Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.
INFOBAE – Los últimos gobiernos han mostrado una alta vocación por afectar las instituciones con permanentes cambios de las normas laborales, impositivas, legislativas, y de comercio, principalmente
Mancur Olson fue un economista y sociologo (1932/1998) que centró sus trabajos en relacionar la economía y las instituciones (reglas de juego que imperan en una sociedad).
Publico tres libros de enorme valor. El primero fue La Lógica de la Acción Colectiva, el segundo Auge y Decadencia de las Naciones y el tercero Poder y Prosperidad.
Si uno lee el primer libro, La Lógica de la Acción Colectiva, puede entender por qué se adoptan medidas tan disparatadas en Argentina en materia económica.
Uno de los puntos centrales de La Lógica es que muchas veces los grupos de menor tamaño están mejor organizados para lograr que el estado les otorgue privilegios y ganancias extraordinarias a pesar de estar perjudicando a grupos mucho más amplios de la sociedad.
Con un ejemplo se puede ver el sentido del postulado de Mancur Olson. Supongamos que hay 10 fábricas de camisa en Argentina y consiguen que el Estado les de protección arancelaria para restringir la competencia de productores del exterior. Supongamos que cada fábrica produce 10 millones de camisa por año a un precio de $ 1000 cada camisa, pero con la protección arancelaria, al restringirse la competencia, pueden elevar el precio a $ 1200. En total el sector obtiene una renta de extraordinaria gracias al proteccionismo de $ 2.000 millones, con lo cual cada fábrica tiene un ingreso extraordinario de $ 200 millones en promedio.
¿Cuál es el costo adicional que tendrá que pagar cada consumidor por camisa, suponiendo que son 10 millones de clientes? El costo por camisa se eleva para el consumidor en $ 200 por camisa.
¿Por qué razón los 10 millones de consumidores no se organizan para frenar el lobby de los productores de camisas dado que con el proteccionismo salen claramente perjudicados? La respuesta que daría Mancur Olson es que los $ 200 millones que ganan extra los productores de camisas justifican el esfuerzo de dedicar tiempo a hacer lobby para conseguir las medidas de proteccionistas del estado dado que el beneficio se concentra en unos pocos y el estímulo es muy grande para organizarse.
En cambio, va a resultar muy difícil que los 10 millones de consumidores de camisas se organicen para contrarrestar el lobby de los 10 productores de camisas para ahorrarse $ 200 por camisa al año. El beneficio costo-beneficio no da. El esfuerzo de organizarse para neutralizar a los lobistas no parece compensar el ahorro de $ 200 por camisa por año. Por eso tiene lógica que los consumidores no reaccionen y los productores de camisas sí se organicen.
Esto mismo se puede trasladar al ejemplo de las low costs. El gobierno acaba de establecer un precio mínimo y máximo para los viajes de cabotaje en avión para obligar a las low costs a cobrar más caro y evitar que le quite clientes a Aerolíneas Argentinas, una empresa altamente ineficiente, impuntual, que les costará este año a los contribuyentes US$ 700 millones a pesar de tener casi el monopolio del mercado interno por las restricciones a los nuevos competidores.
En su momento de crecimiento las low cost llegaron a transportar unos 170.000 pasajeros por mes, a un precio bajo e interconectando el interior del país sin necesidad de pasar por Buenos Aires. Hoy Aerolíneas tiene una red de rutas similar a la que se le criticaba a los trenes ingleses que, se decía, confluían todos hacia el puerto de Buenos Aires.
La pregunta es, ¿por qué la presión de unos pocos burócratas logra perjudicar a milones de personas por año con esto de poner tarifas mínimas para los vuelos de cabotaje? Volviendo a Mancur Olson, los grupos más reducidos tienen estímulos para influir y quedarse con ingresos extraordinarios en perjuicio de los grupos más amplios.
La Campora, que domina Aerolíneas, se organiza en beneficio de sus integrantes y de un grupo reducido de sindicalistas en perjuicio de millones de consumidores, que tendrán que pagar más por un pasaje de avión o bien dejar de volar y soportar largos viajes en ómnibus de larga distancia porque ya no pueden acceder a viajes en avión a bajo costo.
Es una medida claramente que va en contra de los sectores de menores ingresos que, al aparecer las low costs, pudieron viajar en avión por primera vez a un precio que les era accesible cuando el mercado estaba desregulado.
Otro ejemplo que puede citarse que cumple con La Lógica de la Acción Colectiva es la prohibición que existió para que el pedido de remises por la conocida aplicación UBER pudiera ser utilizada en CABA. Los que tenían las licencias de taxis, que suelen concentrar varias licencias en sus manos, no querían la competencia de un nuevo jugador en el mercado e hicieron lo imposible para impedir que entrase al mercado el nuevo competidor.
Unos pocos se beneficiaban con esa restricción en tanto que miles de consumidores no iban a organizarse para contrarrestar el mayor costo que tenían que afrontar por la mencionada restricción de viajar en taxi.
Los ejemplos sobre grupos reducidos que se benefician a costa de amplios grupos son tantos en Argentina como regulaciones absurdas puede haber. Lo que sabemos es que esta nueva restricción a las low costs no son para proteger al consumidor, sino para beneficiar a La Campora que controla la empresa estatal como si fuera una propiedad privada y a los dirigentes sindicales que se benefician de dicha restricción más los US$ 700 millones anuales que tienen que aportar los contribuyentes para mantener una aerolínea que no debería existir.
Estados Unidos no tiene línea de bandera y la gente puede viajar en avión a precios más convenientes con un mercado desregulado. En 2019 en Estados Unidos las empresas de aviación transportaron a 1.000 millones de pasajeros, es decir que en promedio cada habitante de Estados Unidos viajó 3 veces en avión en EE.UU. en el año.
En Argentina, sobre 46 millones de habitantes vuelan al año 19 millones en el mejor de los casos, tomando 2019 que fue un año de desregulación de las tarifas. En otras palabras, en Argentina, en promedio, vuela el 40% de sus habitantes una sola vez al año.
En síntesis, las regulaciones absurdas no son para beneficiar a los pasajeros, sino para beneficiar a un grupo reducido de personas en detrimentos de millones. Aquí un grupo de políticos y sindicalistas usan al Estado en beneficio propio y en perjuicio de millones de personas, lo cual también se ve en los disparatados costos que tienen para los contribuyentes el Congreso Nacional, las legislaturas provinciales y los concejos deliberantes de los municipios.
Esos grupos reducidos tienen estímulos para organizarse en detrimento de los contribuyentes, quienes en su mayoría desconocen el costo por legislador que debe afrontar cada provincia.
En definitiva, Argentina es presa de grupos reducidos que logran usar al estado para obtener privilegios que se diluyen entre millones de contribuyentes que, por el momento, no tienen estímulos para organizarse y defenderse de la expoliación de esos grupos reducidos, en especial de buena parte de la dirigencia política.
ESTA NOTA FUE ORIGINALMENTE PUBLICADA EN http://www.infobae.com