JUJUY AL MOMENTO Pocas horas antes de que entre en vigencia el Decreto de Necesidad y Urgencia emanado desde el gobierno nacional, el economista de Buenos Aires y director de la Fundación Libertad y progreso, Aldo Abram, dialogó con Radio 2 y comentó algunos aspectos del mismo, como su capacidad de solucionar problemas económicos de fondo de Argentina, indicando que la economía “es uno de los grandes problemas que tuvo nuestro país. Siempre notamos gobiernos en que los funcionarios se sienten dioses, y a partir de ahí, saben mejor que uno ser todo, y eso que somos los que nos levantamos todos los días para hacer el mejor esfuerzo y sacrificio posible para ser los mejores, para brindar el mejor bienestar económico a nuestras familias, pero parece que se vuelven dioses y ese endiosamiento, a lo largo de nuestra historia, ha significado que a nivel nacional hoy haya más de 67.000 regulaciones que nos dicen cómo trabajar, crear, manejar nuestro negocio. Hay muchas más si contáramos a nivel provincial y municipal, serían cientos de miles. ¿Alguien puede pensar que un empresario, trabajador o comerciante puede llegar a conocer más de 67.000 regulaciones nacionales, municipales y provinciales? ¿Alguien puede creer que esos funcionarios saben más que nosotros cómo hacer nuestro trabajo? Lo que sucede es que terminás agobiado de medidas que no podés cumplir. Las intentás cumplir y termina siendo más ineficiente, y por lo tanto, no solo la familia tiene menos bienestar sino que vas a producir menos, ganás menos, y todos los argentinos serán perjudicados porque estás produciendo menos bienes y servicios que nos sirven para tener bienestar económico”.
“Muchas corporaciones lograron tener beneficios a costa de los argentinos. No estoy en contra de que un empresario o comerciante gane mucho dinero, pero lo tiene que hacer dándole la mejor calidad de servicio o bienes, al mejor precio, al resto de sus conciudadanos. Si lo hace así, está bien, pero si lo hace en base a un privilegio que le dio un funcionario en realidad es un tipo corrupto, porque hace plata por una norma arbitraria. También pasa por la demagogia, a veces no tanto por la corrupción, como pasó con la Ley de Alquileres. Hace años tuvimos una ley que salió fomentada por una supuesta asociación de inquilinos que no representa a nadie, que tiene un pensamiento bastante equivocado, no entiende nada de la realidad, y logró convencer a nuestros legisladores de que impusieran muchas cosas. Todo el mundo decía que la Ley de Alquileres aumentaría los costos de los alquileres y que habría menos ofertas; la sancionaron igual. A los dos años aumentaron mucho los alquileres, no había ofertas, e hicieron otra ley, más fomentada por esta misma asociación que no representa a nadie, porque el porcentaje de inquilinos que representa es casi cero. ¿A quién quieren proteger estos muchachos? ¿A quién dicen que protegen? Eso es lo que logramos con estas regulaciones estúpidas que aprueban legisladores demagogos, fomentadas pos tipos que dicen que representan a alguien, que no representan y hacen politiquería barata, también haciendo demagogia. En los países razonables, el que quiere alquilar es el que sale a buscar inquilinos”.
“Que el Estado decida el precio de los alquileres es el típico pensamiento de los socialistas: “hagamos plata o repartamos la plata ajena”. A la gente no le gusta que le andes sacando plata del bolsillo desaforadamente o disponiendo de su propiedad, entonces la alquilan, y ellos felices y contentos. Puede que algunos inquilinos tuvieran la suerte de ya tener un contrato y se hayan beneficiado, pero nadie pensó en el centenar de miles de nuevos inquilinos que salen cada año a buscar una casa, jóvenes mayormente, o quienes se divorcian”.
“Hasta no hace mucho tiempo no estábamos preparados para salir a competir, pero lo que nos preparó o convenció de que no hay otra es la tendencia de décadas de empobrecimiento y de crisis en crisis. En los países normales hay competencia, la gente compite y hay mérito, y por mérito se gana más, pero a los que les parece mal esto es porque no entienden que hay muy poca gente que tiene el espíritu necesario para emprender un negocio. Si son buenos empresarios ganan mucho, cotizan bien y los países en el mundo se pelean por esos buenos empresarios, no porque quieren tener gente rica, sino porque los buenos empresarios generan empleo bien pago para brindar a todos los demás bienes y servicios excelentes y lo más baratos posible”.