Escala la negociación colectiva de salarios en una nueva carrera contra la inflación

CRONISTA – Por Julián A. de Diego, Consejero Académico de LyP- La negociación de salarios tiene un doble objetivo 2022 centrado en lograr aumentos que no sean por sí inflacionarios pero a la vez, que superen de uno a tres puntos la inflación anual, asegurándose el ajuste final con una cláusula de revisión para octubre o noviembre. O sea que se buscan dos objetivos aparentemente incompatibles: no ser motor de la inflación pero sí lograr que el bolsillo real le gane por unos puntos a ella mejorando el ingreso real.

En un contexto de reactivación selectiva con inflación (en inglés reactiveflation), bien distinto a la estanflación (en ingles stanflation) de las presidencias de Cristina y de Macri (recesión + inflación), la economía se moviliza sobre la cuerda floja con alta emisión, déficit fiscal con metas comprometidas con el FMI, y la necesidad de exhibir herramientas antinflacionarias, como reducir los subsidios y el sinceramiento de las tarifas.  

En ese plano se deberían presentar las negociaciones colectivas de salarios, tratando de apuntar a una inflación menor a la estimada por los economistas (entre 50 y 65%), pero que garantice a los gremios un segundo paso antes de cumplirse el año calendario, o en el peor de los casos, al conocerse la inflación completa del 2022, a través de una cláusula de revisión.

El número generado como parámetro de contención en este contexto es del 40% según se sugiere desde el área económica del Gobierno Nacional, y por ende, modificará el Salario Mínimo Vital y Móvil a través del Consejo respectivo en el mismo porcentual.

Durante el 2021, el gremio de sanidad FATSA logró con la industria farmacéutica un plus de 2% por encima de la inflación, siempre tomando los índices por período  trimestral devengado. Otros gremios lograron mantener bonos de fin de año, como camioneros que acordó $48.000 no remunerativos, que se están pagando ahora en cuatro cuotas. Otro tanto ocurrió en la industria aceitera con bonos muy importantes para un sector privilegiado.

A estos componentes, hay que agregarle dos factores que operan en forma transversal, el avance y desarrollo de las tecnologías exponenciales, y la influencia de la pandemia del COVID 19 con sus nuevas cepas y con eficacia relativa de las distintas oleadas de vacunación. Ambos elementos están transformando la forma de trabajar, adaptándose a las nuevos hábitos y a las demandas de los clientes, y al teletrabajo o trabajo virtual que se impone en todas las áreas de servicios, y que cada vez penetra más en la industria y en el desarrollo de emprendimientos singulares.

El sector empresario presenta un escenario heterogéneo, no solo en relación con los niveles de reactivación, muchos de los cuales ya alcanzaron o superaron los que tenía la actividad o la empresa antes de la pandemia. Sin perjuicio de ello, las tres preocupaciones mayores son las siguientes:

1. Los aumentos solicitados por los sindicatos a menudo no son compatibles con las pérdidas sufridas durante la pandemia, y no oxigenan a la empresa para afrontar la pesada carga de deudas acumuladas con los proveedores y sobre todo con los bancos;

2. Los sindicatos más combativos, o los que se presentan como líderes por el nivel de reactivación de su sector, avanzan no solo con incrementos salariales clásicos, sino también con el reconocimiento de anticipos, bonos, y adicionales, y en particular, con mecanismos de participación en las ganancias, (ver los casos de aceiteros, Bridgestone, y otros);

y 3. Los reclamos de los sindicatos hay como mínimo dos rounds, y al aumento salarial general le siguen los reclamos de las comisiones internas y delegados, que a menudo no están a lineados con la cúpula sindical, con lo cual el aumento general de la industria servicio o actividad no es definitivo.

En el marco de la negociación colectiva siguen presentándose además costos adicionales, como los reclamos de los sindicatos de aportes o contribuciones a las obras sociales gremiales golpeadas por los costos de la pandemia, la cuota solidaria que impone un aporte al trabajador no afiliado, las ayudas a las mutuales o las cooperativas de consumo, y otros adicionales no tradicionales pero que tienen impacto en los costos.

El trabajo virtual, el formato híbrido o mixto, y en general las distintas variantes del teletrabajo son fuente de conflictos al momento de acordar normas convencionales, la mayoría de las cuales generan mayores costos para las empresas y cierta tendencia a la rigidez de su desarrollo, cuando son hoy la fuente de trabajo más importante que presentan la realidad laboral de todo el orbe.

Por último, se dice que no habrá reforma laboral, pero a la vez se mencionan mecanismos de promoción del empleo, que no solo afectan las normas laborales sino que además tienden a reducir el costo de los impuestos al trabajo, que siguen siendo de los más altos de la región.

El crecimiento con inflación no es una lucha entre dos demonios, es entre el bien y el mal. Desde la izquierda nos carcome la pérdida de valor del signo monetario, el déficit fiscal, el Estado elefantiásico, la ineficiencia administrativa y los errores políticos gubernamentales. Desde la derecha no alienta la reactivación, el crecimiento y la búsqueda desenfrenada de vivir en un mundo mejor.

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