DATA CLAVE – Hace algunos días había trascendido que el actual gobierno estaba elaborando un “miniplan” para llegar a las elecciones y sostener una economía que hoy se encuentra en una situación extremadamente crítica.
El miniplan está enfocado en mantener el mercado cambiario atado con alambres, abrir paritarias y que los salarios cierren por arriba de una inflación que va a estar cercana al 3% en los próximos meses. Sólo antes de las elecciones.
El principal objetivo de éste plan es reactivar el consumo para apaciguar el clima social hasta noviembre. El gobierno siempre supo que una parte de la población que decide las elecciones, vota según cómo le va en materia económica en los últimos meses. Desafortunadamente, con una tasa de desempleo real-más alta que la que publica el INDEC- del 10,8%, 4 de cada 10 argentinos en situación de pobreza, 1 de cada 10 en situación de indigencia y 6 de cada 10 niños en situación de pobreza, el clima social es imposible de revertir.
Esta imposibilidad del gobierno de calmar las aguas no sólo se da por el corto lapso de tiempo sino también por lo yerro del diagnóstico que están realizando. Gobiernos tales como el actual consideran que se crece por el lado de la demanda y no de la oferta. No obstante, por más de que lluevan billetes verdes del cielo, si no hay producción, no hay nada qué comprar, no hay nada que consumir. Más si esos billetes son exprimidos de los propios productores.
Vamos a un ejemplo bien sencillo, supongamos que Daniel, un hombre muy trabajador, produce 100 celulares por mes y los vende todos los meses a $10 cada uno. Además, consideremos que en la economía sólo circulan $1000. Daniel sabe que todos los meses vienen sus clientes y le compran los 100 celulares a $10. Ahora si el próximo mes sus clientes no llegan con $1000 sino con $2000 porque el Gobierno decidió inyectar $1000 más a la economía; a Daniel sólo le queda subir el precio de sus celulares a $20 porque sólo tiene 100 celulares producidos. Es decir, es un ejemplo bien cabal de que por más de que, literalmente, se le coloque plata en el bolsillo de la gente, no se consume más, como en nuestro ejemplo, la cantidad de celulares sigue siendo la misma. Todo lo contrario, éste tipo de políticas agrega más problemas a la economía.
Ahora, nuestro ejemplo fue muy básico, en un país como el nuestro, Daniel no sólo debe enfocarse en producir los celulares o pensar la forma de incorporar nuevas tecnologías al sistema de producción, sino que debe: gastar 312 horas al año pagando un 106% en impuestos sobre su ganancia neta, realizar el cálculo empresarial con una inflación anual del 50%, limitarse con la imposibilidad de acceder a un crédito por las altas tasas de interés, realizar el doble de procedimientos que en cualquier otro país para abrir su negocio y rezar porque al socialismo no se le despertarse al día siguiente con la idea de quedarse con su propiedad. Emprender en nuestro país es un “vení que te como” diario.
Esto se puede observar en la entrada de capitales a nuestro país. Pasamos de una inversión extranjera directa en % del PBI del 0,3% en la década de los 70, al 0,7% en la década de los 80, al 2,7% en la década de los 90, al 2,2% en el 2010 y, finalmente, al 1,8% de nuestros días. Evidentemente, esto sin contar las últimas decisiones en materia económica que no hicieron más que agravar la crisis de confianza que sufrían los mercados. Bajo éste panorama y con una calidad institucional deteriorándose año tras año, poco probable que entren capitales en los próximos meses.
Desafortunadamente, sin éstos capitales no vamos a volver a crecer. Mientras nosotros seguimos discutiendo sobre problemas que ya fueron superados en el resto del mundo, los demás países siguen avanzando. Para el avance tecnológico y de productividad del mundo, nosotros no estamos enfocándonos en ser más competitivos sino en pelearnos por dádivas del Estado. Aplicar las mismas recetas de siempre no va a transformar la realidad en la que nos encontramos inmersos; todo lo contrario, profundizará los problemas estructurales preexistentes.
Además, el malestar social no da margen para las mismas políticas empobrecedoras de igualación hacia abajo. En el último informe elaborado por la Fundación Libertad y Progreso, en abril los trabajadores se han alejado a la línea de la pobreza en un 1,3% con respecto al mes anterior, pero se han acercado un 6,6% con respecto a abril 2020. Esto implicó por ejemplo que una familia con ingresos en torno a los 50.000 pesos perdiera 6,6% de poder de compra de la Canasta Básica Total (CBT) respecto de abril de 2020 y 7,4% respecto a la Canasta Alimentaria (CBA), respecto de abril de 2020. Es decir, hay cada vez más gente que se encuentra en la pobreza respecto de abril del año pasado que constituyó el piso de la crisis del año pasado.
La Argentina necesita una serie de reformas estructurales que aliviane la situación del sector privado. No podemos seguir aplicando las mismas políticas de siempre. Es necesario que hombres como Daniel puedan emprender, que sus clientes puedan consumir productos más baratos y de mejor calidad y que todos los argentinos puedan alcanzar los objetivos que se propongan con las oportunidades que le brindan en éste país. De otra forma, el camino va a ser muy tumultuoso para todos.