El IPC LyP arrojó un aumento de 3,8% en julio, lo que implicó una desaceleración de 0,8 puntos porcentuales respecto a la medición oficial de junio (4,6%). De esta manera, en la primera mitad del año el IPC acumula una suba de 86,7%. La variación interanual alcanza el 262,8%, marcando la tercera desaceleración consecutiva.
Esta desaceleración se explica por la ausencia de grandes incrementos sobre los precios regulados, lo cual se tradujo en un índice más cercano a la inflación núcleo, que estuvo en torno al 3,5%.
Teniendo en cuenta que no se anunciaron hasta el momento aumentos en las tarifas de servicios públicos, estimamos que la inflación de agosto estará cerca de la inflación de julio e incluso podría llegar a estar algunas décimas porcentuales por debajo, debido a que la tendencia de la última mitad del mes mostró una nueva baja. No obstante, hay que seguir de cerca los efectos que surjan de las fluctuaciones en el mercado cambiario.
LA OPINIÓN DE NUESTROS EXPERTOS
Aldo Abram, Director de la Fundación Libertad y Progreso, señala que “la tendencia a la desaceleración de la inflación es clara y, en la medida que se siga revirtiendo la depreciación de la moneda gestada en mayo y junio, podemos ver algunos meses que empiecen con 2. Eso va a depender de cómo y cuándo se vayan corrigiendo los atrasos de los precios regulados y las tarifas de servicios públicos.” Finalmente, agregó que “sin embargo, también puede haber algunos impactos en el sentido contrario, profundizando la merma. Por ejemplo, cuando se reduzca el impuesto País, que podría deparar la sorpresa de algún mes que empiece con 1”.
Clara Alesina, economista de la Fundación Libertad y Progreso, señaló por su parte que “aunque la variación mensual de los precios sigue siendo positiva, el proceso de desaceleración de la inflación continúa. Las medidas del gobierno han contribuido a reducir las fuentes de emisión sin respaldo; el fin de la financiación del Tesoro mediante la emisión de moneda y la eliminación de la deuda remunerada del BCRA. Como contrapartida, la compra de reservas y el pago de deuda e intereses deberán financiarse con superávit fiscal o un aumento en la demanda genuina de pesos, lo que representa un gran desafío para el gobierno. Es clave que se mantenga un compromiso con la disciplina fiscal para promover la estabilidad económica a largo plazo”.
Lautaro Moschet, economista de la Fundación Libertad y Progreso, señala que “en julio se verifica que la tendencia de la inflación sigue siendo a la baja pese al aumento transitorio de junio, el cual correspondió al ajuste de tarifas de servicios públicos. Hacia adelante esperamos que la nueva fase del programa monetario ayude a bajar las expectativas de inflación. Aunque es cierto que aún quedan pendientes varios ajustes de precios regulados que vienen atrasados, lo que podría poner algo de presión al IPC general, aunque no así sobre la inflación núcleo”.