Abogado. Asesor laboral de empresas y cámaras empresarias. Consejero Académico de Libertad y Progreso.
CRONISTA – El Poder Ejecutivo propició incrementos salariales desde el comienzo de las negociaciones paritarias en torno del 40/45%, y con esos alcances se firmó el acuerdo con la Unión Obrera Metalúrgica (UOMRA). Pero en un lapso de menos de 30 día todo tomó un giro inesperado trepando a pretensiones salariales del 60% a 80%.
Las escalas graduales y los topes se abandonaron, para pasar a un sistema de indexación, es decir, a un mecanismo de actualización casi automática de los salarios colgados del IPC informado por el INDEC más un plus que la supere, supuestamente para recuperar poder de compra de los salarios.
La palabra indexación y el verbo indexar fue acuñada por Brasil en la década de los 90´a propósito de la utilización de un mecanismo que permita equiparar el valor venal del dinero de curso legal dentro de un proceso inflacionario a través de un índice. Para la Real Academia de la Lengua Española, expresa en su diccionario que indexar consiste en registrar y ordenar datos e informaciones de modo de generar un índice o coeficiente.
La indexación que se está aplicando en la negociación paritaria tiene peculiaridades que la convierten en un mecanismo que puede ser un nuevo “motor” de la inflación a la que supuestamente se pretende solo equiparar.
Por lo pronto, existen los índices conocidos y difundidos por el Indec, que se suelen comunicar después del día 15 del mes siguiente, y a la vez contamos con las estimaciones de las entidades y de consultoras privadas que es una estimación, y que en más de una vez fue totalmente discrepante con la información oficial. Basta con citar como ejemplo el crecimiento de la economía de la Argentina en el año 2021 que superó el 10% versus las estimaciones privadas que en su mayoría lo estimaron en menos de la mitad.
Dentro del proceso de negociación interno, muchos sindicatos se han volcado al peor de los escenarios, consistente en utilizar lo devengado por el IPC oficial del Indec, sumado a la estimación de los meses por venir, cerrando el circuito con una, dos o tres revisiones, e incorporando nuevos ítems como complemento, como el reintegro de gastos del teletrabajo, los gastos de guardería, el día del gremio, el bono Covid 19, y los bonos de fin de año, los aportes o contribuciones extraordinarios, y la cuota solidaria.
A estos casos más frecuentes debemos agregar el adicional y las licencias por felicidad, los sistemas de participación en las ganancias presuntas, los incentivos por sorteo, las mutuales financiadas por el sindicato, y las gratificaciones por buena conducta, o los adicionales por causas inexistentes o anacrónicas (tenencias de muestras, falla de caja y otras).
Si hacemos proyecciones anticipadas, visualizamos la inflación del primer trimestre, y adicionamos en forma progresiva los ajustes periódicos, ningún gremio y actividad estará por debajo del 60%, asegurándose la indexación con las cláusulas de revisión que garantizan el análisis retrospectivo y la comparación de los ajustes otorgados con la inflación real una vez que la misma es conocida oficialmente desde las determinaciones oficiales.
Interactuando en forma periférica o transversal, la Ley de Teletrabajo aporta el requerimiento de la determinación del valor de los reintegros por los gastos de conexión y otros varios, además de los cupos alcanzados por el subsistema, y los nuevos costos de la nueva normalidad.
Otro tanto ocurre con la universalización de la guardería, para los padres de ambos sexos, tanto con el requerimiento de la construcción y la habilitación de las salas maternales internas, y al pago del subsidio para financiar el cuidado de los hijos menores de 3 años de edad para el decreto 144/2023, que termina incluido en la negociación salarial.
Todos estos mecanismos son fantasmas, ni siquiera son paliativos ya que si quieres soluciones diferentes no hagas siempre lo mismo (Albert Einstein). Hay quienes insisten tanto en fracasar que terminan siempre fracasando (Juan Carlos De Pablo).
La clave no está obviamente en seguir incorporando nuevos parches que ha sido demostrado que no son eficientes para vencer al flagelo de la inflación, que no tiene una solución unívoca, porque sencillamente se trata de un fenómeno multifactorial.
La falta de un plan económico que marque el sendero de una serie de reglas básicas, y la opresión del gasto público, el déficit fiscal, la rapiña del Estado que captura el capital y de la rentabilidad de las empresas en crecimiento a través de nuevos impuestos de retenciones o de renta proyectada futura, la emisión monetaria, y los subsidios que no sirven como puentes hacia la incorporación del los excluidos, son solo una parte de la crisis que obliga a da unidad económica a resistir, atrincherándose, en un marco donde la política oficialista y opositora no brindan una salida seria dentro de un contexto de viabilidad.
El poder destructivo de la inflación escala a todo nivel, y para derrotarla es imprescindible trasmitir confianza, viabilidad, y reglas claras que contribuyan a bajar el gasto público, a lograr más eficiencia fiscal, reformulando el marco impositivo sobre todo en los impuestos distorsivos y regresivos, y fomentar el crecimiento de la economía.