimos meses ya que llegó a acumular un descenso del 41,8% en mayo, mes en donde la cuarentena hizo sus mayores estragos. Por otro lado, hay otros sectores donde le golpe fue menor. Por ejemplo, el agro, que marcó una caída del 6,8%.
El sector del Comercio y la Industria son casos en donde la actividad cayó fuerte en abril y mayo, pero con las primeras flexibilizaciones de la cuarentena empezaron a ganar terreno rápidamente, cerrando el año con una caída acumulada desde febrero del 5,6% y 8,4% respectivamente, pero según el EMAE de diciembre, con variaciones interanuales positivas (10,7% i.a. y 4,5% i.a., respectivamente).
Sin embargo, tampoco hay que ilusionarse, ya que lo que está ocurriendo es un efecto rebote (mayor al esperado) pero que irá perdiendo fuerza en la segunda parte del año y el crecimiento (rebote) volvería a estancarse.
No nos olvidemos que, en antes de la pandemia, en el período 2011-19 la economía se encontraba estancada. Este estancamiento continuará, pero se ubicará unos escalones más debajo de los niveles observados en el 2019 porque el rebote será parcial. Este rebote económico será del orden del 6-7%, en parte por el arrastre estadístico del 2020. Esto se produce básicamente porque la variación del PBI que registramos es cuánto varía el promedio del PBI de los cuatro trimestres del 2021 contra el promedio del PBI de los cuatro trimestres del 2020. De esta manera, si en 2021 el PBI se mantiene constante respecto al cuarto trimestre del 2020, la economía registrará un “crecimiento” cercano a 5% como consecuencia de que se compara contra el promedio con los demás trimestres que fueron muy malos (especialmente el segundo).
Volviendo a los sectores, se evidencia que la recuperación de la economía no va a ser ni “V” ni “U”, sino que va a tener forma de “K” en donde hay sectores que van a recuperar rápidamente y otros en donde la pandemia va a tener un golpe mucho más duro.
Para lograr un crecimiento económico genuino hace falta que el sector privado tenga los incentivos necesarios para invertir en nuestro país y crear empleo. Sin embargo, en un país con esta cantidad de impuestos y regulaciones, cualquier inversor se termina yendo hacia países en donde los negocios sean rentables y en donde no haya riesgo jurídico sobre la propiedad privada, cuestión que acá todavía generamos desconfianza en esos temas elementales para atraer capitales desde el exterior.
Si no mejoramos nuestra reputación haciendo cambios estructurales profundos, lamentablemente el rebote quedará solamente en eso, un mero rebote de un año para luego seguir con nuestro trágico encadenamiento de crisis.