VÍA PAÍS – Cuando el INDEC anunció que la inflación de noviembre había sido de 4,9%, el Ministerio de Economía se entusiasmó con la posibilidad de llegar al objetivo de reducirla por debajo de 4% antes de lo prometido (abril 2023), pero los datos preliminares de diciembre ponen un signo de interrogación.
Cuando el INDEC anunció que la inflación de noviembre había sido de 4,9%, el Ministerio de Economía se entusiasmó con la posibilidad de llegar al objetivo de reducirla por debajo de 4% antes de lo prometido (abril 2023), pero los datos preliminares de diciembre ponen un signo de interrogación.
Los estudios de consultoras privadas sugieren que en el mejor de los casos la variación del índice de Precios al Consumidor (IPC) del último mes del año estará en la misma línea.
El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que elabora el Banco Central y reunió a 38 analistas, la estimó en 5,5%.
De todas formas, el Gobierno confía en que cuando este jueves 12 de enero el INDEC realice el anuncio oficial se perfore el 4,9%, lo cual se convertiría en una señal de cambio de tendencia.
A modo de adelanto, el primer cálculo de inflación oficial que se conocerá será el de la Ciudad de Buenos Aires que se publicará el lunes 9. Si bien este dato y el del INDEC corrieron en paralelo durante todo 2022, en noviembre hubo una brecha amplia, ya que su resultado fue de 7,4% contra el 4,9% nacional.
Para la Fundación Libertad y Progreso, los precios aumentaron el mes pasado 5,2%, con lo cual 2022 cerró con una inflación acumulada de 94,9%.
La consultora que dirige Aldo Abram destacó que es el “segundo mes consecutivo” que se ubica por debajo del 6%, con el rubro alimentos y bebidas creciendo al 4,2%, por debajo del índice general.
No obstante, aclaró que “hubo una aceleración en los precios de la comida en la última semana de diciembre, pero, sin embargo, el ritmo relativamente lento que mostró en las tres primeras semanas le permitió mantenerse por debajo del promedio”.
Abram subrayó que “la inflación se aceleró hasta julio y agosto, con 7% o más de alza; porque la demanda de pesos se derrumbó desde mediados de año y, con ella, su poder adquisitivo”. Este derrumbe coincide con la merma de la actividad económica que comenzó a observarse en todos los indicadores privados y se reflejaron en la recaudación impositiva que publicó el propio Ministerio de Economía.
Para el Centro Regional de Estudios de Bahía Blanca (CREEBA) los precios en diciembre subieron 4,8%. Según este trabajo, los alimentos tuvieron un incremento en el mes de 5,4%.
Diferente fue la evaluación de la consultora LCG, cuya evaluación arrojó un aumento del costo de los alimentos en diciembre de 3,5%, coincidiendo en el diagnóstico de un mayor ritmo de crecimiento en la semana que separó Navidad y Año Nuevo.
Por su parte, la estimación de Eco Go marca un avance de 5,2% y para C&T el alza fue de 6,2%.
El Gobierno apostó a una suerte de anclaje con la implementación del programa “Precios Justos”, que en parte le dio en las primeras semanas de aplicación en noviembre.
Pasados los días el plan entró en la dinámica de todos los demás intentos de forzar un semi congelamiento y aparecieron los faltantes en las góndolas de los productos de mayor demanda.
Ante esta situación, la Secretaría de Comercio respondió con el habitual anuncio de que se “aumentarán los controles”, pero las ausencias siguen siendo relevantes.
Décimas más o menos, lo concreto es que 2022 culminará con una inflación del orden de 95%, la más alta desde 1991, tiempos en los que aún se sentían los efectos de la hiperinflación que eyectó del gobierno a Raúl Alfonsín.
La reducción de la inflación pasó de ser un objetivo aspiracional del Gobierno para intentar mantener chances electorales a una necesidad de supervivencia. La suba de precios está destruyendo todas las variables y poniendo contra las cuerdas a la economía en general.
Para más, cada día se suman sectores que buscan atar sus precios a la evolución de la inflación, aumentando el diámetro de la bola de nieve que puede transformarse en un alud mortal.
A las ya tradicionales opciones financieras como los bonos actualizados por CER o las Leliqs hay que sumar variables que afectan los bolsillos en forma cotidiana, como por ejemplo la actualización de los alquileres por el Índice de Contratos de Locación (ICL), que está compuesto por la suba del IPC y el RIPTE (variación de salarios). A ellos se agrega el Índice de Costos de la Salud que aplica sobre los valores de la medicina prepaga. El mantenimiento del techo del hogar y de la salud pasaron estar conectados en forma directa con la suba de precios, lo cual se convierte en una ecuación por demás peligrosa.