En febrero de 1985, Raúl Alfonsín atravesaba uno de los momentos más delicados de su presidencia, con una inflación que rompía estadísticas, inversiones en baja, problemas con el déficit fiscal, deuda externa elevada y argentinos y argentinas corriendo a comprar dólares ante la pérdida de valor del peso. Para afrontar esa delicada situación, decidió desplazar a Bernardo Grispun del Ministerio de Economía y nombrar en su lugar al por entonces secretario de Planificación, Juan Vital Sourrouille. El nuevo ministro desembarcó en el Palacio de Hacienda con un plan de shock, considerado heterodoxo, y un nuevo equipo. Sin embargo, el resultado inicialmente exitoso en el control de la inflación y el déficit fiscal derivó tres años después en un fracaso que forzó un cambio de programa y marcó el preludio de la salida de Alfonsín del gobierno en 1989.
Días atrás, ese plan de shock–similar al Plan Austral o al Plan de la Convertibilidad– fue una de las noticias que sobrevoló en Casa Rosada y que asombró a varios miembros del gabinete de Alberto Fernández, incluso a muchos economistas del país. José Vargas, en una nueva edición de Chat Económico, analizó junto al economista Aldo Abram esta situación, lo que le depara a la Argentina respecto a la inflación, las medidas económicas, los salarios de los argentinos y el objetivo del Gobierno de cara a las elecciones.