IPROFESIONAL – Con la baja de casos de infectados de Covid-19 y el avance de la vacunación contra este virus, los países vecinos intentan reabrir sus fronteras para reactivar algunas de sus actividades económicas centrales que fueron muy golpeadas por la pandemia. Y acá es donde también se mete en discusión el tema del dólar y el cepo cambiario argentino.
Es el caso de Uruguay, donde el turismo proveniente de los países vecinos es importante en la economía local. Por ello, anunció hace pocos días que empezará a recibir a los argentinos y otros extranjeros.
Por ende, se abre el interrogante respecto a si les conviene a los argentinos cruzar el “charco” para ir a comprar dólares sin limitaciones a dicha república, y por qué surgen tantos inconvenientes para que acepten “nuestros” pesos en la región. Temas que iProfesional consultó con expertos.
Estas preguntas surgen tras el anuncio del Presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, del pasado 8 de agosto, donde comunicó que desde el primer día de septiembre abrirá las fronteras a los extranjeros vacunados contra Covid-19 que posean propiedades en dicho país. Entre los cuales, claro está, se encuentran muchos argentinos.
La condición que se deberá cumplir para poder ingresar al vecino país, es la presentación de una prueba PCR negativa al momento de la entrada. La medida incluye al titular, su cónyuge e hijos.
Además, lo más importante, es que “los argentinos inoculados con dos dosis de la vacuna Sputnik, podrán entrar al país”, detalla el comunicado publicado por la Secretaría de Turismo del Uruguay.
Y en una segunda etapa, agrega la información oficial, desde el primer día de noviembre la “apertura gradual de fronteras incluirá a todos los extranjeros inmunizados y con una prueba PCR con resultado negativo”.
En este escenario tan favorable para que los argentinos puedan cruzar la frontera en las próximas semanas, se plantea el dilema respecto a si puede ser una buena excusa también para dolarizar a “gran escala” los ahorros en pesos, antes de las elecciones en Argentina.
La respuesta a ello no se hace ni siquiera esperar: “Si los propios argentinos no quieren a sus pesos, menos que menos nosotros”, dice un cambista charrúa.
Es decir, se pueden comprar dólares sin restricciones allí, pero a un costo muy superior que en la plaza doméstica, debido a que la cotización implícita de cada billete estadounidense implica llega a desembolsar entre un 30% y hasta 420% más que en cualquier plaza cambiaria minorista argentina.El precio en pesos argentinos del dólar en los países vecinos puede llegar a ser de hasta $880, como es el caso de los bancos de Uruguay.
“Desprecio” por los pesos
Como consignó iProfesional recientemente, comprar un solo dólar al cruzar el Río de la Plata con moneda doméstica, hoy puede llegar a costar un equivalente de hasta $880 tanto en el Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU), que es la entidad bancaria oficial de dicho país, como en la sucursal de Montevideo del Banco de la Nación Argentina (BNA). Se trata de un precio fijado para desalentar todo tipo de operaciones con la moneda argentina.
Está muy lejos de los $170 del dólar minorista oficial “solidario“, monto similar que se debe aportar en el mercado bursátil con las operaciones de dólar MEP y contado con liquidación. Incluso, el blue se ubica en torno a los $182 en las cuevas porteñas.
En tanto, en las casas de cambio charrúas ahí baja bastante el precio necesario para hacerse de divisas estadounidenses, pero sigue sin ser negocio: se debe desembolsar entre $230 a $300 por cada dólar.
Un panorama similar se vive en el resto de los países limítrofes, con valores parecidos a estos últimos.
-En Brasil, se debe pagar entre $240 a $340 para comprar un dólar.
-En Paraguay alrededor de entre $180 a $240.
-En Chile, país que comparte la mayor cantidad de kilómetros de frontera con Argentina, se solicita entre $180 a $204.
En resumen, en los últimos dos países citados, el valor es entre 10% a 20% superior a lo que se debe pagar en una cueva local.Cada vez se requieren más pesos para comprar un dólar. Algo que genera altos costos logísticos de canjearlos en el exterior y que sea poco conveniente.
Causas de un costo elevado
Para analizar el porqué se debe pagar una notoria diferencia de precio entre lo que vale un dólar en Argentina y su precio en pesos en una nación vecina, se debe evaluar más la realidad local que la extranjera.
Sobre todo, décadas de devaluación e inflación constantes, que le hicieron perder un continuo poder de compra, que transformaron a la moneda nacional en un papel poco confiable, y que no sirve para tenerla como resguardo de valor.
Es decir, “nadie” quiere a los pesos argentinos por su escaso valor.
