Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.
INFOBAE – La recesión que provocó el ASPO en gran parte de 2020 posibilitó contener el ritmo de suba de los precios al consumidor. Pero el exceso de emisión de dinero no demoró en manifestarse
El aumento del 4,8% del IPC en marzo está reflejando el impacto de la fenomenal expansión monetaria de 2020, emisión que fue la principal fuente de financiamiento del tesoro durante el año pasado. Como se verá más adelante, la cuarentena actuó como mecanismo de freno a la inflación y, a medida que fue haciéndose más flexible, la inflación se aceleró.
Pero antes de ir a ese punto, conviene resaltar un dato que no es menor. Si bien el IPC a nivel nacional aumentó el 4,8% en marzo, el IPC del Gran Buenos Aires tuvo un incremento del 5,2%. Fue el que más subió por regiones (Pampeana, Cuyo, Noreste, Noroeste y la Patagonia).
El tema no es menor porque de acuerdo a los últimos datos de desocupación del INDEC, los partidos del Gran Buenos Aires, tienen la tasa de desocupación más alta del país con el 14,1%. Además, los partidos del Gran Buenos Aires, dominios del kirchnerismo, tienen una de las tasas de pobreza más altas del país con el 51% de personas por debajo de la línea de pobreza.
Lo primero a tener en cuenta es que la aceleración de la inflación está pegando más intensamente en el electorado del kirchnerismo que, como viene la situación económica y social, tiene posibilidades de hacer una muy mala elección en octubre. Obviamente, Argentina es imprevisible electoralmente.
Yendo al tema de la inflación y la cuarentena, en primer lugar podemos ver el índice de Our in World Data que mide la severidad de la cuarentena.
Gráfico 1
Como puede verse en el gráfico 1, la cuarentena más estricta estuvo entre fines de marzo y julio en que se mantuvo en un índice máximo de 100 y aproximadamente 90 como piso hasta principios de agosto.
A partir del mes de agosto comenzó a descender hasta ubicarse en un nivel de 70. Es decir, nunca se terminó del todo con la cuarentena pero sí fue muy estricta entre marzo y julio y a partir de agosto comienza a flexibilizarse.
Veamos ahora qué pasó con la tasa de inflación a medida que se fue flexibilizando la cuarentena.
Gráfico 2
Recordando que la cuarentena comenzó hacia fines de marzo de 2020, la parte más estricta fue en esos últimos 10 días de marzo y se extendió hasta principios de agosto. Justamente en la parte más estricta la tasa de inflación se mantuvo en el orden del 1,5% mensual. A partir de agosto cuando comienza a suavizarse algo la cuarentena, la tasa de inflación se duplica pasando del 1,5% mensual al 3% mensual promedio aproximadamente, y luego se dispara a un escalón del 4%, acelerándose en marzo de este año al 4,8% mensual.
En otras palabras, la cuarentena actuó como un control de precios indirecto dado que la gente no podía gastar los pesos que emitía el BCRA. Entre enero de 2020 y enero 2021 la base monetaria aumentó el 35%, tomando los promedios mensuales de base monetaria.
¿Por qué a pesar del fuerte endeudamiento del BCRA colocando LELIQs y Pases y a pesar de expandir menos la base monetaria, se fue acelerando la tasa de inflación? Según funcionarios del gobierno la culpa es de los productores ganaderos y de las empresas alimenticias que no trabajan al 100% de su capacidad de producción. La realidad es que las empresas no trabajan al 100% de su capacidad instalada porque puede haber insumos faltantes, mantenimiento de máquinas, reparaciones o Moyano cortando las operaciones de alguna planta productora.
La realidad es que la inflación empezó a acelerarse a medida que se fue suavizando la cuarentena porque la gente pudo huir del dinero que emitió el BCRA y no lo podía usar porque no podía consumir durante la cuarentena estricta. Lo que se está dando es una combinación de expansión monetaria, junto con una caída en la demanda de moneda y una disminución en la oferta de bienes y servicios.
Si bien es cierto que el nivel de actividad rebotó, recién está en los mismos niveles de febrero de 2020, mes anterior al inicio de la cuarentena, recordando que en febrero de 2020 la economía estaba en recesión. En definitiva, tenemos más billetes circulando, esos billetes no los quiere la gente y se los saca rápidamente de encima y la oferta de bienes y servicios creció a un ritmo menor que la expansión monetaria. Aumentó más la producción de moneda que la producción de bienes y servicios y, encima, esa mayor producción de billetes la gente no la quiere.
Considerando que la moneda es una mercadería más, se puede ver el problema desde otro ángulo. El BCRA produce cada vez mayor cantidad de una mercadería llamada pesos que la gente no quiere. El stock de mercadería pesos que tiene la gente se los saca de encima y los que el BCRA agrega al mercado los agentes económicos se los saca de encima.
Es como si hubiese un precio relativo entre cantidad de trigo y de carne. Hay que entregar determinada cantidad de trigo por un kilo de carne. Si disminuye la demanda de trigo y aumenta su producción y, al mismo tiempo, disminuye la oferta de carne pero aumenta su demanda, es obvio que habrá que entregar cada vez más cantidad de trigo por la misma cantidad de carne.
El lector puede cambiar la palabra trigo por pesos y carne por el resto de los bienes y servicios de la economía, y tiene la explicación de por qué se dispara la inflación.
Es la tormenta perfecta en materia inflacionaria: más emisión, menor demanda de moneda y baja la oferta de bienes y servicios.
Para que el gobierno pueda cumplir con la meta del 29% de inflación en 2021, la tasa de inflación mensual promedio en los 9 meses que falta tendría que ubicarse en el 1,66% mensual. Meta difícil de lograr con la caída en la demanda de moneda y con un BCRA que volvió a expandir base monetaria en marzo luego de dos meses de descanso a la maquinita.
Y atención con precios mayoristas que el dato de febrero fue del 6,1%, tasa que proyectada da un 103% anual. Es decir, ya estamos hablando de tasas de inflación de 3 dígitos anuales pisando las tarifas de los servicios públicos y el tipo de cambio oficial.
El gobierno podrá seguir inventando argumentos exóticos y buscar culpables por todos lados para explicar inflación que se acelera, pero la dura realidad es que la teoría monetaria de la inflación está pasando, implacablemente, su factura.