Consejero Académico de Libertad y Progreso
CATO – Carlos Rodríguez Braun señala que el prejuicio antiliberal de ver solo males donde los individuos son libres y el bien donde no lo son, bloquea la comprensión de una realidad en la que una y otra vez los logros son individuales, no colectivos.
El diputado populista, Iñigo Errejón, declaró a El País: “La vacuna es un logro colectivo. Un perfecto ejemplo de que eso no lo podíamos afrontar con una ley del mercado”.
Una clave de los recelosos de la libertad del pueblo es dar por sentado que nada bueno puede brotar de esa libertad. Simplemente, reaccionan de forma pavloviana: ven la libertad y le atribuyen males; y ven el Estado y le atribuyen bienes. Pero este proceso no es una conclusión sino un prejuicio. Es decir, el señor Errejón no ha analizado los matices del funcionamiento del mercado y de la política. No es que hable sin saber. Es que habla sin haberse molestado en preguntar.
El prejuicio antiliberal arrasa con cualquier esbozo de pensamiento crítico. Así, el punto de partida jamás es la persona, sino la tribu, la colectividad, y naturalmente el Estado, siempre el Estado. Ya lo decía Mussolini, al que estos supuestos progresistas tanto se asemejan: “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado”.
Este colectivismo bloquea la comprensión de la realidad, que, un milenio tras otro, muestra a quien quiera ver, que, al revés de lo que dice Errejón, los logros no son colectivos, sino individuales. Son las personas las que actúan, piensan y crean. Ninguna tribu lo hace. No es Estados Unidos el que innova, sino Henry Ford o Bill Gates. Por supuesto que no lo hacen solos, sino en compañía de otras personas que libremente eligen secundarlos en sus empresas, empezando por los trabajadores y los inversores, y siguiendo por los que emiten el veredicto de triunfo o fracaso: los consumidores.
Esta historia milenaria está bien contada por Johan Norberg en su último libro, Abierto, que publica Ediciones Deusto. Muestra a las claras que el progreso es un impulso de la gente, no del poder, que si cumple una función importante es la de dejar a las personas en paz, es decir, justo lo contrario de lo que quiere el señor Errejón.
En bella simetría con sus equivocaciones populistas, el mismo día de su entrevista en El País, apareció en El Mundo la señora Cristina Henríquez de Luna, directora general de GSK España, Portugal e Israel. Y declaró: “Ningún Gobierno ha fabricado una vacuna. Todas han salido de empresas privadas”.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 19 de octubre de 2021.