Y se les suman motivos vinculados al mercado cambiario y a los flujos de intercambio de las divisas entre los países.
“El principal problema es que con el cepo, el comercio del país limítrofe que recibe pesos no tiene manera de convertir esos billetes a su moneda. Eso ocurre porque el Banco Central no autorizaría la operación de canje entre esos pesos y la moneda de que se trate. Lo mismo sucede en Argentina, cuando alguien quiere comprar moneda del país limítrofe”, resume a iProfesional Pablo Repetto, director de la consultora GRA de Gabriel Rubinstein.
Entonces, detalla que para aceptar pesos, dicho el país al que se llevan los billetes nacionales tiene que valuarlos a un dólar libre que, “encima, tiene su volatilidad y sus regulaciones. Por lo que el comercio del exterior que lo acepte asume un riesgo de precio y un riesgo regulatorio, por lo que prefiere no aceptarlo”, acota este analista.
En resumen, es lo mismo qué sucede con cualquier activo argentino que no se demanda, dado el riesgo político y económico implícito que se asume cuando se lo adquiere.
“Estimo que lo más importante para no aceptar los pesos es el riesgo regulatorio, por la discrecionalidad con la que actúa el estado argentino sobre la conversión de la moneda”, concluye Repetto.
Para Gustavo Giraldez, analista financiero vinculado al sector bancario, también los países limítrofes no toman pesos argentinos por el descalce mencionado de monedas.
“El turismo era la principal fuente de salida de los pesos, y esos billetes nacionales que quedaban en el extranjero se repatriaban, sino que se los vendían a los residentes del exterior que querían venir a la Argentina a vacacionar. El tema es que desde que empezó la pandemia y con las fronteras cerradas no hubo turismo extranjero, por consiguiente, los pesos se fueron totalmente aislando del exterior”, describe.
Más allá del desbalance de la cantidad de monedas y las políticas cambiarias, existe también un tema logístico, que ya de por sí encarece el precio en pesos del dólar en los países vecinos.
“El costo de la repatriación de los pesos es caro porque la logística es costosa, por volumen (cantidad de papel moneda) y por los seguros que se deben pagar, que son en dólares. Entonces, todo eso agrava un tema que es el gran volumen de pesos que, de manera representativa, tienen poco valor de cambio, por la devaluación de nuestro dinero”, agrega Giraldez.
Otro de los temas que se plantean con la reapertura de fronteras en Uruguay es que es más factible que desde las localidades cercanas del vecino país deseen venir a hacer sus compras a la Argentina, ya que “hoy es muy barato nuestro país para comprar mercaderías”, concluye este experto. El poco respaldo que tiene el peso argentino como moneda, por la gran emisión e inflación, genera que cada vez pierda más valor y no sea querido en la región.
Motivos de peso
Entre los motivos que son preponderantes y que llevan a que el peso sea una moneda poco requerida, más allá del flujo de divisas y el costo logístico, se destacan varios factores domésticos, como la elevada inflación, el cepo cambiario, la constante depreciación de la moneda nacional, una escasa cantidad de reservas netas y la falta de solidez económica que tiene la Argentina.
“Lamentablemente, que nadie acepte pesos afuera es señal de que nuestro país se encuentra asilado del mundo. La incertidumbre tanto a nivel local como internacional provoca que no se pueda saber cuál es el valor real del peso“, dice a iProfesional Natalia Motyl, economista de la Fundación Libertad Y Progreso.
Y agrega: “Cuando un país no posee un rumbo fijo en materia económica, cualquier malestar tanto local como internacional impactará negativamente sobre el valor de la moneda, sumado a la inyección de pesos que hace el Gobierno y que siempre es un instrumento para financiar el déficit”.
Además, en el marco local, “se debe superar la crisis de gobernabilidad por el ´Olivos-Gate´ y un post elecciones que se enmarca en una nebulosa incierta en los mercados”, enfatiza Motyl.
Bajo estos problemas domésticos, también Argentina se debe enfrentar en estos meses a un contexto internacional más desfavorable, a causa de que precios de las commodities se están estabilizando, a lo que se le suman el avance de la variante delta del Covid-19 y a la crisis geopolítica por el conflicto en Afganistán.
“Todo genera que no se pueda definir el valor del peso en los mercados de cambios del extranjero, que se rigen por oferta y demanda. Cuando la expectativa devaluatoria es incierta, quedarse en pesos nunca es opción”, concluye Motyl.Te puede interesar
Por lo tanto, considera que hasta que la Argentina no encare las reformas estructurales, y devuelva así la confianza en los mercados, que es el “único camino no recesivo, el peso no será aceptado en ninguna parte del mundo”.-