Una pincelada sobre la Argentina de Roca

Alberto Benegas Lynch (h)
Presidente del Consejo Académico en Libertad y Progreso

Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.

 

INFOBAE  Mi bisabuelo paterno Tiburcio -gobernador de Mendoza, senador nacional, embajador en Chile y fundador de la primera bodega argentina- fue al Colegio Nacional en Concepción del Uruguay con Julio Argentino Roca y trabaron una perdurable amistad, de allí es que conservo informaciones de valor sobre el dos veces presidente, junto a la atenta lectura de las investigaciones de autores que menciono más abajo.

Como una nota al pie señalo que en no pocas ocasiones se suele confundir el Pacto Roca-Runciman con el personaje al que nos referimos, puesto que dicho acuerdo fue realizado por Julio Argentino Roca (hijo), como vicepresidente de Agustín P. Justo en 1933, con el Presidente de la Junta de Comercio inglesa, Walter Runciman, al efecto de estimular la entrada de carnes argentinas al mercado británico en plena crisis del treinta a cambio de concesiones fiscales para las inversiones inglesas.

La pésima información histórica, combinada con inclinaciones marcadamente marxistas, han influido para sostener en algunos medios que lo de Roca en sus campañas al desierto fue un genocidio cuando, como queda dicho, los araucanos provenían de territorio chileno en mil setecientos, mucho después de la llegada de los españoles que, junto a muchos diaguitas y mapuches, reiteraban fechorías de grueso calibre atacando a pueblos locales con la caballada que se trajo de España en muchos casos como los primeros habitantes, a cuyos descendientes Roca se ocupó de brindarles la posibilidad de contar con títulos de propiedad en zonas donde el agricultor y el ganadero habitaban y trabajaban sin marcos institucionales adecuados y sujetos a invasiones permanentes de los antes referidos malones que efectuaban sus correrías sin interesarles títulos de propiedad, puesto que su faena era arrebatar lo ajeno, incluyendo a mujeres de sus hogares a quienes les hacían un tajo en las plantas de los píes para que no pudieran escapar.

Debe recordarse que este esfuerzo por prevenir los ataques de la montonera comenzó desde 1810 con suerte diversa. Roca sistematizó y organizó las defensas; Sarmiento hubo de enfrentar malones en la célebre batalla de San Carlos; Mitre la comenzó a batallar, pero se vio obligado a prestar atención prioritaria al grave conflicto paraguayo.

En esta plano de análisis, es relevante enfatizar que, igual que ocurría en el Norte con los búfalos, las vacas y toros eran despedazados para engullir la carne por parte de circunstanciales pasajeros y el resto era comida de caranchos, con lo que el ganado se estaba extinguiendo. La verdadera revolución tecnológica de la época fue el alambrado y la marca que con el consecuente derecho de propiedad incentivó al cuidado y la reproducción, dejando de lado la anterior aniquilación para a toda costa reproducir ganado.

Por último, destaco muy especialmente que en estas líneas no he mencionado la palabra “indígena” o “indio”, pues estas son personas que merecen igualdad ante la ley del mismo modo que cualquier otra persona en una sociedad libre. Por otra parte, todos descendemos de muy diversas procedencias y, como he escrito en otras ocasiones, cuando aludimos a la igualdad ante la ley estamos atando esta noción a la idea de Justicia, que, según la definición clásica, es “dar a cada uno lo suyo”. Y lo suyo remite al concepto de propiedad privada, ya que no quiere significarse igualdad ante la ley para ir a un campo de concentración.

Esta concepción humanista la tenía Roca, por eso es que se preocupaba y ocupaba de brindarle servicios de salud y vacunación a los parientes de malones retenidos arbitrariamente.

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