Emilio Prado dice que: “la evolución alcista de la inflación presiona fuertemente sobre el sector inmobiliario, afectando principalmente a la tasa de interés que cobran los bancos al momento de otorgar un crédito. Mientras tanto, la velocidad de ajuste de los precios (y de las tasas) es más rápida que la de los salarios, por lo que, estos últimos quedan rezagados y el asalariado termina corriendo por detrás. De esta forma, con sueldos que se deterioran, una escasa capacidad de ahorro y una inflación sin control, acceder a un crédito hipotecario suena utópico para los argentinos”, resumió.