ÁMBITO FINANCIERO De acuerdo a los datos difundidos por el Ministerio de Trabajo, en base a los números de la Seguridad Social, el empleo registrado volvió a crecer en noviembre para acumular 23 meses consecutivos de mejora. La suba se produjo, principalmente, por el aumento de monotributistas y asalariados privados. Según las cifras oficiales, el empleo formal mejoró 0,4% mensual (47.800 personas más) y un 5,1% interanual (630.800 personas más).
De cara a lo que pueda ocurrir este año en materia de empleo, se abren distintos interrogantes y desafíos. Si bien un crecimiento menor de la actividad económica podría conspirar contra la creación de nuevos puestos, para analistas consultados se espera una continuidad en la recuperación, aunque a una menor velocidad. Y que, además, será diferente en cada sector…….
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Previsiones
“Si bien es cierto que la totalidad del trabajo registrado viene experimentando un crecimiento en los últimos meses, es pertinente decir que la modalidad que está impulsando la mayor parte de la expansión observada es la de monotributo. Cuando repasamos los números del SIPA, vemos que entre enero de 2019 y noviembre de 2022 hubo un total de 849.000 puestos de trabajos adicionales registrados, de los cuales el 62% correspondieron exclusivamente al aumento del empleo independiente (527.000), un 26% le correspondió al empleo asalariado público (217.000) y sólo un 12% (105.000) al asalariado privado”, explicó por su parte Emilio Prado, Economista de la Fundación Libertad y Progreso.
El ingreso de los trabajadores es otro aspecto en el que hizo foco el analista: “Paralelamente a los números de empleo, hay que considerar el proceso inflacionario en el que está sumergido el país y su impacto directo en el poder adquisitivo de los trabajadores. Si consideramos la variación interanual del mes de noviembre, vemos una caída del salario real para los privados registrados en torno al 2,3% (siendo el quinto mes consecutivo de caída) y del 3,6% si consideramos el nivel general de los salarios”.
Con ese escenario, las proyecciones de Prado para el 2023 no son alentadoras: “Las previsiones para este año, en principio, no son las más optimistas por dos razones. Por un lado, el impacto de la sequía sobre el sector agropecuario y las exportaciones, que da indicios de un escenario que será recesivo para la economía argentina y un entorno internacional menos favorable (por la política monetaria restrictiva de los bancos centrales y una probable caída en los precios de los commodities). Y, por otro lado, la dinámica que genera el déficit fiscal junto al stock de deuda remunerada ponen piso a la emisión monetaria y, por ende, a los niveles de inflación proyectados para el 2023. De esta manera, el objetivo del gobierno de bajar la inflación al 60% es incompatible con el curso de la política actual, la cual se estima que sólo cerraría con inflación en torno 100%”.