ÁMBITO FINANCIERO – Hay una gran preocupación por el impacto inflacionario que puede llegar a tener la normalización del mercado cambiario. Sin embargo, más allá de alguna aceleración inicial, lo que suceda a lo largo de 2016 dependerá de lo que haga el Banco Central.
En primer lugar cabe aclarar que es un error hablar de devaluación. El peso ya se devaluó (perder valor) durante estos años de control de cambio; pero, con el cepo, el Banco Central evitó reflejarlo en el valor oficial del dólar. Nos vendió la ficción de que la divisa norteamericana valía poco y, como los precios de todos los bienes se fijan en función de dicho tipo de cambio, los consumidores pudieron comprarlos relativamente más baratos.
Para entenderlo, tomemos como ejemplo un caso real. El productor de manzanas de Río Negro, como los costos de cosecha eran mayores al precio artificialmente bajo debido al atraso cambiario por el cepo, tuvo que dejar pudrir en los árboles gran parte de su producción. Lo que pudo colocar en el mercado fue a valores muy bajos. Por ello, quiénes prestaron el servicio de comercialización y transporte se beneficiaron porque pudieron cargar un mayor margen y, aún así, llegar al consumidor con un precio bajo. Por ende, este último pudo pagar menos por las manzanas y, dado que esto se replica en todos los demás bienes, gastar más en servicios, que tuvieron la oportunidad de subir mucho sus tarifas.
Así es como hoy podemos ver que los bienes que se comercializan internacionalmente están relativamente baratos respecto a los que están ultra protegidos y a los servicios cuyas tarifas no controla el gobierno. Al liberarse el cepo, el salto del dólar oficial para acomodarse a su valor real debería repercutir en un alza del precio de todos los bienes que dependen de él. Sin embargo, parte de ese impacto negativo lo tendrán que absorber, achicando sus márgenes, los servicios de comercialización y transporte que antes se veían artificialmente beneficiados por el dólar atrasado. No es casualidad que, durante los últimos años, el principal reclamo de los productores haya sido que “venden a un precio excesivamente bajo respecto al que efectivamente paga el consumidor”. Ahora, los intermediarios tendrán que “poner las barbas en remojo”; porque la gente tenderá a demandar menos y, si ellos no amortiguan el alza, perderán muchísimos compradores.
Hay que tener en cuenta que los consumidores no pueden gastar infinito, como deberán dedicar más recursos a los bienes básicos, también deberán bajar sus erogaciones en servicios, aunque no suban; por lo que sus proveedores deberán moderar el alza de sus valores para no perder más clientes. Si a esto le sumamos la voluntad del Gobierno de ir recuperando otro precio artificialmente atrasado, las tarifas de servicios públicos de algunos sectores de la sociedad, queda claro que los restantes prestadores de servicios no tendrán mucho margen de maniobra.
Por lo tanto, la clave para determinar la inflación de 2016 terminará siendo cuánto el Banco Central emitirá para financiar al futuro gobierno. A más emisión, más suba de los precios locles. Ahora, ¿cómo garantizar que el impacto negativo en el bolsillo de la gente sea lo más moderado posible?;
- Eliminando inmediatamente las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación, tal como reclama la OMC. Los productores de esos bienes importables tendrán una fuerte alza en sus precios domésticos, ante una suba del dólar oficial superior 40%; por lo que no corresponde que los protejan. Además, es poco ético frente a una sociedad que estará haciendo un gran esfuerzo en materia económica.
- Bajar al mínimo posible todos los aranceles a la importación de bienes finales; ya que eso le pondrá un techo al abuso en el aumento de los precios de los bienes producidos localmente que compiten con ellos.
- Sacarle todos los subsidios a los servicios públicos que todavía reciben las empresas; ya que se habrán beneficiado con un aumento de los productos que fabrican y eso les permitirá pagar lo que corresponde por sus insumos. De paso, ese ahorro puede permitir hacer más gradual la quita de los beneficios a los sectores residenciales, que estarán enfrentando un aumento de su canasta básica.
- Eliminar, o reducir drásticamente, el valor mínimo del petróleo en la Argentina. Dado que este sector recibirá un aumento de precios por la suba del tipo de cambio, no es justo que el resto de la sociedad, encima, tenga que pagar aún más caro los combustibles para beneficiarlos. De esta forma, el alza de estos últimos podría ser muy moderada y, también, el subsidio a otorgarle a las empresas de transporte y electricidad.
Con estas recomendaciones y un manejo prudente de la política monetaria, se puede conseguir que se modere el impacto de la inflación que tengan que afrontar los argentinos por la necesidad inmediata de abandonar la ficción del cepo.
Publicado en Ámbito Financiero.-