Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.
La Real Academia Española define el término tabú como la “condición de las personas, instituciones y cosas a las que no es lícito censurar o mencionar”. En educación es posible ilustrarlo mediante los vouchers educativos. El potencial costo de mencionarlos es ilustrado por la comedia de enredos que cerró días atrás la campaña electoral uruguaya.
Por años la coalición de izquierda del Frente Amplio se ha opuesto a un sistema educativo que permita a los padres elegir la escuela a la que concurrirán sus hijos, independientemente de sus posibilidades económicas, argumentando que el mismo subvencionaría la educación privada en perjuicio de la educación pública.
El pasado 21 de octubre Tabaré Vázquez resaltó en una entrevista la posibilidad de otorgar vouchers a estudiantes para asistir a instituciones privadas. Afirmó que accederían al beneficio quienes quieran y lo merezcan, tras una evaluación del Ministerio de Educación. Aclaró que no había una cantidad estimada de beneficiarios.
Tabaré inmediatamente se encontró bajo fuego amigo. El sindicato docente no tardó en oponerse, igual recepción encontró dentro de su partido. Mientras tanto, su candidato a vicepresidente, Raúl Sendic, intentaba calmar las aguas al afirmar que “el voucher es una herramienta transitoria que permitirá mantener una cobertura donde la infraestructura de la educación pública no está desarrollada, pero la gran apuesta es a la educación pública”.
Por su parte, la oposición presentaba una foto tan confusa como el oficialismo. El candidato a la vicepresidencia del Partido Nacional, Jorge Larrañaga, acusó a Tabaré de proponer un modelo neoliberal: “Vázquez ha confesado que quiere privatizar la educación pública, a la chilena, porque eso significa el sistema de bonos o vouchers. Nosotros vamos a defender la educación pública, no como Vázquez y el Frente Amplio que [casi] renuncia a ella, apostando a agrandar la brecha entre lo privado y lo público”.
Sin embargo, como señala el senador por el Partido Nacional, Gustavo Penadés, la propuesta de Tabaré “es una vieja idea del Partido Nacional de las campañas de 1994 y 1999”. Es más, no es necesario siquiera remontarse a los 90 para encontrarla entre las propuestas de dicho partido. En la pasada campaña de 2009 su referente en educación había declarado que “para revertir la desigualdad de la educación pública uruguaya se debía recurrir a los vouchers” y este año el asesor del candidato a presidente Luis Lacalle Pou, Juan Dubra, defendió el modelo chileno de vouchers, resaltando que “este es otro ejemplo de una política efectiva en educación, que Uruguay ha decidido ignorar”.
Frente a la magnitud de la disputa interna, Lacalle twitteó que “la versión de Jorge Larrañaga sobre los vouchers es la que sostiene el Partido Nacional y su equipo de educación”.
Por su parte, Tabaré, bajo fuego cruzado con una oposición que prefiere olvidar que alguna vez propuso la misma idea, el sindicato docente y su propio partido, aclaró en una nueva entrevista del 23 de octubre que su propuesta será aplicada en no más de 30 casos excepcionales, dado que el principal compromiso del Frente Amplio es fortalecer la educación pública a la cual “le da preferencia absoluta”.
¡Treinta niños! A tres días de una elección presidencial, Tabaré Vázquez debió dedicar su tiempo a explicar que su comentario sobre los vouchers estaba dirigido, como mucho, a 30 niños ¡Un absurdo!
¿Qué mejor ilustración del término tabú que la mención de los vouchers educativos? ¿Será por ello que nos resulta tan difícil escuchar en nuestro país a un político que se atreva a proponerlos?