“El voucher planteado por Milei es un subsidio”

Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.

LA PRENSA “Si queremos tener una Argentina distinta, necesitamos privilegiar la educación”, enfatizó a La Prensa Edgardo Zablotsky, rector de la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (UCEMA), que es Ph. D. en Economía en la Universidad de Chicago y miembro de Número de la Academia Nacional de Educación.
El académico viene señalando desde hace tiempo la necesidad de darle un rol de importancia a los padres en las decisiones educativas dada la grave situación que atraviesa el sector en el país. Su idea de implementar un voucher educativo, distinto al cuasi subsidio que el gobierno lanzó hace pocos días, permitiría eliminar la estructura monopólica de la educación estatal.
Su propuesta, a través de una tarjeta entregada a las familias con un único importe acreditado sería aplicado cada mes ya sea en una institución educativa pública o privada. De esta forma las familias, en un marco de mayor equidad, tendrían una oportunidad sin precedentes para elegir la educación que habrían de recibir sus hijos. El Estado seguiría subsidiando a la educación, pero los recursos no se asignarían a la oferta de la misma, las escuelas, sino a su demanda, los alumnos.
Para conocer su opinión sobre la realidad educativa, La Prensa dialogó con el académico que se mostró preocupado por el sector.
– Usted fue un gran defensor del uso del voucher educativo, ¿Cómo percibe que se está implementando? ¿Habría alguna mejora por plantear?
– Siempre hay mejoras por desarrollar. Pero, estrictamente hablando, no se está implementando voucher, porque la Argentina es un país federal y esto podría se hacer en una provincia, no a nivel nacional. Lo que se está haciendo hoy es apoyar a las familias que están afectadas por esta crisis económica tremenda que se está viviendo y que están por debajo de un cierto criterio económico, siete salarios mínimos, para que, a través de un voucher, que lo percibo como un subsidio, puedan seguir ejerciendo la opción que eligieron. Creo que la medida del Gobierno me parece realmente muy buena, aunque disiento sobre que hayan calificado el tipo de establecimiento como las escuelas que reciben el 75% de subsidio, por lo que no veo para qué había que calificarla, era innecesario. Sin embargo, la idea de fondo me parece magnífica. – El tema de voucher es mucho más complejo, ¿no?
– Si. Pensémoslo al revés. Lo que es natural para un ser humano es ser libre. La idea del voucher que sugiero apunta a cambiar la forma de financiar la educación, pero no estamos diciendo poner un peso menos, sino de mejor manera. Lo que estamos diciendo es por qué un chico que nació en una familia determinada debe tener tanto o menos derecho a educarse que otro chico que nació en otra familia. Entonces lo que se propone es que tratemos de generar una mayor igualdad de oportunidades que actualmente no existen, pero puede ser mayor. Hoy por hoy es muy importante el lugar donde nació el niño, y eso no está bien.
– ¿Dependería en qué provincia de mayor capacidad económica se eduque el chico?
– Sí, pero en muchas provincias una parte importante del presupuesto educativo no va al maestro que está frente al aula, sino que se dirige al suplente o al suplente del suplente o a la gente que está en comisión. Cada provincia hace lo que quiere con el dinero que recibe y no se puede saber cómo lo utiliza en función de los intereses de los chicos. Estamos en una Argentina muy complicada.
– ¿Qué inquietud se plantea sobre la capacidad del sistema público para absorber a más alumnos provenientes de la enseñanza privada?
– En función de la medida que tomó el Gobierno, esta no va a pasar, porque sencillamente se está correctamente evitando que exista esta presión. Muchas familias que hubiesen tenido que hacer eso van a poder mantener a sus niños en los colegios que optaron para que estudien con un gran esfuerzo económico, porque con el voucher o subsidio que van a recibir van a poder hacerlo. Así que este problema no va a existir. Si no hubiese puesto este apoyo escolar para las familias necesitadas, afectadas por la crisis económica, hubiese habido una emigración masiva hacia el sistema público, peor que en el año 2001.

