Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
DIARIO EL ARGENTINO – El debate alrededor de la propiedad privada en la Argentina sumó la voz del papa Francisco, quien aseguró que se trata de un derecho secundario que nace del destino universal de los bienes creados, y una seguidilla de opiniones que buscaron acompañar o refutar aquellos dichos.
En el segundo grupo se encuentra Agustín Etchebarne, economista y director de la Fundación Libertad y Progreso, quien no tardó en recordar las encíclicas del papa Juan Pablo II y sus dichos respecto a la función “subsidiaria” del Estado en aquellos sectores donde llegara el sector privado.
En un breve repaso por la historia argentina, afirmó que los fundadores se ampararon en la libertad debido a la gran influencia de la escuela escocesa de Adam Smith y John Locke, “que es quien funda las ideas de la propiedad privada”.
“El hombre tiene libertad porque es dueño de sí mismo. Sos dueño de tu mente, de tu cuerpo y del fruto de tu trabajo”.
Para Etchebarne, históricamente, el derecho a la propiedad tuvo un “éxito enorme” en la administración de bienes por encima del precepto de la tierra comunitaria “que es de todos, entonces no es de nadie”. En este punto se refirió a la “tragedia de los comunes”, un dilema en el que “si nadie la cuida (tierra) no se produce bien, quién va a hacer un esfuerzo enorme para producir si no es tuyo”, preguntó.
El economista opinó que la búsqueda del propio interés termina por generar riquezas que hacen que los índices de pobreza se derrumben. A modo de ejemplo se refirió a los países con instituciones que aseguran el derecho a la propiedad: “no solo se desarrolla el sector privado sino que la pobreza se cae”.
Siempre con la libertad como bandera, Etchebarne destacó a la Asamblea del año XIII por ser el espacio en el que se dicta la abolición de la esclavitud y el lugar en el que surgió la igualdad de derechos y la abolición de la prerrogativa de sangre como los títulos de nobleza. Sin embargo alertó sobre la reforma constitucional de 1994 que, entendió, vuelve a poner en escena los derechos adquiridos por relación consanguínea y a los pueblos originarios.
“Esa idea es tremendamente negativa inclusive para los pueblos originarios porque vuelven a los derechos colectivos, es volver a 200 años atrás”, agregó para luego describir una situación que, consideró, podría darse de aquí en más: “cuando tenés las tierras de manera colectiva quien tiene los derechos es el jefe de la tribu y genera una situación de desigualdad entre las personas. El jefe de la tribu es el que decide, tiene una influencia sobre el resto de las personas, que sale de lo normal, y puede pedir muchas cosas, incluso indebidas a cambio de favores”.
Y continuó en la misma línea: “Las culturas anteriores precolombinas no tenían esas ideas, no eran todos iguales. Tenían la posibilidad de matar uno a otro simplemente porque tenían la autoridad y no había leyes escritas. Por eso los malones podían atacar a las ciudades y llevarse al ganado y esclavizar a las mujeres sexualmente”.
Luego de referirse al nulo crecimiento per cápita en Europa hasta el año 1000, que apenas se elevó hasta el 0,06% anual hasta el 1800, tomó las ideas de Adam Smith en su investigación sobre la naturaleza de las riquezas de las naciones y apuntó contra la fuerte carga impositiva de los Estados: “cuando empiezan a decir ‘voy a distribuir la riqueza’ es un desincentivo al que produce. Si lo hacés a través de impuestos en algún punto estás sacando la capacidad de crecer de la economía y achicás la economía. Y ese es el problema de la Agentina”.
“El sector privado es cada vez más chico y es el que paga toda la cuenta, porque el sector publico vive de los impuestos”.
En un análisis de actualidad se refirió al crecimiento desmedido del sector público y la distribución de planes sociales que, a la fecha, llega a 22 millones de personas por sobre los 6 millones de trabajadores del sector privado formal, rompen con el esquema de funcionamiento del país.
“No hay forma de cambiar esto con parches, de hacer un plan económico de crecimiento del Estado, es imposible que esto salga adelante por el Estado”, agregó y se refirió a la necesidad de reducir el gasto público en 15 puntos. “No es una cuestión de ajuste sino de liberación de los jóvenes”, explicó acerca del ingreso de un millón de personas al mercado laboral en los próximos cuatro años