ÁMBITO.- Algunos analistas consideran que es posible esperar una recuperación del nivel de actividad este año, aunque otros advierten que sólo sería posible si se elimina el cepo. Para el economista Aldo Abram “no hay forma de que 2015 sea un año con recuperación económica”. El director de la Fundación Libertad y Progreso culpa al atraso cambiario y su impacto sobre los sectores menos competitivos.
A continuación, el diálogo que mantuvo con el diario Ámbito.
Periodista: El cierre de 2014 y el comienzo de 2015 se desarrollan mucho más tranquilos que lo esperado.
Aldo Abram: Es cierto, porque el Gobierno logró dominar las expectativas devaluatorias. Básicamente lo hizo con un nuevo cambio en la forma de financiamiento del abultado déficit. En lugar de cargar todo el esfuerzo sobre el Banco Central, colocó bonos en el mercado interno, y además logró financiamiento de Estados extranjeros y de las cerealeras para acumular reservas. Además, tuvimos una recuperación de la demanda real de pesos, lo cual fue fundamental, y es muy importante que se mantenga el cambio positivo en la percepción de incertidumbre de la gente.
P.: ¿Se refiere al aumento estacional de la demanda de pesos que se da todos los fines de año?
A.A.: No, ese factor estuvo, y permitió que el BCRA aumentara la base monetaria más de $ 80.000 millones en el último trimestre sin que presionara con fuerza sobre el dólar paralelo y los precios. En general, muchos economistas no tienen en cuenta que el valor de cualquier bien, y el peso lo es, depende de su oferta, que la determina el BCRA, y también de su demanda, que la gestamos nosotros. Por lo tanto, cuando el BCRA produce más de lo que la gente quiere o a pesar de que emita menos aceleradamente, si la demanda se incrementa a menor ritmo o incluso cae, la moneda baja su precio. Es decir, el “metro” de la economía se achica y todo sube contra él; lo que llamamos inflación. Por eso, algunos no entendían que se desacelerara el crecimiento de la oferta monetaria durante 2013 y gran parte de 2014 y la inflación subiera igual, argumento que funcionarios del Ministerio de Economía y el BCRA usaban para desautorizar a los que sostenían que el problema era la emisión. Lo que estuvo pasando es que la gente se hartó de que la estafen con el creciente impuesto inflacionario y empezó a moderar el incremento de su demanda de pesos. En cambio ahora este proceso se revirtió y está jugando a favor del Gobierno. Si bien no preveo gran mejora hacia adelante, lo importante es que la preferencia por el atesoramiento no se vuelva a derrumbar.
P.: ¿Cómo se logra eso?
A.A.: Lo importante es resolver el problema de fondo, es decir, la causa de la depreciación de la moneda, que no es otra que la necesidad de emitir para financiar un gasto público excesivo. Sin embargo, no está en el ADN de este Gobierno ser austero con las erogaciones, menos en un año con elecciones presidenciales, por lo que las necesidades de financiamiento del Gobierno serán muy superiores a las del año pasado. A partir de allí, sólo queda la esperanza de que modere la emisión financiándose a través de mayores colocaciones de deuda. Lo ideal para el país sería que se pudiera acceder fluidamente al mercado externo a tasas no muy elevadas, ya que es la única forma de poder aliviar la escasez de divisas, y por ende, moderar la caída de la demanda interna y la recesión. Para esto, sería necesario que se vislumbrara una solución del cada vez más amplio default selectivo en el que nos metió este Gobierno. Sin embargo, por razones políticas de corto plazo, no parece que haya voluntad oficial de cerrar este tema. Entonces, nos queda que el Estado absorba crédito interno mediante la colocación de títulos del Tesoro o a través de un BCRA que tome cada vez más a través de endeudamiento remunerado (Lebac, Nobac y pases) y se lo transfiera al Gobierno. En ambos casos, la emisión y la pérdida de reservas serán menores, pero se encarecerá el acceso del sector privado al financiamiento. No debería llamarnos la atención que este último sea cada vez más escaso desde principios de 2014, que es cuando el BCRA empezó a usar esta estrategia para contener la inflación.
P.: Por eso el BCRA salió a ponerle techos a las tasas activas para alentar el crédito y piso a las pasivas para alentar los depósitos para que hubiera más fondos para prestarles a las empresas.