POSTPANDEMIA
– La educación está nuevamente en el foco de atención, ¿hubo alguna mejora en la recuperación de los saberes desde que se volvió la presencialidad? ¿influyó en algo que el estudiante estuviera en un colegio privado a que estuviera en uno público?
– Es una pregunta difícil. El haber cerrado los colegios casi dos años fue una locura y nunca se va a recuperar lo que se perdió en todo el mundo, no sólo en la Argentina. Creo que lo que pasó durante la pandemia no se va a recobrar, que los chicos van a ser afectados de por vida y, claramente, influyó más a los alumnos que estuvieron en colegios públicos. No hay vuelta, tuvieron menos clases. Sencillamente, los colegios privados, por supuesto, mantuvieron mucho más las clases durante el pandemia que los de enseñanza pública. Yo creo que esta historia de recuperar los saberes es imposible porque es sencillamente ´voluntarismo´. Tiene que afectar a toda esta generación lo que pasó. No es gratis. La gente desea olvidarse que hubo pandemia, pero durante dos años estuvimos encerrados.
– ¿Sobre todo para las chicos en época escolar? – La idea de que todos tuvieron posibilidad y acceso a la conectividad es una fantasía. Hay muchas familias que no tuvieron el acceso que tiene alguien que vive en el microcentro porteño. Fue una época nefasta y no puede ser gratis.

PREOCUPACION
– ¿Cuál es la principal preocupación respecto al deterioro del sistema de educación?
– La imagen de la Argentina es que siempre fue un país líder en educación en Latinoamérica. Hoy, si uno cree en las evaluaciones PISA, cosa que yo sí acepto, no lo es. La educación está en declive y cada vez más familias hacen grandes esfuerzos para enviar a sus chicos a colegios privados, por lo menos para que tengan clases, porque gran parte del problema argentino son los sindicatos docentes, no tengo duda. Yo creo que el hecho que no haya clases obviamente está mal, creo que la educación tiene que ser un servicio esencial. Sin ir más lejos, lo que sucedió en estos días, la idea del voucher subsidio, como decidan llamarlo, a las familias que califican en función de sus ingresos, que tienen menos de siete salarios mínimos para continuar enviando a sus hijos a los colegios privados que habían optado. Me parece una medida lógica y hay que apoyar a los padres porque son los únicos interesados en la educación de sus hijos. No es el sindicato docente.
Si algo vamos a lograr cambiar en la educación en Argentina, lo vimos en pandemia cuando los colegios se volvieron a abrir, es básicamente por el esfuerzo de los padres que trabajaron contra viento y marea, de lo contrario, se hubiesen reabierto muchísimo más tarde.

DERECHO ESENCIAL
– ¿Qué medidas podrían implementarse para asegurar el inicio de clases sin interrupciones debido a paros y movilizaciones docentes en escuelas de gestión pública?
– Esto se resuelve de forma muy fácil. La educación tiene que ser un servicio esencial. ¿Qué significa esto? se refiere a que es algo que no se puede interrumpir porque genera riesgo de vida, esa es la definición. No se puede interrumpir la policía, no se puede interrumpir las salas de emergencias de los hospitales. Uno diría: ¿Qué tiene que ver eso con la educación? La educación genera riesgo de vida de la vida futura. Un caso emblemático fue lo que sucedió en la provincia de Santa Cruz que tuvo 100 días de paro docente y después vino la pandemia. ¿Alguien puede afirmar que esos chicos tienen el mismo futuro y la misma calidad de vida que un chico que no ha perdido clases? No. Entonces, hay un riesgo de vida de hacer una vida distinta. Ese es el punto. Yo siempre digo que hay que ir a las cárceles y veamos qué grado de formación, qué educación tiene la gente que está en las cárceles por cometer crímenes, pero no inducido por droga directamente.
Vamos a ver que un altísimo porcentaje, por supuesto, no terminó la educación secundaria y muchos ni siquiera la primaria. Creo que lo que decía Sarmiento simplifica lo que sucede hoy: todos los problemas son de educación. – ¿No se hace?
– Privilegiar la educación no es de la boca para afuera pedir un mayor presupuesto educativo, porque todos los políticos dicen ese tipo de cosas. Nadie diría: “Quiero menor presupuesto educativo”. Es tomar medidas que pueden ser antipática y enfrentar la realidad. Algo hoy está muy mal.
– ¿Qué efectos y beneficios habría a corto plazo si fuera declarada como un servicio esencial?
– Vamos por partes. No se puede hacer por decreto, como ya se ha aprobado, porque los temas laborales tiene que ser por ley. Pero si se lograra, los chicos tendrían más días de clase. Si los chicos van al colegio, uno puede cuestionar qué tan buena es la educación que recibe. Si los chicos ni siquiera van al colegio, perdieron antes de empezar.
– ¿Cuáles son los obstáculos para que sea pueda declarar esto?
– El poder de los sindicatos es muy fuerte. El sentido común dice que no lo van a aprobar porque leyes de esta característica lo intentaron sacar durante el Gobierno de Macri. Y también cuando Daniel Scioli era gobernador lo intentó sacar en la provincia de Buenos Aires durante una secuencia de paros docentes. Todos los partidos lo han intentado, nunca se logró. Es muy difícil por el poder de los sindicatos docentes que no representan el interés de los chicos. A los únicos que les importa el futuro de los chicos es a sus padres.

