Por Iván Cachanosky – A24 – Las elecciones legislativas están cada vez más cerca y como es usual en Argentina, emergen dudas de que tan nervioso se pondrá el mercado cambiario y qué futuro le espera al dólar. Nos guste o no, la realidad es que Argentina es un país bimonetario donde cada vez más las personas prefieren consumir en pesos, pero resguardar sus ahorros en dólares. En este contexto, es importante refrescar cuál es el estado de situación del mercado cambiario y de algunas variables claves que le impactan.
No quedan dudas de que uno de los desafíos del gobierno de cara a las elecciones es mantener al dólar lo más estabilizado posible. De esta manera, en el corto plazo es esperable que el gobierno esté dispuesto a intervenir en el mercado cambiario para evitar que la brecha entre el dólar oficial y los paralelos se alejen. Para mantener al mercado cambiario tranquilo hay principalmente dos variables. Por un lado, las reservas internacionales líquidas (que sirven para controlar al tipo de cambio oficial) y, por otro lado, los bonos en dólares (que sirven para evitar que suban los dólares paralelos legales).
En cuanto a las reservas internacionales líquidas, no se encuentran muy fortalecidas a pesar de las compras que vino realizando el BCRA en los últimos meses. En primer lugar, las reservas internacionales líquidas representan la proporción de las reservas internacionales netas que no se encuentran ni en oro ni en DEGs (Derechos Especiales de Giro). Las reservas internacionales netas rondan en torno a los US$7.400 millones. Sin embargo, aproximadamente la mitad están en oro, por lo que las reservas líquidas se ubican en aproximadamente US$3.700 millones. Un número que queda corto en caso de que el mercado cambiario se ponga nervioso.
Por el otro lado, tanto el BCRA como el FGS poseen en bonos en dólares que pueden utilizar para controlar a los dólares paralelos legales si comienzan a subir. Esto ya ocurrió hacia finales del año pasado cuando los dólares paralelos llegaron hasta los $190 y luego bajaron considerablemente con las intervenciones del BCRA y el FGS.
Con estos dos instrumentos como protagonista, el gobierno intentará llegar a las elecciones con un dólar calmo. Sin embargo, en el medio está el vencimiento que se debe abonar al Club de París por alrededor de US$2.400 millones que, a más tardar, deben abonarse el 30 de julio cuando vence el período de gracia. Hoy, las reservas líquidas alcanzarían para abonar esta última cuota con el Club de París y sería una buena señal para los mercados. Sin embargo, la contracara es que el poder de fuego en el mercado cambiario sería prácticamente nulo de pagarle al Club de París y es posible que esa sea la razón de porque el gobierno se muestra poco empático con realizar el pago.
En lo que respecta al mediano-largo plazo, el panorama no es el más alentador, aunque mucho dependerá en cómo terminen las negociaciones con el FMI. Es cierto que hay dudas de si el mercado cambiario (con las herramientas mencionadas) aguantará tranquilo hasta las elecciones o no. Sin embargo, lo que sí está claro es que esta paz cambiaria está con respirador artificial y que, si no se logra generar confianza, será cuestión de tiempo antes de que el tipo de cambio retome su sendero alcista. Sin el “ayudín” de los agro-dólares de abril y mayo, ahora el mercado cambiario depende más del nivel de confianza que se pueda (o no) generar.
Teniendo en cuenta que los recursos por parte del BCRA no son abundantes, lo más probable es que las brechas tengan un recorrido ascendente, aunque podría ser de magnitudes menores si el BCRA administra bien sus recursos. En las últimas semanas se ha observado como los dólares paralelos legales se han despertado un poco, aunque muy lejos del pico alcanzado en octubre del año pasado.
Por otro lado, también será importante la evolución de la inflación, que viene teniendo un semestre duro con tasas muy elevadas. Si no se ve una señal clara de desaceleración de la inflación, la demanda por el dólar será más creciente llevando a las personas que prioricen aún más refugiarse en una moneda dura.
En concreto, si bien estará la firme intención de que los dólares no suban demasiado, no está garantizado la paz cambiaria hasta las elecciones.