A.A.: Sin embargo, esto colaboró para que la masa de financiamiento se redujera. Los bancos prestan teniendo en cuenta la tasa pasiva y el costo de intermediación. Este último a su vez depende del riesgo de cada tomador. Cuando pusieron el famoso techo a la tasa que pagaban los deudores, lo único que hicieron fue dejar afuera del mercado formal a aquellos que tenían un riesgo alto y que por ende no justificaba prestarles bajo ese “spread máximo”. Conclusión, era lógico que la menor necesidad de fondos se tradujera en una baja de tasas pasivas para desalentar la colocación de depósitos. Claro que en la medida que el costo de captación bajaba, la brecha con la tasa activa máxima se ampliaba y volvía a incorporar a aquellos que, habiendo quedado afuera, tenían riesgo más bajo. Así es como el esquema cerró con menor captación de plazos fijos y colocación de crédito, pero disimulado por la nominalidad de una alta inflación. Por eso, el BCRA intentó alentar los depósitos minoristas con tasas mínimas, lo que vuelve a encarecer el crédito al sector privado, y dadas las tasas activas máximas, a dejar afuera a las personas y empresas de mayor riesgo. Así es como se perjudica el financiamiento al sector privado de alto riesgo, que debe recurrir al mercado informal más costoso, y a los colocadores de fondos en el sistema financiero que no tienen piso de tasa, a los que se les paga menos intereses y se los desalienta a depositar. Como vemos, el resultado es peor que si el BCRA no se hubiera metido a jugar con los ahorros de quienes ponen su plata en los bancos.
P.: Algunos sostienen que es posible alguna recuperación económica en 2015, pero otros argumentan que sería imposible si se mantiene el cepo. ¿Por qué?
A.A.: A fines de 2011, el Gobierno instauró el cepo cambiario para poder seguir devaluando fuerte el peso, para cobrar impuesto inflacionario y gastarlo sin que esto se vea reflejado en el valor oficial del dólar. Al sacar gran parte de la demanda de divisas de las empresas y de los particulares, inicialmente logró el objetivo de atrasar el tipo de cambio sin perder reservas. Sin embargo, como seguía sin reconocer toda la depreciación de la moneda local, esta suerte de “tipo de cambio máximo” desalentó la oferta y alentó la demanda, por lo que pronto volvió la pérdida de reservas. A partir de allí, la respuesta fue el racionamiento, que implicó decidir arbitrariamente cuánto se les vendería a los importadores y a quiénes. Esto viene teniendo un impacto negativo sobre el nivel de actividad y será creciente en la medida que la escasez de divisas sea cada vez mayor.
Cabe tener en cuenta que todos los exportadores están pagando otra retención a sus ventas al exterior por la diferencia entre lo que realmente vale un dólar en pesos y lo que le reconoce el BCRA. Si bien se incrementará a futuro, esta quita ronda un tercio del monto de sus ventas, por lo que disminuye la competitividad. Si a esto le sumamos la caída de los precios internacionales podemos entender los pronósticos de merma de las exportaciones de más de u$s 6.000 millones. Por otro lado, este impuesto al ingreso de divisas también alcanza a quien las trae para invertir o a quien consigue financiamiento externo. No debe haber muchos negocios tan rentables como para justificar semejante pago.
P.: ¿El problema sería la escasez de divisas?
A.A.: No, lo peor es que, mal que le pese al ministro de Economía, los precios de los bienes que se pueden importar o se exportan dependen del valor del dólar oficial, ya que, en el primer caso, determina a qué precio entra la competencia externa, y en el segundo, el de indiferencia entre vender afuera o a los argentinos. Al retrasarse el tipo de cambio cepo, le pone un techo a los valores de esos productos en el mercado local; pero, como sus costos dependen de la verdadera devaluación del peso, es decir la inflación que es más alta, los productores quedan en una prensa que se cierra asfixiándolos cada vez más. Por eso no nos deberían llamar la atención las crecientes dificultades de los sectores productivos relativamente menos eficientes, que son los más vulnerables ante estas situaciones, aunque ahora el impacto negativo ya se ha generalizado. Si tenemos en cuenta que la vocación del Gobierno es seguir atrasando el tipo de cambio cepo, entonces cuanto más exitoso sea peor será la situación de estos productores, los exportadores y de los potenciales inversores externos. Por eso, no hay forma de que 2015 sea un año con recuperación económica.