Solo se puede consumir más si antes se produce más

Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.

INFOABE La economía argentina carece de moneda para hacer política monetaria. ¿Qué política monetaria expansiva van a hacer si no hay moneda?

Todo parece indicar que, de cara a las elecciones, el gobierno se prepara para “estimular” el consumo interno poniéndole plata en el bolsillo a la gente. Esto significa aumentar el gasto público en diferentes planes y financiar ese aumento del gasto vía expansión monetaria.

El gobierno parte del supuesto que, dado que la utilización de la capacidad instalada de producción no está en el 100%, la expansión monetaria no va a generar inflación porque las empresas van a responder con más producción a la mayor demanda generada por la expansión monetaria.

En rigor, este gobierno utiliza diferentes argumentos para explicar la inflación. Desde la altura en que se ponen los productos en las góndolas de los supermercados, pasando por el cartelito de los precios, siguiendo por decir aumentos “desmedidos” y explicaciones que tienen que ver más con un discurso político que con una explicación científica de la inflación.

No obstante, hay mucha gente que cree que un estímulo del consumo vía expansión monetaria sería necesario para entrar en un círculo virtuoso.

Esta confusión ocurre porque el tema monetario genera ilusiones monetarias. Si se quita la moneda del medio, inmediatamente se puede entender que la expansión monetaria no produce estímulos de consumo.

El economista francés Jean-Baptiste Say (1767-1832) desarrolló lo que él llamó la ley de los mercados o la ley de las salidas, actualmente conocida como la ley de Say. Para decirlo en forma sintética, la ley de Say dice: la oferta crea su propia demanda. Puesto en otras palabras, para que alguien pueda demandar un determinado bien o servicios, primero tiene que producir algo que sea aceptado como medio de pago.

Supongamos que la economía no funciona con moneda y hay trueque. Para que alguien pueda intercambiar un bien por otro, primero tiene que tener un bien para intercambiarlo, y ese bien hay que producirlo.

Es decir, la demanda no surge de la nada, surge de previamente producir algo que la gente demande. El pintor puede demandar bienes si primero pinta una casa. Y quien lo contrata para pintar la casa, previamente tuvo que producir algo que vendió para poder pagarle al pintor. Todos tienen que producir algo para poder demandar. La demanda no surge del aire.

Ahora bien, el aumento de la demanda se produce cuando cada uno produce más. Si el pintor pinta más casas, puede demandar más. En otros términos, el incremento de la demanda interna depende del incremento previo de la producción.

¿Cómo juega el dinero cuando salimos de una economía de trueque? En realidad la función del dinero es facilitar el intercambio, pero no puede aumentar la demanda solo porque se emita más dinero. En todo caso sube el nivel general de precios de toda la economía, aunque en realidad es que baja el poder adquisitivo de la moneda. La ilusión monetaria hace pensar que suben los precios, pero en rigor se deprecia la moneda. La emisión monetaria no produce mayor demanda de bienes. Sí puede producir un cambio de precios relativos y de hecho lo produce.

Es que cuando el Estado emite moneda para estimular el consumo, lo hace vía el gasto público. Esa emisión monetaria que produje el Estado se vuelca primero a determinados sectores y luego llega a otros.

Supongamos que el Estado quiere estimular la economía con obra pública construyendo puentes y caminos y para eso emite moneda. ¿Cómo es el proceso? El Estado emite moneda y sale a comprar insumos para la construcción: cemento, hierro, pintura, contrata mano de obra, etc. La mayor demanda presiona sobre los precios de esos bienes que son los primeros en aumentar.

Cuando los productores de los bienes que abastecen a los insumos mencionados reciben los pesos, empiezan a demandar insumos y otros bienes para producir cemento, hierro, pintura, etc. esos pesos presionan sobre los precios de los insumos. Y así sigue el proceso.

Cuando el Estado financia el aumento del gasto público vía emisión monetaria, los precios de todos los bienes y servicios de la economía no suben todos al mismo tiempo. Primero suben unos y luego otros. Hay un cambio y distorsión de los precios relativos.

Los primeros en recibir los pesos emitidos salen ganando, los últimos en recibir esos pesos emitidos a medida que van pasando de mano, son los perdedores de la economía porque les llegan los pesos cuando los precios ya subieron.

Por eso, los primeros pueden demandar más y los últimos en recibir los pesos emitidos pueden demandar menos. La demanda agregada, hablando en términos keynesianos, no aumenta. Solo aumenta la demanda de unos sectores y cae la de los últimos que son los que reciben los pesos cuando los precios ya subieron. Reciben moneda devaluada. Recién ahí reaccionan y empiezan a aumentar sus precios y se va generalizando el incremento de precios que se traduce en inflación.

Pero, si este proceso de expansión monetaria se sostiene, la gente percibe que los precios van a seguir subiendo y, por lo tanto, cae la demanda de moneda y a la emisión monetaria se le agrega mayor demanda de bienes y menos demanda de pesos.

El tema es que, al inicio de este juego de emitir para estimular la demanda, no tiene que haber una inmediata caída en la demanda de moneda. Es decir, de entrada la gente no tiene que querer sacarse de encima los pesos, porque en ese caso, el proceso inflacionario se acelera y el “estimulo” a la demanda vía emisión se diluye rápidamente y se traduce en una rápida espiral inflacionaria.

Veamos un ejemplo sencillo. Supongamos que hay 100 unidades del bien A y 200 unidades del bien B. El que produce A puede demandar por 100 unidades con el bien A y el que produce el bien B puede demandar por 200 unidades con el bien B.

Introduzcamos ahora la moneda e incrementemos la cantidad de pesos en circulación. ¿Por qué el que produce el bien A va a poder demandar más de 100 unidades si no produjo más de 100 unidades? Su consumo sigue limitado a las 100 unidades que produjo por más moneda que se haya emitido. El mismo razonamiento corre para el que produce el bien B.

El problema de la economía argentina es algo que no quieren ver en el gobierno. La economía argentina carece de moneda para hacer política monetaria. ¿Qué política monetaria expansiva van a hacer si no hay moneda?

La primera falacia es querer hacer política monetaria expansiva sin tener moneda. La segunda falacia es no entender que se puede demandar más bienes solo si previamente se producen más bienes. No hay magia en economía.

Todos estos inventos de artificios monetarios y financieros que muchos colegas despliegan para satisfacer las necesidades de los políticos, terminan siendo nefastos porque, finalmente, nos quedamos sin más consumo y con la espiral inflacionaria o con el estallido de la deuda si el gasto se financia con endeudamiento.

En síntesis, es falso que con más emisión monetaria aumente la demanda de bienes. Para poder demandar más, previamente hay que producir más. En el gobierno tienen la falsa creencia que la mayor producción de bienes para poder consumir más puede ser reemplazada por la mayor producción de moneda. Grosero error que solo llevará a una inflación mucho más aguda que la actual.

ESTA NOTA FUE ORIGINALMENTE PUBLICADA EN http://www.infobae.com

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