DAVID Y GOLIAT
– Hace muy poco usted señaló la necesidad de que los padres salgan a defender los derechos educativos de sus hijos, ¿por qué cree que no ha sucedido?
– No es que no les interesa, sino que el sistema les ha ido quitando cualquier posibilidad de hacer. Conforme eso va sucediendo, el papá, que tiene que trabajar 26 horas al día para llegar a fin de mes, es razonable que entrega a sus hijos al sistema. La primera excepción clara a esto ha sido en pandemia, donde los papás se dieron cuenta que esto llegaba a un nivel tan tremendo que dieron lugar a que nacieran las ligas de madres, sobre todo, que pelearon fuertemente contra los sindicatos y el Gobierno de Fernández, que finalmente tuvo que acceder y abrir las escuelas. Estamos hablando de abrir la escuela, es una locura. Cuando se probaba que los chicos no eran riesgosos. O sea, lo que pasó en pandemia es una atrocidad.
Mi propuesta del voucher educativo es darles importancia a los padres. Por ejemplo, en la Argentina, las evaluaciones, hasta ahora, son secretas. Es decir, los chicos toman cualquier prueba como Aprender, por ejemplo, y los papás no tenían derecho a saber cómo les fue, algo muy raro. Esto sucede por una ley que mencionaba la estigmatización de los colegios y de los docentes. La palabra estigmatización impedía hacer público el resultado de las evaluaciones. ¿Quién puede estar más interesado en saber el resultado de un examen que los mismos padres? Entonces, ¿cómo se pueden quejar los padres si no saben lo que pasa?
– ¿Este conocimiento permitiría conocer qué colegios tienen fallas educativas?
– Si los padres descubren que otro colegio que está en el barrio es mejor se irán para allá o pedirán que se mejore dónde están. Pero hoy eso no sucede.
– ¿Qué percibe que significa hoy un título de secundario? ¿Cómo está hoy el adolescente posicionado cuando lo consigue respecto a 40 años atrás? ¿Le sirve para algo o no?
– Si los chicos se saltaron del secundario, muchas veces se transforman en los Ni Ni, es decir, los que ni estudian ni trabajan, en el peor de los escenarios. Muchos chicos van a ir a la universidad, porque el ingreso, hoy por hoy, es sin ningún tipo de requerimiento. Entonces, muchos chicos entran en la universidad, la transitan, pero nunca se gradúan. Para revertir esto se debería cambiar el secundario para dar una alternativa a chicos, por ejemplo, el sistema de educación dual, que existe en otros países del mundo. Un caso sucede en Alemania, que durante el secundario para los chicos que así lo deseen, a partir de un momento, se los van entrenando para una profesión, dedicando cada vez más horas a estar dentro de una empresa y menos horas dentro del colegio. Es para salir como en el viejo sistema europeo del aprendiz, para egresar con una profesión que le permita desarrollarse la vida. Para muchos chicos, eso sería una alternativa que ayudaría a no desertar del secundario, porque les daría una salida laboral directa, por ejemplo.
– ¿Se ve la formación del secundario distante a los trabajos digitales que hay hoy en día?
– El secundario debería cambiar, modernizarse y dar alternativas laborales que les sirva a estos chicos porque se tienen que preparar para la vida. Más allá de los temas de si hay o no clases, está medio obsoleto lo que aprenden los chicos en el secundario. Pero más allá de eso, un chico cuando sale del nivel primario y secundario tiene que poder entender lo que lee, pensar y tomar decisiones en función de lo que entiende. Hoy, muchas veces, y esto la prueba PISA lo demuestra, nuestros chicos no lo pueden hacer.
-¿Cómo la sociedad puede contribuir en general a mejorar la situación educativa en la Argentina?
– Yo creo que no se le puede pedir mucho a los padres porque es tema de los gobiernos que le tienen que dar un rol a los padres. Si una familia no tiene un cierto nivel económico, no tiene ningún tipo de alternativa para decidir sobre la educación de los chicos. Hoy, con este apoyo que está generando el Gobierno esto ha mejorado algo. Pero insisto, la educación está totalmente en manos de los sindicatos docentes y los papás no pueden pelear contra eso, porque tienen que trabajar 26 horas al día para llegar a fin de mes. Entonces, hace falta que el Estado los apoye. No hay otra forma. Así que, con educación esencial, por un lado, y desde mi punto de vista, libertad educativa, pero no tan solo a través de un subsidio, un voucher, para que puedan decidir los papás dónde enviar a sus hijos, sino también que puedan los colegios elegir y determinar la currícula que enseñan.

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