¿Cómo enfrentar los paros que destruyen el futuro de nuestros hijos?

Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.

PERFIL Hace poco se realizó el segundo paro general realizado contra el presidente Javier Milei. Como es una tradición, cuando la mal llamada oposición al peronismo, kirchnerismo o como el lector prefiero denominarlo, se encuentra en el gobierno los paros generales se transforman en un deleznable instrumento utilizado por los líderes sindicales, quienes temen perder sus privilegios frente a cualquier reforma que permita transformar a la Argentina en un país más normal, donde quienes se esfuerzan cotidianamente reciban el fruto de su trabajo y quienes aspiran a vivir del Estado descubran que ello ha terminado para siempre.

Por supuesto, múltiples sectores fueron afectados, pero el hecho de que muchas escuelas de gestión pública no han tenido clases, a diferencia de las escuelas del sistema de gestión privada, castiga una vez más a los niños y jóvenes que, por la situación económica de sus familias, no tienen otra posibilidad que concurrir a una escuela estatal.

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Sus posibilidades de vida, gradualmente, paro a paro, se van cercenando en la sociedad del conocimiento en la cual les ha tocado vivir. Obviamente a los Rodolfo Baradel y aún al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kiciloff, ello nada les importa. Pensar que alguna vez Domingo Faustino Sarmiento, luego de su presidencia, ocupó el cargo de Inspector General de Escuelas en una provincia en la cual hoy su gobernador apoya un paro, que priva de educación a aquellos niños que menos tienen y más necesitan, parece un mal sueño. No deseo imaginarme lo que diría Sarmiento al respecto.

El pasado 26 de febrero, frente a los paros docentes que afectaron una vez más el comienzo de las clases, publiqué en este mismo espacio una nota titulada: “Educard, la bala de plata frente a los paros docentes”. Hoy sus argumentos no pueden ser más oportunos.

¿Cómo ayudar a las familias a defender el derecho a la educación de sus hijos?
Hace casi 15 años que planteo la posibilidad de instaurar una simple tarjeta, a la que denominé Educard, que permitiría cambiar sustancialmente el equilibrio de fuerzas entre los sindicatos docentes y las familias, al potenciar fuertemente el poder de decisión de los padres.

La misma consiste en una sencilla cuenta de ahorro para gastos educativos, la cual protegería a las familias del irresponsable accionar sindical. Estas cuentas son una realidad en muchos estados de EE. UU. y permiten a los padres que opten por retirar a sus hijos de escuelas de gestión pública a recibir un porcentaje de lo que el Estado habría gastado en su educación y con ello costear, por ejemplo, un colegio privado, ya sea religioso o laico, homeschooling o cualquier otro gasto educativo habilitado.

Educard favorecería la igualdad de oportunidades, al permitir que aún las familias más pobres pudiesen elegir entre escuelas públicas y privadas, dejando muchos niños y jóvenes de ser virtuales rehenes de líderes sindicales que de la boca para fuera pronuncian emocionales discursos en favor de la educación de quienes menos tienen, pero en los hechos los condenan al peor de los futuros.

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Es claro que nadie puede estar peor por tener la posibilidad de elegir. Si le preguntamos a un padre de niños en edad escolar si prefiere el actual sistema de educación pública gratuita o recibir un subsidio que le permita elegir la escuela a la que desee enviar a sus hijos, ya sea pública o privada, religiosa o laica, su respuesta debería ser obvia, dado que ninguna familia estaría obligada a dejar de enviar sus hijos a la escuela a la que actualmente concurren.

Implementar Educard sería presupuestariamente factible, pues podrían calificar para recibirla solamente los estudiantes que satisfagan los criterios establecidos por el gobierno, en función de la situación económica de las familias, y marcaría un antes y después en la educación argentina.

Frente a los paros que me atrevo a predecir serán un hecho repetitivo, dados los intereses afectados por las imprescindibles reformas iniciadas por la administración del presidente Milei, Educard se constituye en el instrumento que permitiría defender el derecho a la educación de los niños y jóvenes que menos tienen y más necesitan. Vale la pena considerarlo.

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